martes, 10 de abril de 2018

All You Need is Kill cap 4.6



Parte 6


El cielo era brillante.

Rita Vrataski estaba muerta. Después de que maté al servidor Mimic y acabe con los rezagados, me tiraron al calabozo. Dijeron que era por negligencia en el cumplimiento del deber. Por imprudentemente ignorar las órdenes de un oficial superior y haber puesto a mis compañeros soldados en peligro. No importaba que no hubiera habido oficiales superiores para dar algunas malditas órdenes. Estaban luchando para encontrar a alguien a quien culpar por la muerte de Rita, y no podía culparlos por querer un chivo expiatorio.

La corte marcial tomó lugar tres días después de que me encerraron; fui absuelto de los cargos. Al final, decidieron darme una medalla en su lugar.

Un general, el que había ordenado el EF, me dio una palmadita en la espalda y me dijo que había hecho un buen trabajo. Él casi giro los ojos cuando lo dijo. Quería decirle que se metiera la medalla por el culo, pero me contuve. La muerte de Rita era mi responsabilidad. No tenía sentido desquitarme con él.

La medalla fue la Orden de la Valkiria, otorgada a los soldados que mataran a más de cien Mimics en una sola batalla. Un premio creado originalmente para un soldado muy especial. La única manera de recibir un honor aun mayor era morir en batalla, como Rita lo había hecho.

Realmente había matado a muchos de esos hijos de puta. Más que todos los que había matado Rita combinados en una sola batalla. No recuerdo mucho de lo que sucedió después de que destruí al servidor, pero al parecer me encontré con una batería de repuesto para mi traje y procedí a tomar por mi cuenta cerca de la mitad de todos los Mimics que habían atacado a Flower Line.

La reconstrucción de la base tomaría bastante esfuerzo. La mitad de los edificios en la base habían quemados hasta los cimientos, y solo mover los escombros ya era una tarea monumental por sí mismo. El cuartel de la 17ª Compañía se había ido, y la novela de misterio que nunca había tenido tiempo de terminar ahora no era nada más que cenizas.

Estuve dando vueltas sin rumbo como una persona apresurada de un lado a otro a través de la base.

- ¿Luchar como maldito maniático? ¿Eso es lo que los héroes condecorados hacen?

La voz me resultaba familiar. Me voltee justo a tiempo para ver un puño volar directamente hacia mí. Mi pierna izquierda se reposicionó. No tuve tiempo para pensar. Todo lo que podía hacer era decidir si presionar o no el interruptor de contraataque en mi cabeza. Si me encendía el interruptor, los reflejos marcados en mí a través de 160 bucles arrancarían, convirtiendo mi cuerpo en una especie de robot.

Podría alternar mi peso a la pierna izquierda, desviar el golpe con el hombro, y agarrar el codo de mi atacante al momento de dar un paso adelante con mi pie derecho y enterrar mi codo en su costado. Eso lo resolvería con el primer golpe. Reproduje la simulación en mi cabeza y me di cuenta de que estaría destrozando las costillas de mi agresor antes de saber quién era. Opté por sólo tomar el golpe. Lo peor que podría conseguir sería un ojo negro.

Me dolió más de lo que me pensaba. La fuerza del golpe me tiró hacia atrás, y yo aterricé fuertemente contra mi trasero. Al menos nada estaba roto, todo según lo planeado. Era bueno saber que podía tener una carrera siendo un saco de boxeo por delante si es que el ejército no funcionaba.

- No sé si eres un prodigio, pero s eguro que estás muy lleno de mierda de ti mismo.

- Déjalo en paz.

Yonabaru estaba a mi lado. Parecía que quería seguir lanzando golpes, pero una mujer con una camisa llana de soldado había interrumpido para detenerlo. Su brazo izquierdo enyesado. La tela blanca hacía contraste con su camisa caqui. Ella debía ser la novia de Yonabaru. Me alegré de que ambos hubieran sobrevivido.

Había una luz en los ojos aquella mujer como en ninguna que hubiera visto antes visto antes, como si estuviera viendo a una leona sin cadenas. Era una mirada reservada para algo más que un humano.

- Estar paseando por aquí como si nada hubiera pasado... simplemente me enferma verte.

- Dije, déjalo en paz.

- Al carajo con él.

Antes de que pudiera ponerme de pie, Yonabaru se había quitado de encima. Me levanté lentamente y me quité el polvo de encima. Mi mandíbula no dolía tanto. No era nada en comparación con el vacío Rita había dejado dentro de mí.

- Fue un buen golpe. - Alguien dijo detrás de mí. Era Ferrell. Él se veía igual que siempre, tal vez con otra arruga o dos en la frente para mostrar en la lucha.

- ¿Lo viste?

- Lo siento, no tuve tiempo para detenerlo.

- Está bien.

- Trata de no tenerle rencor. Perdió muchos amigos ese dí a. Sólo necesita un poco de tiempo para procesarlo.

- Vi a Nijou - lo que quedaba de él.

- Nuestro pelotón perdió diecisiete hombres. Están diciendo que son tres mil víctimas en total, pero no hay un número oficial todavía. ¿Te acuerdas de que la hermosa jov encita que dirigía la cafetería No.2? Tampoco lo logró.

- Oh.

- No es tu culpa, pero poco importa en este momento. Ya sabes, le diste una buena patada a la amiga de Yonabaru. Entre otros.

- ¿Otros?

- Otros.

Agregando la lista de Ferrell de las personas a las que había pasado por encima durante la batalla. Quién que más había hecho. No podía recordar ni una maldita cosa, pero estaba claro que había sido una especie de maníaco homicida en el campo de batalla. Tal vez yo era el que había puesto el brazo de la novia de Yonabaru de esa forma. No es de extrañar que estuviera tan enojado. Una patada de un Jacket sería más que suficiente para hacerlo. Diablos, podrías licuar los órganos internos con facilidad.

Esperaba Yonabaru recordara ese miedo. Le ayudaría para mantenerse vivo en la próxima batalla. Puede que el ya no piense más en mi como un amigo, pero él seguía siendo un amigo para mí.

- Lo siento.

- Olvídalo. - Ferrell definitivamente no estaba enojado. En todo caso, parecía agradecido. - ¿Quién te enseñó a pilotar un Jacket de esa manera?

- Tú lo hiciste, sargento.

- Lo digo en serio, hijo. Hablar de entrenamiento es una cosa, pero no hay un soldado en todo el cuerpo de Japón que te pueda enseñar a luchar de esa manera.

El sargento Bartolomé Ferrell tenía más batallas detrás de sí que casi nadie en la UDF. Él sabía lo que era un guerrero. Él entendía que si no lo hubiera pateado fuera del camino, estaría muerto. Él sabía que el novato de pie delante de él era mejor guerrero de lo que jamás podría aspirar a ser. Y sabía que en la batalla, el único rango que importaba era que tan bueno eras.

El sargento Ferrell fue el responsable de los cimientos sobre los cuales había construido mis habilidades en. Pero no podía empezar a explicárselo, así que no lo intenté.

- Ah, casi lo olvido. Una pequeña mujer como un ratón del cuerpo de E. U. ha estado preguntado por ti .

Shasta Raylle. Una Shasta Raylle que sólo había conocido brevemente en el Sky Lounge. Casi no habíamos hablado en absoluto. La Shasta que me había prestado un hacha de batalla era un invento del bucle actual.

- ¿Dónde están los cuarteles temporales de la 17ª? Y ¿qué pasó con el hangar? Me gustaría revisar mi Jacket.

- Apenas sales del calabozo y quieres revisar tu Jacket? Eres único.

- No soy nada especial.

- El escuadrón de E.U. tomó tu Jacket. Ahora que lo pienso, esa ratoncita fue la que lo tomó.

- ¿Qué quieren con mi Jacket ?

- El General tiene planes. No te sorprendas si terminas en las Fuerza s Especiales de Estados Unido s.

- ¿En serio?

- Necesitan a alguien que tomar el lugar de la Valquiria. Estoy seguro d e que encajaras perfectamente. - Ferrell me dio una palmada en el hombro y nos separamos.

Me dirigí a la parte estadounidense de la base para encontrar a Shasta y mi Jacket. Los cuarteles y caminos estaban tan quemados que era difícil decir dónde terminaba la parte japonesa y donde comenzaba la parte estadounidense. Incluso los centinelas y todos sus músculos se habían ido.

Encontré mi Jacket en el taller de Shasta. Shasta estaba allí también. Alguien había arañado las palabras " Killer Cage 32" en el peto. " Cage " así era como los americanos pronunciaban mi nombre. Supongo que ahora tenía mi propio título. No tomó mucho tiempo. Era un buen nombre para el cerdo que ganó medallas por matar a sus amigos. Me gustaría agradecerle al sujeto que lo pensó. Qué mundo tan jodido.

Shasta me vio mirando la inscripción. - Lo vigilé tan de cerca como pude, pero lo hicieron de todos modos. Lo siento. - Tuve la sensación de que le había dicho algo similar a Rita en el pasado.

- No te preocupes. ¿Me dijeron que me estabas buscando?

- Quería darle la llave para el Sky Lounge.

- ¿La llave?

- Así me lo pidió Rita. Nadie ha entrado desde que te fuiste. No fue fácil mantener fuera a las personas durante tres días enteros, pero puedo ser muy ingeniosa. - Shasta me entregó una tarjeta de acceso. - Simplemente ignora las cosas de la entrada.

- Gracias .

- Me alegro de poder ayudar.

- ¿Puedo preguntarte algo?

- ¿Qué cosa?

- ¿Tu sabes - tu sabes por qué Rita pintó su Jacket de rojo? Difícilmente era su color favorito. Pensé que podrías saberlo.

- Ella dijo que quería destacar. No estoy segura de por qué algui en querría destacar en el campo de batalla. Sólo te hace un objetivo más fácil.

- Gracias. Eso tiene sentido.

- ¿Supongo que querrás cuernos en el tuyo? - Debo haber fruncido el ceño porque ella de inmediato agregó: - ¡Lo siento! Sólo estaba bromeando.

- Est á bien. Tengo que aprender a cuidar esa mirada. Gracias de nuevo por la llave. Voy a revisar el Sky Lounge.

- Antes de que te vayas...

- ¿Sí?

- No es de mi incumbencia, pero me preguntaba...

- ¿Qué cosa? - Le pregunté.

- ¿Eras un viejo amigo de Rita ?- Apreté mis labios en una sonrisa irónica. - Lo siento, no debí haber preguntado.

- No, está bien. En realidad, nosotros...

- ¿Sí?

- Nos acabábamos de conocer.

- Por supuesto. Acabábamos de llegar a la base. Fue una tontería preguntar.

Deje a Shasta y me dirigí al Sky Lounge. Abrí la puerta con cuidado, a pesar de que sabía que no iba a molestar a nadie.

Había una cinta amarilla con la palabra "BIOHAZARD"33 impresa a intervalos regulares atravesando la entrada. Había un extintor cerca de mis pies, y un residuo grumoso cubría el suelo. Supuse que se trataba de Shasta siendo ingeniosa. La base todavía estaba cubierta de arena conductiva de Mimics, y las descontaminaciones a instalaciones no vitales como el Sky Lounge no estaban en lo alto de la lista de prioridades. Muy lista.

Entré. El aire era rancio. El olor de Rita ya estaba desapareciendo de la habitación. Nada se había movido de donde lo habíamos dejado. La bolsa tirada de vinilo, el molinillo de café y la estufa portátil destacaban cuán corta había sido su estancia aquí. Eran las únicas huellas de que ella había estado aquí. Casi todo lo demás que poseía eran cuestiones militares. El juego de café eran los únicos objetos personales que tenía. Por supuesto que no me había dejado una nota, habría sido demasiado sentimental para la Full Metal Bitch.

La tasa sobre la mesa de cristal aún contenía el café que Rita había hecho. Levante la taza. El café estaba oscuro y quieto. Se había enfriado a temperatura ambiente hace días. Me temblaban las manos, enviando pequeñas ondulaciones en la superficie de color negro azabache. Así fue como Rita se había enfrentado a su soledad. Ahora lo entendía.

Eras sólo una pieza en el tablero, y yo era la pieza que te sustituiría. Nada más que el falso héroe que el mundo necesitaba. Y ahora este mundo bueno-para- nada me iba a empujar a través del campo de batalla lleno de manchas de sangre y humo. Pero nunca odiaste al mundo por lo que te hizo.

Así que no dejare que el mundo pierda. Me podrían arrojar a un campo de Mimics con nada más que un hacha de carburo de tungsteno y un Jacket a punto de morir y pelearía por salir. Marcharé entre la más profunda sangre a través de más masacres que todos los veteranos juntos de la UDF hubieran visto juntos, y saldré invicto. Entrenaré hasta saber el nanosegundo preciso para apretar el gatillo, el momento exacto para tomar cada paso. No dejaría que una jabalina arañara siquiera la pintura de mi Jacket.

Mientras yo viva y respire, la humanidad nunca caerá. Te lo prometo. Puede que tome una docena de años, pero voy a ganar esta guerra por ti. Incluso si no estás aquí para verlo. Tú eras la única persona que quería proteger, y te has ido.

Ardientes lágrimas amenazaban con salir de mis ojos mientras miraba el cielo a través del cristal agrietado, pero no voy llorar. No por los amigos que iba a perder en las batallas por venir. Los amigos que no sería capaz de salvar. No voy a llorar por ti hasta que la guerra termine.

A través de la ventana deformada vi el cielo, un cielo azul que parecía extenderse hacia el infinito. Una nube flotaba perezosamente a través. Miré hacia la ventana, y como una esponja totalmente seca absorbiendo el agua, mi cuerpo absorbía el infinito cielo.

Odiabas estar sola, pero mantiene su distancia de los cuarteles, dormías y te despertabas en la soledad, porque era muy difícil hacer frente a los amigos que sabías que iban a morir. Atrapada en una interminable y cruel pesadilla, tus únicos pensamientos eran para ellos. No podías soportar perder a ninguno de ellos, sin importar quién.

El rojo era tu color, tuyo y solo tuyo. Descansará contigo. Pintare mi Jacket de color azul cielo, el color que me dijiste que amabas cuando nos conocimos. En un campo con un millón de soldados, voy a destacar entre todos los demás, un pararrayos de los ataques enemigos. Yo seré su objetivo.

Me quede sentado allí por algún tiempo, sosteniendo la última taza de café había hecho, para alguien que apenas había conocido. Su fino aroma agitaba en mí un insoportable anhelo y tristeza. Una pequeña colonia de moho azul-verdoso se balanceaba sobre la superficie del café. Llevando la taza a mis labios y la bebí.







32 “Jaula de Muerte”

33 Riesgo Biológico







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