Violet Evergarden - Volumen 1 Capítulo 1
EL DRAMATURGO Y LA AUTO-MEMORIES DOLL
1
Roswell era una hermosa capital bucólica rodeada de vegetación. La
ciudad estaba ubicada en la base de una montaña, rodeada de varias otras
igualmente altas. Todo su territorio era algo digno de contemplarse.
Sin embargo, entre personas influyentes, Roswell era conocida por sus
casas de verano, o en otras palabras, sus villas para vacacionar.
En primavera, las montañas y los ríos, rebosantes de flores, entretenían
la visión de la gente. En verano, muchos buscaban la cascada más
grande, que era un punto turístico para conocer la historia local. En
otoño, los corazones de todos eran golpeados por la lluvia de hojas en
descomposición. En invierno, todo el paisaje estaba envuelto en una
tranquilidad silenciosa. Como la transición de las cuatro estaciones era
muy fácil de distinguir, era una tierra que tenía más que suficiente
para ofrecer y complacer a aquellos que la visitaban durante el cambio
de estaciones con el objetivo de hacer turismo.
Se habían construido muchas villas conectadas a la ciudad al pie de la
montaña, que consistían en cabañas de madera pintadas en una gran
variedad de colores. Desde los solares más pequeños hasta los más
grandes, el costo de la tierra en el área era bastante alto, y por lo
tanto, tener una villa construida era una prueba de riqueza en sí misma.
La ciudad estaba abarrotada de tiendas para turistas. En vacaciones, la
calle principal interconectada a dichas tiendas estaba abarrotada,
melodías agradables sonaban de fondo. Con tal variedad, nadie podría
burlarse del lugar, incluso siendo rural. La gente solía construir
villas en la ciudad por conveniencia, y cualquiera que las construyera
en otro lado era visto como un paria excéntrico.
La estación actual era un otoño de nubes a la deriva en un cielo de
aspecto distante. Lejos del pie de la montaña, ubicada cerca de un lago
que no era muy apreciado como punto de excursionismo, había una sola
casa de campo. Era una casa de estilo tradicional con rasgos notables,
como si expresara que pertenecía a una persona lucrativa. Pero como si
también perteneciera a una persona despreocupada, estaba en malas
condiciones, con un aspecto de abandono.
Más allá de su puerta en forma de arco con pintura blanca y descolorida
había un jardín lleno de hierbas y flores sin nombre, así como una pared
de ladrillo rojo podrido que parecía no haber sido reparada. Las tejas
de los techos se agrietaron aquí y allá, luciendo como si hubieran
estado perfectamente alineadas en el pasado, pero ahora estaban
cruelmente recortadas. Junto a la entrada de la casa había un columpio
cubierto de hiedras enredadas, aparentemente ya no se podía mover. Era
un signo de que solía haber niños alrededor pero ya no estaban más.
El propietario de la casa era un hombre de mediana edad llamado Oscar.
Con dicho nombre, él había mantenido una carrera en la industria
literaria como dramaturgo. Era un pelirrojo con muchas peculiaridades
que usaba lentes pesados de montura gruesa y negra. Tenía la cara
infantil y estaba un poco encorvado hacia delante, lo que lo hacía
parecer más joven de lo que realmente era, y siempre llevaba un suéter,
ya que era sensible al frío. Un hombre completamente normal que no
insinuaba que podría convertirse en el protagonista de cualquier clase
de historia.
La casa no era la villa de Oscar; había sido construida con el deseo
genuino de pasar su vida en ese lugar. No él solo, sino también su
esposa y su pequeña hija. Tenía espacio suficiente para los tres, pero
no había nadie más que Oscar viviendo allí. Las otras dos ya habían
fallecido.
La causa de la muerte de la esposa de Oscar había sido una enfermedad.
Su nombre era demasiado largo, hasta el punto de que uno renunciaría a
intentar pronunciarlo. En pocas palabras, fue la rápida coagulación de
los vasos sanguíneos, lo que causó la muerte por la obstrucción de los
mismos. Era hereditario, y su esposa lo había heredado de su padre. Como
ella se había quedado huérfana debido a la alta tasa de mortalidad en
su familia, solo había descubierto la cruel verdad sobre su esposa,
quien había estado sola por no tener parientes, después de que ella se
había ido.
— Tenía miedo de que, si lo hubieras sabido, no hubieras querido casarte con una mujer enferma, así que lo mantuvo en secreto.
La que le había dicho eso había sido su mejor amiga. En su funeral,
desde el momento en que recibió tal revelación, una pregunta
constantemente hizo eco en la cabeza de Oscar.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
Si ella se lo hubiera dicho de antemano, sin importar cuánto costara,
podrían haber buscado una cura juntos. Podrían haber gastado cualquier
cantidad del dinero extra que tenían en sus ahorros acumulados,
independientemente de los costos.
Era obvio que la esposa de Oscar no se había casado con él por interés.
La había visto por primera vez antes de convertirse en dramaturgo, y
aunque sus reuniones tenían lugar en una biblioteca que visitaba con
frecuencia, el que la había notado primero, a la ex bibliotecaria, había
sido el propio Oscar.
Pensé que ella era... una persona hermosa. La sección de los libros
nuevos de los que estaba a cargo siempre era interesante. Como me
enamoré de esos libros, también me enamoré de ella.
¿Por qué?
Se repitió varios cientos de millones de veces. Cualquier otra cosa había desaparecido de su mente.
La mejor amiga de su esposa era una persona generosa y como Oscar había
perdido el espíritu con la muerte de su esposa, ella se ocupó
enérgicamente de él y de su hija pequeña. Preparaba comidas calientes
para él, ya que se olvidaba de comer en todo el día si se quedaba solo,
trenzaba el cabello de la niña que lloraba y lamentaba la ausencia de
la madre, quien solía hacerlo en el pasado. Tal vez había habido un poco
de amor no correspondido involucrado.
Una vez, cuando estaba en la cama con fiebre alta, la que había llevado
al hospital a su hija que repetidamente vomitaba había sido ella. La que
primero descubrió que la niña tenía la misma enfermedad que su madre no
había sido el padre, sino la mejor amiga de la madre.
Lo que había sucedido después progresó lentamente, pero a los ojos de
Oscar, no podría haber sido más rápido. Habían confiado solo en médicos
famosos e inigualables, a diferencia de cuando su esposa había pasado
por las mismas dificultades. De un gran hospital a otro, inclinaron sus
cabezas ante muchas personas, pidiendo ayuda y recopilando información
para probar nuevas medicinas.
Las medicinas y los efectos secundarios eran dos caras de la misma
moneda. Su hija lloraba cada vez que las tomaba. Como no podía apartar
los ojos del sufrimiento de su ser querido, los días que pasó cuidando
de ella desgastaban aún más su ya corroído corazón.
No importa qué tipo de nuevos medicamentos probaran, la situación de su
hija no mejoró. Al final, con todos los recursos agotados, los médicos
se dieron por vencidos y la declararon como incurable.
Me pregunto si mi esposa se siente triste después de haber sido llamada al más allá.
Esta y otras reflexiones igualmente tontas pasaron por su mente una y otra vez.
Por favor, no te la lleves contigo.
Suplicó frente a su tumba, pero los muertos no tienen boca para responder.
Oscar estaba exhausto mentalmente, pero la que se quebró primero fue la
mejor amiga de su esposa, quien hasta entonces los había seguido hasta
los incontables hospitales que habían visitado. Abrumada por el cuidado
de su hija inestable, poco a poco se distanció de los hospitales hasta
que, finalmente, Oscar y su hija estaban realmente solos.
Debido a una rutina diaria de varias recetas, las mejillas de su hija,
que antes se parecían a los pétalos de rosa sobre la leche blanca, se
habían vuelto amarillentas y terriblemente demacradas. Su cabello que
solía oler dulce y se parecía a la miel se había caído rápidamente.
Él no podía soportar verla. Era realmente una estampa que no podía soportar mirar.
Finalmente, Oscar tuvo una discusión con uno de los médicos, para que su
hija no tuviera que tomar más que analgésicos. No deseaba que el resto
de su corta vida estuviera absorta en aflicción.
A partir de entonces, hubo un poco de paz. Días fáciles. Mirando la
sonrisa de su hija por primera vez en mucho tiempo. Los remanentes de
sus afortunados días habían continuado.
2
El clima había sido maravilloso el día que falleció, un otoño que tenía
el color de todo lo que había a su alrededor. El cielo era brillante.
Desde las ventanas se veían árboles teñidos de rojo y amarillo.
En las instalaciones del hospital, había una fuente que parecía un
oasis, y en la superficie del agua, las hojas que venían de los
alrededores flotaban en silencio. Al caer, flotaban y oscilaban en el
agua, acumulándose como si hubieran sido atraídas por un imán. Su hija
había comentado lo bonitas que eran.
— El amarillo de las hojas mezclado con el azul del agua es muy bonito. Oye, ¿podría caminar sobre ellas sin caerme?
Una idea tan infantil. Era evidente que las hojas pronto perderían ante
la gravedad y su peso y se hundiría. Incluso así, Oscar no dijo eso.
— Si tuvieras un paraguas, podrías usar el viento y las posibilidades de eso aumentarían, ¿no?
Había respondido en broma, deseando mimar aunque fuera solo un poco a esa niña que no podía ser salvada.
Al escuchar su respuesta, su hija sonrió con ojos centelleantes.
— Me lo mostrarás algún día, ¿verdad? En ese lago cerca de nuestra
casa, cuando las hojas que caen en otoño se juntan en la superficie.
Algún día.
Algún día, ella se lo mostraría.
3
Después de eso, su hija, al tener un ataque de tos, había fallecido repentinamente.
Mientras abrazaba su cuerpo sin vida, se dio cuenta de lo ligero que
era. Incluso para un cadáver que ya no tenía alma, había sido demasiado
liviano. Mientras sollozaba, Oscar se había preguntado si realmente
alguna vez había estado viva o si simplemente había tenido un largo
sueño.
Había enterrado a su hija en el mismo cementerio que su esposa,
volviendo al lugar donde los tres habían vivido juntos una vez y
reanudando su vida en silencio. Oscar tenía suficiente poder económico
para vivir sin que le afectara nada, ya que los guiones que había
escrito se usaban en todas partes, por lo que los ahorros acumulados en
sus pagos le impedían morir de hambre.
Después de años de luto por su hija y su esposa, un colega de su antiguo
trabajo se le acercó y le preguntó si podía escribir un guion una vez
más. Para Oscar, a quien solo le quedó su nombre en la industria y se
borró su existencia, una petición de un grupo de teatro que todos
admiraban era un honor.
Días perezosos, disolutos y afligidos por la pena. Los humanos son
criaturas que fácilmente se cansan de estar tristes o felices, y no
pueden continuar en ese estado por siempre. Esa es su naturaleza. Oscar
había aceptado la oferta con una retroalimentación inmediata, y decidió
blandir su pluma una vez más. Sin embargo, fue a partir de entonces que
comenzó su problema.
Para escapar de la cruda realidad, Oscar había empezado a beber. También
sirvió como medicina para poder tener buenos sueños. Gracias a la
asistencia de un médico, pudo superar el alcohol y los fármacos, pero
como consecuencia quedó con un temblor permanente en la mano. Ya sea que
escribiera en papel o con una máquina de escribir, simplemente no pudo
progresar adecuadamente. El deseo de escribir, sin embargo, permaneció
en su pecho. Todo lo que tenía que hacer era encontrar un medio para
ponerlo en palabras.
Acudió a pedir consejo al viejo colega de trabajo que le había hecho la solicitud, éste le había dicho:
— Hay algo que podría funcionar. Deberías usar una Auto-Memories Doll.
— ¿Qué es eso?
— Estás tan desconectado del mundo... no, más como si tu reclusión
estuviera en un nivel preocupante. Ellas son famosas. Hoy en día, puedes
alquilarlas a un precio relativamente bajo. Así es, deberías pedir una.
— Una Doll... ¿podría ayudarme?
— Son especialistas amanuenses.
Entonces Oscar decidió usar la herramienta cuyo nombre acababa de
memorizar. Una “Auto-Memories Doll”. Su encuentro con ella comenzó desde
allí.
4
Una mujer subió por el sendero de la montaña. Su cabello suave y
trenzado estaba sujeto por una cinta roja oscura, mientras que su
delgado cuerpo estaba envuelto en un vestido blanco como la nieve atado
con un listón por la cintura. Su falda de seda plisada se balanceaba
pulcramente mientras caminaba, el broche esmeralda en su pecho brillaba
con destellos. La chaqueta que llevaba sobre el vestido era de un
contrastante azul de Prusia. Sus largas botas de cuero, usadas por
comodidad, eran de un profundo color marrón cacao.
Sosteniendo una maleta de aspecto pesado, se abrió camino a través de la
arqueada puerta blanca de la casa de Oscar. Justo en el momento en que
entró al patio delantero de la casa, una ráfaga de viento otoñal sopló
ruidosamente. Hojas rojas, amarillas y marrones que caían bailaron
alrededor de donde estaba parada.
Tal vez debido a la cortina de hojas otoñales, su campo de visión se
nubló momentáneamente. La mujer entonces sujetó firmemente el broche en
su pecho. Murmuró algo en voz baja, más bajo que el sonido de la lluvia
de hojas, derritiéndose en el aire sin que nadie pudiera oírlo.
Cuando el viento juguetón se calmó, la atmósfera de cautela de la mujer
desapareció, y sin ninguna vacilación, presionó el timbre de la casa con
un dedo protegido por un guante negro. El zumbido resonó como un grito
desde las profundidades del infierno y después de un momento la puerta
se abrió. El dueño de la casa, el pelirrojo Oscar, mostró su rostro.
Vestía ropas desordenadas delante de la invitada, como si acabara de
despertarse o no hubiera dormido.
Cuando Oscar miró a la mujer, se quedó ligeramente perplejo. ¿Era porque
ella tenía un atuendo tan fantástico? ¿O era porque ella era demasiado
impresionante? Fuera lo que fuera, tuvo que tomar aire profundamente.
— ¿Eres... la Auto-Memories Doll?
— Precisamente. Me apresuro hacia donde deseen mis clientes. Soy del servicio automatizado de Dolls, Violet Evergarden.
La mujer rubia y de ojos azules que poseía una belleza que parecía haber
salido de un cuento de hadas respondió en tono monótono, sin mostrar
una sonrisa falsa.
5
La mujer llamada Violet Evergarden era una figura tan reservada y
encantadora como una muñeca ordinaria. Sus iris azules, parcialmente
cubiertos por mechones dorados, brillaban como el océano, con las
mejillas teñidas de rosa cereza sobre la piel blanca como la leche y los
labios de color lustroso y brillante. Una mujer con una hermosura
similar a la luna llena, no le faltaba nada. Si no fuera por su
parpadeo, podría convertirse fácilmente en un artefacto en alguna
galería.
Oscar no tenía absolutamente ningún conocimiento sobre Auto-Memories
Dolls, por lo que le había pedido a su antiguo compañero de trabajo que
le consiguiera una.
— Ella será enviada dentro de unos días.
Fue lo que le habían dicho, y después de esperar, fue visitado por ella.
Estaba seguro de que iba a recibir del cartero una caja que contenía
una pequeña muñeca parecida a un robot. Pensar que sería un androide tan
similar a un humano... ¿Cuánto ha mejorado la civilización desde que me
he recluido aquí?
Oscar se mantuvo distante del resto del mundo. No leía periódicos ni
revistas y rara vez salía con alguien. Aparte de sus amigos, las únicas
personas con las que tenía contacto eran el cajero de la tienda de
comestibles y el repartidor que ocasionalmente le traía paquetes.
Pronto lamentó no buscar información y arreglar todo por sí mismo. Tener
algo que se parecía a una persona en una casa, una vez destinada para
tres personas se sentía extremadamente incongruente y de alguna manera
le trajo un regusto amargo.
Se siente como si le estuviera haciendo algo terrible a mi familia...
Sin tener idea de los pensamientos de Oscar, Violet se sentó en el
amplio sofá de la sala a la que había sido dirigida. Cuando le
ofrecieron té negro, ella lo bebió todo pulcramente, lo que parecía
indicar que las máquinas actuales se habían desarrollado
espléndidamente.
— ¿Qué le sucede al té negro que bebiste?
Al sentirse interrogada, Violet inclinó un poco la cabeza.
— Eventualmente se descargará de mi cuerpo... y volverá a la tierra—.
Respondió ella. Era una respuesta muy similar a una muñeca.
— Honestamente... estoy sorprendido. Hum, eres un poco diferente... de lo que había imaginado.
Violet examinó su propia apariencia con una mirada, y luego miró a Oscar, quien la miró sin sentarse en la silla contigua.
— ¿Habría créditos adicionales en caso de que estuviera de acuerdo con sus esperanzas?
— No ... no son exactamente “esperanzas”.
— Si al Maestro no le importa esperar, podría pedirle a la Compañía que envíe otra Doll.
— Eso no es lo que quise decir... no, olvídalo. Mientras puedas trabajar, está bien. No pareces el tipo escandaloso.
— Si lo desea, también puedo respirar sin hacer ruido.
— No tienes que... llegar tan lejos.
— He venido aquí para ser la asistente del Maestro. Trabajaré para
complacerle y así no manchar el nombre de las Auto-Memories Doll. No me
importa si las herramientas que tengo a mi disposición son lápiz y papel
o una máquina de escribir. Por favor haga uso de mí como le plazca.
Mientras decía eso mirándolo intensamente con sus enormes orbes azules
como gemas, el corazón de Oscar se aceleró un poco, y asintió con un
“sí”.
El período por el cual la habían alquilado era dos semanas. En ese
periodo, tenían que terminar una historia sin importar qué. Oscar renovó
su voluntad, llevándola a su estudio y planeando comenzar a trabajar de
inmediato. Sin embargo, las cosas no resultaron así, lo que Violet
terminó haciendo primero no fue escribir, sino limpiar la habitación.
El estudio que también era un dormitorio tenía la ropa sucia de Oscar y
una sartén con restos de su última comida en el piso de una manera
desastrosa. Para decirlo sin rodeos, no había espacio ni siquiera para
poder poner un pie dentro.
Violet lo miró con sus grandes pupilas. “¿Me llamaste aquí con el lugar en esta condición?”, parecían decir sus ojos.
— Lo siento…
Claramente, no era una habitación en la que alguien trabajaría. Desde
que se había quedado solo, dejó de usar la sala de estar, esa era la
razón por la cual todavía estaba limpia, pero esta habitación en la que
entraba y salía con frecuencia, así como la cocina y el baño, cayeron a
un estado atroz.
Oscar se alegró de que Violet fuera una muñeca mecánica. Su edad
corporal parecía ser de alguien entre los 18 y mitad de sus 20; no
deseaba mostrar algo tan embarazoso a una mujer tan joven. Aunque estaba
envejeciendo, para ser hombre, era simplemente deplorable.
— Maestro, soy una amanuense, no una sirvienta—. dijo mientras,
contradiciendo sus palabras, sacaba de su bolso un delantal blanco con
volantes, procediendo de buena gana a poner todo en orden.
El primer día terminó así.
El segundo día, los dos se sentaron en el estudio y comenzaron su
trabajo. Oscar yacía en su cama mientras Violet se sentaba en una silla y
usaba la máquina de escribir sobre el escritorio.
—Ella... dijo—, según dictaba Óscar, Violet silenciosamente anotaba cada
letra con una velocidad aterradora sin siquiera mirar las teclas. Oscar
observaba completamente sorprendido—. Bastante... rápida, eh.
Al ser felicitada, Violet se quitó uno de los guantes negros, subió sus
mangas y le mostró uno de sus brazos. Era metálico. Los dedos parecían
ser aún más rígidos y robóticos que las otras partes.
— Soy empleada de una agencia que vende practicidad. Estos son los
estándares de Esterk Company, por lo que mis niveles de resistencia son
altos, y me es posible realizar movimientos y usar un nivel de fuerza
física que normalmente un cuerpo humano no podría, lo cual es muy
fascinante. Puedo registrar cualquier palabra que el Maestro diga sin
ninguna omisión.
— ¿Es así? Ah, oye, no tienes que escribir lo que acabo de decir, solo las palabras para el guion.
Oscar continuó dictando. En el proceso, tomaron muchos descansos, pero
las cosas fueron bien el primer día. Después de todo, el concepto de la
historia ya lo tenía almacenado en su interior, y no había podido
registrarlo en ninguna parte.
Mientras Oscar hablaba, se dio cuenta de que Violet era genial como
oyente de historias y amanuense. Desde el principio había tenido una
impresión de serenidad y, durante el trabajo, eso era aún más evidente. Y
a pesar de que no lo había solicitado, realmente no podía escuchar su
respiración, solo el ruido de la máquina de escribir. Cuando desvió la
mirada, tuvo la impresión de que la máquina de escribir estaba
escribiendo todo por sí misma. Cada vez que preguntaba hasta qué punto
ella había escrito, ella se lo leía, su voz templada y buena oratoria
eran algo interesante de escuchar. Con ella como narradora, todo sonaba
como una historia de ficción solemne.
Ya veo, por supuesto que se volverían populares.
Oscar fue testigo de la grandeza de las Auto-Memories Dolls. Sin
embargo, aunque las cosas habían ido bien hasta el tercer día, a partir
del cuarto día en adelante, hubo un período en el que entró al bloqueo
del escritor. Era algo común entre los escritores; veces en las que ya
había pensado en el contenido que se anotaría, pero no podía expresarlo
con las palabras adecuadas.
A partir de sus muchos años de experiencia, Oscar tenía un método para
lidiar con el bloqueo. Eso era dejar de escribir. Sabía que nada de lo
que se obligara a escribir saldría lo suficientemente bien. Por lo
tanto, se sintió mal por Violet, pero tuvo que dejarla esperando. Para
no dejarla sentada sin hacer nada, le pidió que limpiara, lavara y
cocinara. Naturalmente, ella estaba impulsada por la espontánea
disposición de un duro trabajador.
Había pasado mucho tiempo desde que había comido una comida caliente
hecha por otra persona. Había pedido comida a domicilio y salía a cenar
fuera, pero las comidas que se había cocinado debido a estar ocupado por
el trabajo eran diferentes de esas.
Tortilla de arroz con una capa de huevo que se fundía en su boca. Una
receta de hamburguesa de tofu llegada del este. Un pilaf de primera
clase de coloridas verduras sobre arroz mezclado con una salsa picante.
Un gratinado con mariscos que era difícil de encontrar en una tierra
rodeada de montañas. Como guarniciones, siempre había ensaladas y sopas
de las cuales preguntaría de qué estaban hechas. Estaba un poco
conmovido por todo esto.
Mientras Oscar comía, Violet solo miraba sin probar nada. No se movía
mientras avanzaba la hora de la comida, alegando que comería más tarde.
Sabía que podía ingerir líquidos, pero podría ser que no podía comer
nada sólido. Si eso era así, ¿qué pasaría si ella bebiera aceite
mientras él no miraba? Mientras trataba de imaginarlo, una imagen
surrealista vino a su mente.
No habría problema... si comiéramos juntos.
Pensó con anhelo, sin decirlo en voz alta.
Ella era completamente diferente a su esposa, pero algo sobre la silueta
de su espalda cuando cocinaba le traía una sensación familiar. Cuando
la observó, por alguna razón, fue asaltado por una tristeza excesiva y
las esquinas de sus ojos se sintieron calientes. Con eso, llegó a
comprender muy bien cómo era permitir que un extraño entrara en su
rutina.
Es decir... el estilo de vida que tengo ahora es realmente solitario.
El júbilo de ver a Violet regresar a casa después de un recado. El
alivio de saber que no estaba solo cuando sentía que se estaba quedando
dormido por la noche. El hecho de que ella estaría allí cuando abriera
los ojos nuevamente, incluso sin hacer nada. Todo eso hizo que Oscar
supiera cuán solitario estaba.
No tenía problemas económicos en su vida. Sin embargo, eso no era más
que un escudo psicológico para endulzar la realidad y evitar que su
corazón se endureciera aún más. No estaba garantizado para curar ninguna
herida. Tener a alguien tan cerca de quien no conocía más que su
temperamento y que estuviera allí junto a él, de la misma manera en que
la había dejado cuando se despertó, atravesó el corazón alguna vez
cerrado de Oscar, quien había estado solo por tanto tiempo.
Violet entrando en su vida había sido como ondas en el agua. Un pequeño
cambio en un lago inmóvil. Las únicas cosas atrapadas en ese flujo eran
guijarros insignificantes, pero para una vida tan insípida como la suya,
había sido como una gran transformación para un lago sin viento.
¿Fue un cambio bueno o malo? Si él decidiera, diría que fue bueno. Al
menos, las lágrimas que se desbordaban por la tristeza que sentía cuando
ella estaba cerca eran mucho más cálidas que las que había derramado
hasta el momento.
6
Después de tres días más de su tiempo con Violet, Oscar por fin salió
del bloqueo del escritor. Había ganado inspiración para una escena
específica.
La historia que Oscar tenía escribiendo a Violet era sobre las aventuras
de una chica solitaria. Dicha niña, que había dejado su hogar, visitó
muchas tierras, entró en contacto con muchas personas y fue testigo de
muchas ocurrencias, creciendo de esta manera. El motivo para la niña,
era su hija enferma.
Al final de todo, la niña volvería a la casa de la que se había
separado. Su padre la había esperado allí, y no podía decir si realmente
era ella, ya que había cambiado demasiado. La niña triste le suplicaba
que la reconociera, recordándole una promesa que habían hecho en el
pasado: intentar cruzar el lago cerca de su casa caminando sobre las
hojas podridas que caían sobre el agua.
— Los humanos no pueden caminar sobre el agua.
— Solo quiero la imagen. Haré que la niña sea asistida por la bendición
que ganó de un espíritu de agua a través de su aventura.
— Aun así, no estoy hecha para esto. La chica de la historia es vivaz y
cariñosamente inocente. Eso es diferente a todo lo que soy—. argumentó
la Auto-Memories Doll.
Oscar hizo que Violet se pusiera ropa que imitaba a su personaje
principal y le pidió que jugara un poco en la orilla del lago. Ya le
había dicho que hiciera la limpieza, lavandería y otras tareas
domésticas, y además le pidió ese favor. Era como si ella fuera un
factótum.
Incluso si Violet era una mujer profesional y perceptiva, reflexionó sorprendida:
— Qué persona tan problemática...
— Tu color de pelo... puede ser un poco diferente, pero es rubio, al
igual que mi hija. Si te pones un vestido de una sola pieza,
seguramente...
— Maestro, no soy más que una amanuense. Una Auto-Memories Doll. No soy
tu esposa o concubina. Tampoco puedo convertirme en un reemplazo.
— Yo-yo, ya lo sé. No tendría ese tipo de interés en una chica como tú.
Es solo que... tu apariencia... si mi hija estuviera viva, creo... ella
se hubiera convertido en alguien como tú.
El firme rechazo de Violet se desmoronó ante eso.
— Realmente pensé que era demasiado terco... ¿así que tu joven hija
falleció?— Se mordió el labio ligeramente. Su rostro parecía mostrar que
su conciencia estaba en conflicto.
Durante estos días, Oscar pudo comprender una cosa sobre ella. Esa era
cómo Violet se apegaría a lo que se consideraba “justo” cuando se
desgarraba entre cosas buenas o malas.
— Soy una Auto-Memories Doll... quiero cumplir los deseos de mis clientes... pero esto viola mis normas de trabajo.
Se comportaba como si luchara internamente consigo misma, y aunque Oscar se sintió mal por ello, intentó por última vez:
— Si pudieras construir la imagen de la niña como una adulta, que
regresa a casa y está lista para cumplir su promesa, mi voluntad de
escribir pronto revivirá. Es verdad. Si quieres una recompensa, puedo
darte cualquier cosa. Puedo pagar el doble de tu precio original. Esta
historia es realmente valiosa para mí. Quiero terminar de escribirla y
convertirla en el hito de mi vida. Por favor.
— Pero... yo... no soy una muñeca de disfraces...
— Entonces no tomaré fotos ni nada por el estilo.
— ¿Tenía la intención de hacerlo?
— Lo grabaré en mi memoria y escribiré la historia con eso. Por favor.
Después de eso Violet lo pensó un poco más con cara hosca, y terminó
obedeciendo, perdiendo ante persistencia de Oscar. Ella podría ser del
tipo que es débil cuando se le presiona.
Oscar dejó atrás su vida de reclusión, se fue solo y compró ropa
elegante y un paraguas para Violet. El atuendo era una blusa de encaje
blanco con un cinturón de cinta sobre un vestido de una sola pieza azul.
El paraguas era cian y blanco con abundantes volantes. Pareció
despertar el interés de Violet mientras lo giraba después de abrirlo y
cerrarlo varias veces.
— ¿El paraguas es extraño?
— Es la primera vez que veo un paraguas tan lindo.
— ¿No estás vistiendo ropas bonitas tú misma? ¿No coinciden con tus gustos?
— Usamos lo que los superiores de la compañía nos sugieren. No suelo visitar tiendas de moda muy a menudo.
Era como una niña vestida como su madre le dijo.
Podría ser... que es mucho más joven de lo que ella misma piensa.
Pensando de esa manera, se parecía un poco a una niña,
independientemente de su apariencia adulta. Aunque Violet aún no había
cambiado de opinión, una vez que Oscar terminó de comprar, no perdió el
tiempo en pedirle que se cambiara.
Estaba cayendo la tarde, un poco nublado afuera. No parecía que fuera a
llover, pero la atmósfera lo implicaba. El aire que traía la sensación
de que venía el otoño aún no era lo suficientemente frío como para calar
la piel.
Oscar fue el primero en salir. Se sentó en una silla de madera en las
cercanías del lago, fumando una pipa. Como se había cuidado un poco y no
había fumado desde que ella había llegado, la sensación del humo que le
empapaba el vientre se diluyó.
Pasaron unos minutos de humo soplado flotando en el aire. Entonces, la
puerta de entrada haciendo cada vez más ruido se abrió con un crujido.
— Me disculpo por la espera.
Giró solo su cabeza ante la voz desapasionada.
— Tú…
No me hiciste esperar mucho. Era lo que iba a decir, pero las
palabras no salieron cuando su respiración se detuvo por un segundo.
Tragó saliva, tan estupefacto como la primera vez que vio a Violet.
Ella era demasiado hermosa con el pelo suelto, una belleza que le robó
el momento para apreciar todo lo demás. El cabello que se había trenzado
estaba levemente extendido y ligeramente rizado en los extremos. Era
bastante más largo de lo que había imaginado. Y, lo más importante de
todo...
Si... mi hija hubiera podido crecer... ella sería así.
¿Ella había venido a mostrarle cómo se vería vestida así? Mientras se preguntaba eso, el calor se apoderó de su pecho.
— Maestro, ¿la imagen que tengo vestida con la ropa que me dio es lo
suficientemente buena?— En medio del mundo de colores otoñales, la
chica de una belleza inhumana se agarró su falda e intentó dar vueltas
una vez—. Con esto, solo tengo que modelar como si estuviera cruzando
ese lago, ¿verdad? Eh, pero Maestro, ¿ese es realmente el tipo de
escenario que quería escribir? En lugar de simplemente caminar así,
aunque sea por unos segundos, sería mejor si cruzara el lago. Maestro,
déjemelo a mí. Estoy especializada en actividades físicas, y aunque sea
solo por un momento, puedo cumplir sus expectativas.
Violet explicó tan inexpresiva e indiferentemente como siempre, sin
prestarle nada de atención a Oscar, quien estaba dominado por demasiadas
emociones al mismo tiempo y no pudo encontrar ninguna respuesta que no
sea “aah's” y “uuh's”.
La que estaba frente a él era lo opuesto total de su hija. A pesar de
poseer el mismo cabello dorado, a sus pupilas les faltaba ese dulce
resplandor.
Violet apoyó el paraguas cerrado contra su hombro mientras lo agarraba
con fuerza. Se quedó a una gran distancia del lago, mirándolo como si
examinara la superficie del agua. Teñido con los colores marchitos del
otoño, las hojas caídas estaban flotando sobre él.
El viento era inestable, soplaba y paraba, soplaba y paraba. Óscar
observó con preocupación cómo lamía uno de sus dedos mecánicos con la
punta de la lengua, confirmando la dirección del viento. Mientras ella
retrocedía firmemente, miró a Oscar con una pequeña sonrisa.
— No se preocupe. Todo... será como lo desee el Maestro.
Tras tranquilizarlo con una voz que tenía un dulce tono, Violet saltó
ampliamente. Aunque ella estaba lejos de él, en un segundo, pasó volando
por delante de los ojos de Oscar. Tal velocidad era como el viento en
sí.
Antes de entrar en el lago, la Auto-Memories Doll pisaba firmemente la
tierra. El impacto era lo suficientemente fuerte como para sacudir el
suelo. Sus piernas duras hicieron real la posibilidad de saltar una
altura aterradora. Parecía que estaba a punto de subir la escalera al
cielo. La boca de Oscar estaba abierta por esa acción sobrehumana.
A partir de ahí todo pareció haber sucedido en cámara lenta. Al llegar
al punto crítico, Violet levantó el paraguas que se había llevado
consigo y lo abrió de manera llamativa. Era como una flor radiante. Los
volantes del paraguas se balanceaban maravillosamente y, como si
predijera el momento perfecto, el viento empujó sus pies hacia adelante.
Su falda y su paraguas se hinchaban suavemente en el aire, su enagua
sobresalía. Sus largas botas de punto pisaron suavemente las hojas
podridas que flotaban sobre la superficie del agua.
Ese momento. Ese segundo. Esa única foto. La escena fue grabada en la
memoria de Oscar tan claramente como una fotografía. Una chica con un
paraguas que se balancea y una falda ondeante, que camina sobre la
superficie de un lago, como una hechicera.
Las palabras de su hija del día en que los latidos de su corazón habían cesado regresaron a él.
— Algún día…
— Me lo mostrarás algún día, ¿verdad? En ese lago cerca de nuestra
casa, cuando las hojas que caen en otoño se juntan en la superficie del
agua.
— Algún día... Te lo mostraré algún día, papá.
Una voz... la voz de esa chica que había terminado olvidando resonó en su mente.
No tenías idea, ¿verdad? Quería que me llamaras, un centenar de veces más.
— Me lo mostrarás algún día, ¿verdad?
— Papá—. Un balbuceo, una dulce voz dijo—: Te lo mostraré algún día, papá.
Tu voz era más confortable de escuchar que la de cualquier otra persona.
— Te lo mostraré algún día.
Ah, es cierto. Tú, con esa voz, me entretenías inocentemente. Lo
dijiste, ¿verdad? Hicimos una promesa. Lo había olvidado. Lo había
olvidado todo. Durante mucho tiempo, no pude recordarlo, así que me
alegro de habernos encontrado nuevamente. Incluso como una ilusión, me
alegro de encontrarte. Mi graciosa señorita. Mía, mía. Mi tesoro
compartido con mi persona más preciada. Sabía... que definitivamente no
se podía cumplir. Sin embargo, aun así lo prometimos. Esa promesa, tu
muerte... me destruyeron, mientras me empujaban a seguir viviendo hasta
ahora. Y hasta el día de hoy, me arrastré por la vida. Viví
desordenadamente, buscando vestigios tuyos. Me había sentido ofendido,
pero en este momento... el momento en que alguien que no eres tú me hace
recordarte... fue un encuentro fortuito, una oportunidad, un tropiezo y
una aceptación. Quería verlo, pensando que me haría querer volver a
vivir de verdad. Tú, cuyo nombre no puedo ni susurrar por la tristeza.
Yo... he querido ver tu amabilidad una vez más, todo este tiempo. El
último miembro de la familia que me quedaba. Siempre, siempre...
continuamente quería verte. Yo te amaba.
Estaba tan feliz de que realmente quisiera sonreír, y sin embargo...
— Fu... uh... uh...
...Solo sollozos salieron. Las lágrimas fluyeron como para llevar el tiempo congelado de Oscar de regreso a la acción.
— Aah... cielos...
Podía escuchar el tic-tac de un reloj. Era el sonido de los latidos de su corazón, antes frígido.
— Yo, de verdad, de verdad...
Mientras se cubría el rostro con las manos, se dio cuenta de cuán
desagradablemente arrugadas se habían vuelto. ¿Por cuánto había detenido
su tiempo desde que ellas dos habían fallecido?
— …Quería... que no... hubieras muerto—... su rostro estaba
distorsionado mientras murmuraba con voz llorosa—. Yo quería que
vivieras... vivieras y... crecieras... mucho...
Y me mostraras lo hermosa en que te habrías convertido. Yo quería
verte así. Y después de poder verte en esa forma, quería haber muerto
antes que tú. Antes que tú, después de haber sido atendido por ti,
habría querido morir así. En lugar de... haber tenido... que cuidar de
ti. Así no.
— Quiero verte…
Las lágrimas de Oscar cayeron de sus ojos por sus mejillas y gotearon en
el suelo. El sonido de Violet al entrar al lago hizo eco a través de su
mundo de lágrimas. El momento de destello desapareció, y la voz de su
hija, que finalmente había recordado, pronto fue olvidada nuevamente. La
ilusión de una cara sonriente también desapareció como pompas de jabón.
Oscar bloqueó su campo de visión no solo con sus manos, sino también
cerrando los ojos. Él rechazó el mundo al que ella ya no pertenecía.
Ah, estaría bien si muriera ahora mismo. No importa cuánto tiempo
pase en duelo, no volverán. Corazón, respirar, por favor deténganse. Ya
que mi esposa y mi hija murieron es como si estuviera muerto. Es por eso
que, ahora... en este momento, en este mismo momento... quiero caer
muerto sobre la tierra como si hubiera sido derribado. Al igual que las
flores, que no pueden seguir respirando si sus pétalos se caen.
Él imploró, pero incluso si hacía ese deseo varios cientos de millones
de veces, nada cambiaría. Él, que ya lo había deseado varios cientos de
millones de veces, lo sabía muy bien.
Déjame morir, déjame morir, déjame morir. Si la única otra opción es vivir en soledad, déjame estar muerto con ellas.
Por mucho que suplicó, nada de eso se hizo realidad. Nada se hizo realidad, sin embargo...
— ¡Maestro!
En el mundo que descuidó, podía escuchar la voz de una cosa cuyo tiempo
estaba tan estancado como el suyo. Con la respiración entrecortada, se
abrió paso hacia él.
Estoy vivo.
Él todavía estaba vivo. Y, mientras lo hacía, estaba luchando por
desaparecer, tal como lo habían hecho sus fallecidos seres queridos. No
era una oración a la que respondiera retirándose, pero con un campo de
visión envuelto en la oscuridad, donde no podía penetrar la luz del sol,
suplicó de todos modos.
— Dios, por favor…
Si aún no voy a morir, al menos que mi hija sea feliz dentro de esa
historia. Que mi hija esté satisfecha con eso. Y a mi lado. Que ella
esté... a mi lado para siempre. Incluso si solo es dentro de un cuento.
Incluso como una chica imaginaria. Que esté a mi lado.
No pudo evitar desearlo. Después de todo, su vida continuaría.
Frente a Oscar, que lloraba sin preocuparse por su edad, llegó Violet,
empapada por el agua del lago. Gotas escurrieron de su ropa desordenada,
que ahora estaba arruinada. Sin embargo, tenía la expresión más alegre,
incluso podía considerarse una sonrisa, que ella había mostrado hasta
entonces.
— ¿Ha visto? Pude caminar tres pasos.
Sin revelar que había sido incapaz de ver a través de las lágrimas,
Oscar respondió mientras inhalaba con la nariz que moqueaba.
— Sí, lo hice. Gracias, Violet Evergarden—. Puso su gratitud y respeto en las palabras.
Gracias por hacerlo realidad. Gracias. Realmente fue como un milagro.
Él dijo que no creía que existiera un Dios, pero si lo hiciera, era definitivamente ella, Violet simplemente respondió:
— Soy una Auto-Memories Doll, Maestro—. sin negar ni confirmar la existencia de Dios.
7
Después de eso, Oscar calentó el baño para Violet, que estaba completamente empapada.
Ella no se presentó a las comidas, pero usó el baño todos los días y
supuestamente descansó en la habitación que le habían dado. Ella era una
muñeca mecánica muy humana.
Realmente, la civilización es increíble hoy en día. El desarrollo de la ciencia es notable.
Ni siquiera siendo una chica mecánica podría quedarse con la ropa
mojada. Como era necesario un cambio, ella puso una bata de baño
alrededor de su cuerpo supuestamente perfecto y se dirigió al baño.
Había pasado un tiempo desde que alguien que no fuera Oscar lo usó con
regularidad, así que en un lapsus de memoria, entró sin llamar y terminó
viéndola mientras todavía no se había puesto nada.
— Ah, lo sien...to... ¿eh?— Él contuvo su aliento debido a su perplejidad—. ¿¡EEEH!?
Lo que se reflejaba en los ojos de Oscar era un espectáculo más hermoso
que cualquier mujer desnuda. Pelo dorado goteando. Hermosos orbes azules
de una profundidad que no se suavizarían incluso dentro de una pintura y
unos labios finamente formados justo debajo de ellos. Un cuerpo de
carne con un cuello esbelto, una clavícula sobresaliente, senos
regordetes y curvas femeninas.
Sus brazos artificiales consistían en partes metálicas desde los hombros
hasta las yemas de los dedos. Pero eran solo ellos. A pesar de los
muchos arañazos, además de los brazos, el resto era sorprendentemente
real. Con ese cuerpo delicado, ella no se parecía en nada a una muñeca
mecánica, sino a un ser humano relativamente normal.
Con todo en lo que había creído hasta entonces, envuelto por la
impactante revelación, Oscar intentó confirmar lo que estaba viendo
muchas veces.
— Maestro—. Violet llamó con una voz que parecía estar juzgándolo mientras continuaba mirando con asombro.
— ¡UAAAAAAH! UAAAAAH! UAAAAAHAAAAAH!
Parte del resultado de ese incidente fue el grito de Oscar. El otro era
él medio llorando mientras se ponía rojo como la remolacha, después de
haber gritado desde el fondo de sus pulmones, preguntando
frenéticamente:
— ¿Eres humana después de todo?
Envolviendo una toalla alrededor de sí, Violet comentó claramente:
— El Maestro es en verdad una persona problemática—. Tenía las mejillas
un poco sonrosadas mientras murmuraba con la cara un poco más baja.
8
“Auto-Memories Doll”. Había pasado mucho tiempo desde que ese nombre se popularizó.
El creador fue el investigador de muñecas mecánicas, Profesor Orland. Su
esposa, Molly, era novelista, y todo había comenzado una vez que perdió
la vista. Después de quedarse ciega, Molly estaba extremadamente
deprimida por no poder escribir novelas, algo que había hecho la mayor
parte de su vida, y se había debilitado a medida que pasaban los días.
Incapaz de soportar verla en tal situación, el Profesor Orland construyó
la primera Auto-Memories Doll. Estaba destinada a registrar todo lo
dicho por la voz de su maestro, así como a escribir palabras dichas por
voces humanas, en otras palabras, una máquina que servía como
“amanuense”.
Posteriormente, algunas de las obras de Molly ganaron premios literarios
en todo el mundo, y el invento del profesor Orland se hizo famoso como
necesario para el curso de la historia. A pesar de que solo había tenido
la intención de hacer uno para su querida esposa, más tarde se hizo
famoso con el apoyo de una gran cantidad de personas. Actualmente, las
Auto-Memories Doll se vendían a un precio razonablemente bajo, y había
tipos que podían alquilarse o tomarse prestados. Sin embargo, las más
recientes eran solo escribientes que poseían características similares a
las Auto-Memories Dolls, y se les mencionaba con el mismo nombre.
Tras despedirse de Violet, Oscar supo a través de su amigo que era
famosa en el negocio. Cuando dicho amigo descubrió que Oscar la había
confundido al principio con una Auto-Memories Doll, dejó escapar una
risa desagradable y divertida.
— ¡Seguro que vives debajo de una roca! ¿De verdad crees que podría existir una máquina tan bonita?
— Es porque dijiste que era una muñeca mecánica...
— La tecnología de la civilización humana actual aún no ha alcanzado
ese nivel. Sin embargo, hay muñecas mecánicas reales. Algunas lindas.
Pero yo solo... pensé que sería una buena medicina para alguien como tú,
un encerrado que no interactúa con la gente. Esa chica... no habla
mucho, pero tiene el poder de restaurar a la gente. Sirvió a su
propósito, ¿verdad?
— Sí.
De hecho, era callada, pero, sí, era una chica realmente buena.
— No son rival para Violet Evergarden, pero la próxima vez, para que
tengas un asistente permanente, te enviaré una amanuense que no sea
mitad humana.
Al final, un paquete fue entregado a la casa de Oscar. Contenía una
pequeña muñeca, completamente diferente de Violet Evergarden. Era una
muñeca mecánica destinada a registrar todo lo dicho por él con su
máquina de escribir, y por lo general estaría sentada en su escritorio,
ataviada con un precioso vestido.
Ya veo. Definitivamente, esto es extraordinario.
— Pero no se puede comparar con ella—... Oscar sonrió con ironía,
mirando la habitación que le había prestado a la chica que ya no estaba
ahí. Si decía que se sentía solo, sabía exactamente cómo respondería
ella.
“El maestro es... una persona tan problemática”. Una dulce voz hizo eco.
Su dueña hablaba inexpresivamente, con solo las comisuras de sus labios
un poco curvadas hacia arriba.
Incluso sin ella allí, tenía la sensación de que podía escucharlo.