martes, 10 de abril de 2018

All You Need is Kill cap 2.3



Parte 3
  • 0600 Despertarse. 
  • 0603 Ignorar Yonabaru. 
  • 0610 Robar el chip de silicio de armería.
  • 0630 Desayunar. 
  • 0730 Practicar movimiento básico del cuerpo. 
  • 0900 Visualizar entrenamiento del maldito EF. 
  • 1030 Pedir prestado el hacha de batalla de Shasta. 
  • 1130 Almorzar. 
  • 1300 Entrenar con énfasis para corregir los errores de la batalla anterior. (Con Jacket.)
  • 1500 Verme con Ferrell para entrenamiento de batalla en vivo. (Con Jacket.) 
  • 1.745 Cenar. 
  • 1830 Asistir a la reunión del pelotón. 
  • 1900 Ir a la fiesta de Yonabaru. 
  • 2000 Revisar el Jacket. 
  • 2200 Ir a la cama. 
  • 0112 Ayudar a Yonabaru a subir en su litera.

Así era más o menos cómo pasaba el día.

Además del entrenamiento, todo se había convertido en rutina. Me escabullí de esos centinelas tantas veces que podía hacerlo con los ojos cerrados. Me estaba empezando a preocupar si es que me había convertido en un experto ladrón antes que un soldado profesional. No es que la capacidad de robar cualquier cosa en un mundo que se reiniciaba al final del día me sirviera de mucho.

La rutina diaria no cambia mucho cuando pasas de un bucle al siguiente. Si me desvió mucho de la rutina, podría obligar a que sucediera algo diferente, pero si no hacía nada, podría jugar a lo mismo por siempre. Era como si todos siguieran leyendo el mismo guion que les habían dado el día anterior y la improvisación fuera mal vista.

Eran las 1136 y estaba almorzando en la cafetería Nº 2. La señora del almuerzo me sirvió la misma cantidad de sopa de cebollas al mismo tiempo en el mismo plato. Moví mi brazo para evitar la misma salpicadura que trazaba el mismo arco a través del aire. Esquivando las llamadas de amigos a lo largo de la cafetería, me senté en el mismo asiento.

Rita estaba sentada tres filas delante de mí, dándome la espalda mientras comía. Yo no había elegido este momento para comer, ya que coincidía con su almuerzo; sólo pasó de esa manera. Por ninguna razón en particular, me había acostumbrado a verla comer de este mismo ángulo cada día.

La cafetería Nº 2 no era el tipo de lugar donde esperarías que un sargento mayor como Rita cenara. No es que la comida fuera mala. Era bastante buena en realidad. Pero no parecía probable que impresionara a alguien que se despertaba en el cielo privado de un oficial cada mañana y tenía la mitad de la base a su entera disposición. Yo había oído hablar de que las fuerzas especiales estadounidenses habían traído a su propio cocinero, que sólo profundizó su misteriosa presencia. Ella podría haber tragado una rata viva y no se habría parecido más a una serpiente en medio de nosotros. Y como nuestra salvadora comía sola. Nadie trataba de hablar con ella, y los asientos a su alrededor siempre estaban visiblemente vacíos.

A pesar de su valor en batalla, Rita Vrataski comía como una niña. Ella lamía la sopa de las comisuras de su boca y dibujaba en su comida con la punta de sus palillos. Al parecer, los palillos eran algo nuevo para ella. A las 1143 se le cayó un frijol del plato. Giraba ganando velocidad, rebotando primero en su bandeja, y luego en la mesa. El frijol voló por el aire con un giro hacia la derecha, a toda velocidad hacia el piso de concreto. Cada vez, con reflejos de relámpago, Rita extendía su mano izquierda, atrapando el frijol en el aire, y lo metía en su boca. Todo en menos 0,11 segundos. Si ella hubiera vivido en el viejo oeste, me imagino que ella habría derrotado a Billy The Kid. Si hubiera sido una samurái, podría haber leído cada destello de la katana de Kojiro Sassari. Incluso cuando estaba comiendo, la Full Metal Bitch era la Full Metal Bitch.

Hoy, como todos los días, ella estaba tratando de comer una ciruela umeboshi encurtida. Debe haberla confundido por una pequeña fruta seca ordinaria. Después de dos o tres intentos para agarrarla con sus palillos, ella lo metía en su boca.

Directo en la trampa.

Rita se dobló como si hubiera recibido una bala de 57 mm justo en su intestino. Su espalda se contrajo. Su cabello color óxido parecía que estaba a punto de levantarse por completo. Pero ella no parecía toserla de regreso. Dura como un clavo. Ella se lo trago completamente, hasta el fondo. Rita bebió un vaso de agua como venganza.

Ella debía tener por lo menos veintidós años, pero nunca lo creerías al verla. El color arena de los uniformes militares no la adulaban, pero si se vestía con uno de esas faldas con numerosos encajes que llevaban las chicas en la ciudad, se vería muy linda. Al menos eso me gustaba imaginar.

¿Qué pasa con esta comida? Sabe a papel.

- ¿Lo estás disfrutando? - Una voz vino por encima de mi cabeza.

Sosteniendo mis palillos sin mover un músculo, miré por el rabillo del ojo. Una cara prehistórica me miró desde debajo de un corte de pelo con tapa llana estabilizado alrededor de dos metros sobre el nivel del mar. Sus rasgos eran más de un dinosaurio que dé humano. Definitivamente había un velociraptor acechando en su árbol familiar. Mi espíritu cayó cuando vi su tatuaje en el hombro: un lobo con una corona. Él era de la 4 ª, la compañía que guardaba rencor contra nosotros desde ese partido de rugby. Volví a llevar la comida a mi boca con la regularidad de máquina.

Él levantó sus cejas, dos arbustos regordetes que habrían sido la envidia del mundo oruga.

- Te pregunté si lo estabas disfrutando.

- ¿Cómo no disfrutar de tan buena compañía?

- Así que ¿Por qué est ás tragando tu comida como si fuera algo que encontraste atrapado en el extremo de un cepillo de baño?

Hay sólo un puñado de soldados sentados en las enormes mesas de la cafetería. El olor de algo dulce emanaba desde la cocina. La luz artificial de las lámparas fluorescentes en el techo caía sobre el camarón frito amontonado en nuestros platos de servicio-pesado.

Si tuviera que clasificar la comida preparada en la UDF como buena o mala, era sin duda buena. Después de todo, sólo había tres cosas que un soldado de la UDF hacía: comer, dormir, y luchar. Si la comida no era buena, tendrías un problema moral en tus manos. Y de acuerdo a Yonabaru, la comida en la base Flower Line era mejor que en la mayoría.

La primera vez que la probé, me pareció que estaba deliciosa. Eso fue hace unos cinco subjetivos meses de ahora, tal vez más. Después de alrededor de un mes en el bucle, empecé a sazonar bastante mi comida. Intencionalmente mezclaba los condimentos para crear un sabor horrible, sólo lo suficiente para recordarme que la comida estaba allí. Y ahora, incluso eso había dejado de funcionar. No importa si estás comiendo alimentos preparados por un chef de cuatro estrellas, después de 80 días de comer la misma cosa, todo sabe igual. Probablemente porque así es. En este momento, era difícil para mí pensar en la comida como algo más que una fuente de energía.

- Si la expresión de mi cara te desanima en tu almuerzo, me disculpo .- No lo use tratando de iniciar una pelea.

- Espera. ¿Estás tratando de decir que esto es mi culpa?

- No tengo tiempo para esto.

Empecé a echar el resto de la comida del plato en mi boca. Estrello su palma con el tamaño de un guante de béisbol sobre la mesa. La sopa de cebolla salpico sobre mi camisa, dejando una mancha donde los mejores esfuerzos de la señora del almuerzo habían fracasado. Realmente no me importa. No importa lo duro que fuera la mancha, una vez que sea pasado mañana, yo ni siquiera tendría que lavarla.

- Los grunts de la 4ª compañía no val en el tiempo de los poderosos en la 17 ª ¿ Es eso?

Me di cuenta de que sin saberlo, me puse en una bandera23 muy molesta. Este bucle enserio que estaba maldito desde el primer momento. Yo había matado accidentalmente a Ferrell al final del último ciclo, y eso había dejado todo fuera de control en esta ocasión. Desde donde yo estaba, no habían pasado incluso cinco horas desde que había muerto vomitando sangre. Por supuesto que fui asesinado también, pero eso era de esperar. Ferrell había muerto tratando de proteger a un maldito nuevo recluta. Eso sólo estimuló mi migraña lo necesario para patearme a galope.

Yo había planeado aliviar mi mente mirando a Rita de la forma en que siempre lo hacía, pero mi humor de perros debe haber sido más obvio de lo que pensé. Claramente, era lo suficientemente malo para desencadenar algo que no había ocurrido en ninguno de los bucles anteriores.

Recogí mi bandeja y me levante.

El cuerpo de ese hombre era una pared de carne bloqueando mi camino. La gente se empezó a reunir, impacientes por una pelea. Eran las 1148. Si pierdo el tiempo aquí, sería desprenderme de toda mi agenda. El hecho de que yo tuviera todo el tiempo del mundo no significaba que tuviera tiempo que perder. Cada hora perdida significaba que era una hora más débil, y eso me afectaría en el campo de batalla.

- ¿Estas corriendo, cobarde? - Su voz sonó a través de la cafetería.

Rita se volvió y me miró. Era obvio que ella se había dado cuenta de que el recluta que había estado mirándola fijamente durante el EF estaba comiendo en la misma cafetería. Algo me decía que si e devolvía la mirada, ella me ayudaría de la forma en que me había ayudado durante el EF, la forma en que me había ayudado en mi primera batalla. Rita no era el tipo de persona que podría darle la espalda a alguien en problemas. Su humanidad estaba empezando a mostrarse. Me pregunté cuál sería su juego, tal vez ella empiece a hablar de té verde para enfriar a este chico. Me reí entre dientes con esa idea.

- ¿Qué es tan gracioso?

- Ups. No tiene nada que ver contigo.

Mis ojos dejaron a Rita. El Keiji Kiriya de pie en la cafetería este día no era un verde recluta. Mi apariencia externa puede ser la misma, pero por dentro era un veterano endurecido en setenta y nueve batallas. Yo podía hacer frente a mis propios problemas. Había involucrado a Rita una vez durante el EF y una vez más, indirectamente, por mi regular charla para poner en mi camino una de sus hachas de batalla de repuesto. No necesitaba involucrarla por tercera vez sólo porque sea a través de la comida.

- ¿Estás jodiendo conmigo? - Él no iba a dejar pasar esto.

- Lo siento, pero yo realmente no tengo tiempo que perder, joder.

- ¿Que tienes entre las piernas? Un par de pelotas de ping pong?

- Nunca me quite el saco para ver. ¿Y tú?

- ¡Hijo de puta!

- ¡Es suficiente! - Una seductora voz corto nuestro argumento. No fue Rita.

La salvación llegó de un lugar inesperado. Me di la vuelta para ver a una mujer de piel bronceada de pie junto a la mesa. Sus pechos con delantal irrumpieron bruscamente con un buen 60% en mi campo de visión. Se puso de pie entre nosotros sosteniendo camarón frito humeante con un largo par de palillos de cocina. Era Rachel Kisaragi.

- No quiero ninguna pelea aquí. Esto es un comedor, no un ring de boxeo

- Solo estoy tratando de enseñarle a este recluta algunos modales.

- Bueno, la esc uela acabo.

- Oye, tú fuiste la que se quejó de lo mal que se veía comiendo tu comida.

- Aun así.

Rachel me miró. Ella no había mostrado el más mínimo atisbo de ira cuando me golpeé con su carrito de patatas, así que para que esto haya llegado a ella, debo haberla impresionado. Una parte de ella probablemente quería avergonzar a cualquier persona asociada con Jin Yonabaru, ampliamente considerado como la persona más molesta de la base. No es que la culpe. Tropecé con la bandera de patatas derramadas, y ahora me tropecé ésta. La secuela era mi responsabilidad.

En una base teñida de manchas café con tonos de la tierra del desierto, una mujer como Rachel estaba destinada a atraer a un admirador o dos, pero nunca me había dado cuenta de lo popular que era. Este hombre no había escogido una pelea conmigo por alguna rivalidad entre compañías. Él estaba presumiendo.

- Está bien. No debí haber dicho nada. - Rachel se volvió hacia el gigante que asoma y me alejó con un gesto volteando desde de su espalda.

- Aquí . Ten un camarón, va por la casa. Guárdalo para los pingüinos. - Rachel frunció el ceño.

- ¿Acaso este enano no tiene nada que decir? - Él sacó un brazo grande y carnoso por encima del hombro de Rachel y lanzó un golpe.

Reaccioné instintivamente. Meses subjetivos en un Jacket me habían acondicionado para mantener siempre los pies firmemente plantados en el suelo. Mi pierna derecha giró en el sentido de las agujas del reloj, la izquierda en sentido contrario, colocándome en una postura de batalla. Paré su embestida con mi brazo izquierdo y levante la bandeja del almuerzo con mi mano derecha para evitar que se cayera, con mi centro de gravedad nunca dejando la mitad de mi cuerpo. Rachel dejó caer el camarón frito. Lo arrebaté de su elegante vuelta en el aire antes que su cola lograra tocar el suelo.

El desvío había arrojado al sujeto fuera de balance. Dio dos pasos tambaleantes hacia adelante, luego un tercero, antes de caer en el almuerzo de un soldado sentado frente a él. Comida y platos salieron volando con un espectacular choque. Me levante, balanceando mi bandeja en una mano.

- Se te cayó esto. - Le entregué a Rachel el camarón frito.

Los espectadores estallaron en aplausos.

- ¡Maldito pedazo de mierda!

El tipo ya estaba molesto, su puño estaba volando hacia mí. Él era terco. Tuve un momento para considerar si debía esquivar su puñetazo, lanzar un contraataque por mi parte, o dar la vuelta y correr.

Hablando desde la experiencia, un derechazo recto de un hombre que había sido entrenado para pilotar un Jacket definitivamente tenía cierto efecto, pero no era nada en comparación con lo que podía hacer un Mimic. El golpe de este perdedor sería suficiente para infligir dolor, pero no una herida mortal, a menos que sea extremadamente afortunado.

Vi como puso cada onza de su fuerza en el golpe. Su puño estaba navegando justo a la punta de mi nariz. Él estaba descuidando sus pies, dejando una abertura. Yo no la tomé.

No era mi primera oportunidad para matarte.

Se recuperó del golpe perdido, su respiración rugía en su nariz. Comenzó a saltar alrededor como un boxeador.

- Deja de agacharte y pelea como un hombre, ¡Perra!

¿Todavía no ha tenido suficiente?

La brecha entre nuestros niveles de habilidad era más profunda que una fosa marina, pero supongo que la demostración no había sido suficiente para que se hunda. Pobre bastardo.

Él vino con un gancho de izquierda.

Me moví hacia atrás medio paso.

Whoosh.

Otro golpe. Di un paso atrás. Podría haberlo matado dos veces ya. Allí, mi tercera oportunidad. Ahora cuarto. Él estaba dejando demasiadas aberturas para contar. Podría haberlo dejado sobre el piso diez veces en solo un minuto. Por suerte para él, mi trabajo no era enviar a jinetes de Jacket discapacitados a la enfermería, no importa qué tan impetuosos fueran. Mi trabajo era enviar Mimics a su lugar privado en el infierno.

Con cada golpe que lanzaba y fallaba, la multitud gritaba.

- ¡Vamos, ni siquiera lo has arañado!

Traducción: Wisdel Corrección: Deicob

- ¡Deja de brincar alrededor y dale un golpe ya!

- ¡D ale un puñetazo! ¡Dale un puñetazo! ¡Dale un puñetazo!

- ¡Cuiden las puertas, no quiero que nadie interrumpa esto! ¡Tengo diez dólares en el grande!

Seguido inmediatamente por:

- ¡Veinte al chico escuálido!

“¡ Hey, ese soy yo !” Pensé mientras esquivé otro puñetazo. Entonces alguien gritó:

- ¿Dónde está mi camarón frito? ¡Perdí mi camarón frito!

Entre más crecía la emoción de la multitud, él ponía mayor esfuerzo detrás de sus golpes y se volvían más fáciles de evitar.

Ferrell tenía un dicho: " Rompe cada seg undo. " La primera vez que lo escuché, yo no entendía lo que significaba. Un segundo era un segundo. No había nada para estirar o romper.

Pero resulta que se puede tallar la percepción del tiempo en piezas cada vez más finas. Si accionas un interruptor en la parte posterior de tu cerebro, puedes ver un segundo pasar como fotogramas de una película. Una vez que averiguas lo que estaría sucediendo diez cuadros más tarde, puedes tomar las medidas necesarias para revertir la situación a tu favor. Todo en un nivel subconsciente. En la batalla, no podías contar con nadie que no entendiera cómo romper el tiempo.

Evadir sus ataques era fácil. Pero yo no quería tropezar con más banderas innecesarias de las que ya tenía. Había tenido un montón de problemas para cambiar mi horario, pero si seguía con esto la 17 ª estaría en la cafetería pronto. Necesitaba llevar esta diversión a su fin antes de que ellos llegaran.

Decidí que recibir uno de sus golpes me haría perder la menor cantidad de tiempo. Pero no contaba con que Rachel interviniera su camino para tratar de detenerlo. Ella alteró el curso de su puño derecho sólo lo suficiente para cambiar el golpe que se suponía iba a mi mejilla en uno que aterrizó justo en mi barbilla. Una ola de calor se propagó por mis dientes en la parte posterior de mi nariz. Los platos en mi bandeja bailaron a través del aire. Y vi a Rita en el borde de mi campo de visión, saliendo de la cafetería. Me gustaría hacer este dolor una lección para la próxima vez. Perdí el conocimiento y vagaba a través de un confuso sueño…

Cuando volví en mí, me encontré acostado sobre varias sillas de tubos empujadas juntas como cama improvisada. Algo húmedo estaba en mi cabeza, un pañuelo de mujer. Un ligero olor a cítricos flotaba en el aire.

- ¿Estás despierto ?

Estaba en la cocina. Encima de mí un ventilador industrial estaba zumbando, absorbiendo el humo de la habitación. Cerca de allí, había un líquido verde olivo a fuego lento en una olla enorme como los calderos que se suponía que usaban los nativos furiosos para hervir exploradores desde la medula hasta sus sombreros, o incluso más grande. Un menú de la próxima semana colgado en la pared. Sobre el menú escrito a mano estaba la cabeza de un hombre arrancado de un cartel.

Después de mirar fijamente sus dientes blanqueados por lo que parecía una eternidad, finalmente lo reconocí. Era la cabeza del constructor musculoso del cartel en nuestros cuarteles. Me pregunté cómo es que había hecho todo el camino desde los cuarteles de los hombres a su nuevo muro, donde podría pasar sus días sonriendo a sabiendas que estaba con las mujeres que trabajaban en la cocina.

Rachel estaba pelando patatas, lanzando cada piel en espiral en una cesta de gran tamaño que hacía juego con el tamaño de la olla. Esas eran las mismas patatas que habían llegado como lluvia sobre mi cabeza en mi tercera vez a través del bucle. Me había comido ya setenta y nueve veces esas malditas patatas trituradas que estaba haciendo. No había otros trabajadores la cocina aparte de Rachel. Ella debe haber preparado las comidas para todos estos hombres por su cuenta.

Al sentarme, mordí el aire un par de veces para probar mi mandíbula. Ese golpe me había atrapado desde un ángulo recto. Las cosas no parecen estar alineadas de la manera que deberían.

Rachel resoplo al verme. - Lo siento. Realmente no es un mal tipo.

- Lo sé.

Ella sonrió. - Eres más maduro de lo que pareces.

- No lo suficientemente maduro para no meterme en problemas, al parecer. - Respondí encogiéndome de hombros.

Las personas estaban siempre un poco muy nerviosas el día antes de una batalla. Y los chicos siempre estaban buscando una oportunidad para quedar bien delante de una chica alucinante como Rachel. El engalamiento estaba definitivamente contra mí, aunque estoy seguro que la cara que había estado haciendo no habría ayudado a la situación de cualquiera.

- ¿Qué eres, un pacifista? Una rareza por estos lugares.

- Me gusta guardarme para el campo de batalla.

- Eso lo explica todo.

- ¿Explica qué?

- El por qué te esta bas reprimiendo. Eres obviamente un mejor luchador .

Los ojos de Rachel me miraron fijamente. Ella era alta para una mujer. Esta base se había construido hace tres años. Ella había llegado a la base Flower

Line inmediatamente después de obtener su licencia de nutricionista, eso la hace por lo menos cuatro años mayor que yo. Pero seguro que no lo parecía. Y no era que hiciera todo lo que pudiera para hacerse ver más joven. El brillo de su piel bronceada y su cálida sonrisa eran tan naturales como llegaron. Ella me recordó a la bibliotecaria de la que me había enamorado en la escuela secundaria. La misma sonrisa que me había robado el corazón y me enviaba felizmente al trabajo de ventilar la biblioteca en el caluroso verano de hace tanto tiempo.

- Nuestras vida s deberían ser escritas en piedra. En papel es demasiado improvisado, demasiado fácil de volver a escribir. - Pensamientos como ese habían estado mucho en mi mente últimamente.

- Eso es algo extraño para decir.

- Tal vez.

- ¿Vas a encontrarte con alguien?

La observe. Tenía ojos verdes.

- No.

- Estoy libre esta noche. - Luego se apresuró a agregar: - No te hagas una idea equivocada. No le digo este tipo de cosas a cualquiera .

Hasta donde. Se había quitado de encima a Yonabaru con bastante facilidad. Por toda una semana escuche queja tras queja sobre la mujer más caliente cuyas rodillas fueron encerradas con el mayor candado. " Realmente es un travesti . " Me decía. Y tuve la sensación de que no era un trato especial sólo porque Yonabaru era quien era.

- ¿Qué hora es? - Yo todavía tenía un horario que cumplir.

- Casi las tres. Estuviste fuera durante unas tres horas.

1500. Se suponía que debía estar entrenando con Ferrell. Tenía que corregir lo que había hecho en el último bucle, el movimiento que había matado a Ferrell y el teniente. Habían muerto protegiéndome porque estaba presumiendo. Todavía podía ver las humeantes y carbonizadas fotos familiares con las que Ferrell había decorado el interior de su Jacket aleteando en el viento. Una foto de él sonriendo bajo el sol brillante de Brasil rodeado de hermanos y hermanas quedo grabada en mi mente.

No poseo ningún talento extraordinario que me distinga de mis compañeros. Yo sólo era un soldado. Había cosas que podía hacer, y cosas que no podía. Si practicaba, con el tiempo podía cambiar algunas cosas que no podía hacer antes con las cosas que pude. No iba a dejar que mi exceso de confianza matara a la gente que había salvado mi vida una y otra vez.

En otras circunstancias podría haber aceptado su invitación.

- Lo siento, pero no soy el tipo que estás buscando.

Me di la vuelta y empecé a correr hacia el campo de entrenamiento donde el sargento Ferrell estaba esperando, apestando a sudor y bombeando adrenalina.

- ¡Estúpido!

No me detuve a devolver el cumplido.




23 Bandera/Flag: Evento, por así decirlo, que van definiendo una ruta en los galges o novelas visuales.




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