martes, 10 de abril de 2018

All You Need is Kill cap 4.1




Killer Cage

Parte 1

- ¡Mierda, ya ha comenzado! ¡No dejen que les vuelen las pelotas señores!

Batalla 159

Me lance hacia adelante, con mi flujo sanguíneo alocado. Veo un objetivo, fuego, me agacho. Una jabalina paso silbando junto a mi cabeza.

- ¿Quién está ahí? ¡Está s demasiado hacia delante! ¿Quieres que te maten?

El teniente decía lo mismo cada vez. Limpié la arena de mi casco. Los caparazones estallaban mientras cruzaban el cielo. Limpié la arena de mi casco. Eché un vistazo a Ferrell y asentí.

Esta vez la batalla iba a terminar. Si me quedaba de pie, veía como morían Yonabaru y Ferrell, no iban a volver. Todo se reduce a esto. Allí no estaba repitiendo la batalla. El temor de que arañaba mis entrañas no era el miedo a la muerte, era el miedo a lo desconocido. Yo quería soltar mi rifle, el hacha y encontrar una cama para esconderme debajo.

Era una reacción normal, el mundo no estaba destinado a repetirse. Sonreí a pesar de las mariposas en el estómago. Estaba luchando contra el mismo temor que todos los demás. Estaba poniendo mi vida, la única que tenía, en la línea.

- No estás realmente atrapado en un bucle de tiempo . - Rita me había explicado.

Mis experiencias de las 158 batallas anteriores eran reales; era yo el que en realidad no existía. Lo que sea que había estado allí por el terrible dolor, la desesperanza y la orina caliente en su Jacket, eran sólo recuerdos rotos ahora.

Rita me dijo que desde el punto de vista de una persona con la memoria, no había diferencia entre tener una experiencia real o sólo tener la memoria de ello. Sonaba como una mierda filosófica para mí. Rita tampoco parecía entenderlo del todo bien tampoco.

Recuerdo haber leído un cómic, cuando yo todavía leía cómics, sobre un tipo que usaba una máquina del tiempo para cambiar el pasado. Me parecía que si el pasado ha cambiado, entonces el tipo del futuro volvió atrás en el tiempo para cambiarlo debería haber desaparecido, al igual que el hombre en esas viejas películas de " Volver al Futuro ", pero el cómic pasaba por alto los detalles.

Me había convertido en un reacio mirón en los sueños de los Mimics. En mi primera batalla, aquella en la que Rita me salvó la vida, había matado sin saberlo, uno de esos Mimics que ella llamó "servidores". En todas las batallas desde entonces, desde la segunda hasta la 158, Rita había matado al servidor. Pero la red entre el servidor y yo ya se había establecido en el instante en que lo maté, es decir, yo fui atrapado en el bucle, y Rita había sido liberada.

Los Mimics utilizan el bucle para alterar el futuro a su beneficio. La jabalina que falló a Yonabaru en la segunda batalla era para mí. Mi encuentro casual con el Mimic cuando escape de la base no había tenido nada que ver con el azar. Habían estado cazándome todo el tiempo. Si no hubiera sido por Rita, me habrían tenido como desayuno, almuerzo y cena.

La lucha continuó. El caos acosaba el campo de batalla. Me deslicé dentro de un cráter con el resto de mi equipo para evitar ser volado por un tiro de jabalina. El equipo se había movido un centenar de metros más adentro de la costa desde el comienzo de la batalla. El agujero cónico en el que nos pusimos a cubierto fue cortesía de un bombardeo guiado por GPS en la noche anterior. Una bala perdida aterrizó cerca de mis pies, rociando arena en el aire.

- Justo como en Okinawa. - Comentó Ferrell, con su espalda apoyada contra la pared de tierra. Yonabaru exprimió otra carga.

- Tuvo que haber sido una pelea cojonuda.

- Estábamos rodeados, al igual que ahora. Nos quedamos sin munición y las cosas se pusieron feas.

- Nos traerás mala suerte.

- No lo sé. - Ferrell se levantó de la cobertura del cráter, disparó su rifle y luego se hundió de nuevo contra la pared. - Algo en mi cabeza me dice que esta batalla va a alguna parte. Sólo es un sentimiento.

- Mierda, el Sargento tiene una charla feliz. Mejor tengamos cuidado que no nos alcance un rayo.

- Si tienes alguna duda, simplemente ve a nuestro nuevo recluta en acción. - Dijo Ferrell. - No me sorprendería verlo levantarse y bailar el jitterbug 28 sólo para mear en los Mimics.

- No sé el jitterbug. - Le dije.

- No me digas.

- Tal vez le voy a dar a esa bonita hacha de batalla tuya una oportunidad. - Yonabaru asintió a la losa reluciente de carburo de tungsteno en el agarradero de mi Jacket.

- Solo te lastimarás a ti mismo.

- Eso es discriminación, es lo que es.

Lo mismo de siempre. Todo el mundo habla con otros, nadie escucha.

- ¡Bogíes a las dos!

- ¡ Nuestro trigési mo quinto cliente del día!

- ¿Quién de ustedes, imbéciles, me acaba de enviar este archivo de un gran trasero? ¡Estamos en medio de una maldita guerra, po r si no se habían dado cuenta!

- Hombre, necesito algunos cigarrillos.

- ¡Cierra boca y dispara!

La primera línea superó al de cubierta y nivelaba sus rifles con la multitud que se acercaba. Las balas perforaron el aire, pero el bombardeo Mimic seguía llegando. Agarré el mango del hacha.

Sin previo aviso, una bomba cayó del cielo. La munición laser guiada con precisión rompió el lecho de roca, cavando profundamente en la tierra antes de detonar. Los Mimics cayeron en el cráter.

Un Jacket carmesí apareció en medio de la lluvia de tierra y barro. Carburo de tungsteno recortó distancia agitando las extremidades y gruesos, torsos de rana. Después de unos minutos, nada se estaba moviendo. Nada Alien al menos.

La estática inundo mis oídos hasta que llego una voz.

- Siento la espera.

La Full Metal Bitch se puso de pie, levantando una enorme hacha de batalla, en medio de nuestro pelotón de color arena. Su armadura rojo-bronce brillaba bajo el sol. Levanté mi mano para que me reconociera de la multitud.

- Nosotros acabamos de llegar.

- ¿Qué está haciendo la Full Metal Bitch aquí? - Yonabaru olvidó de ponerse a cubierto y miró estúpidamente su Jacket. Habría pagado un buen dinero para poder ver su rostro.

Rita preguntó a Ferrell. - Necesito hablar con quién sea que esté a cargo de este pelotón. Conéctenme. - Ferrell abrió un canal entre Rita y el teniente.

- Aquí est oy.

- Aquí Rita Vrataski. Tengo una petición para el oficial a cargo del tercer Pelotón de la 17ª Compañía, 3er Batallón, 12º Regimiento, 301a de la División de Infantería Acorazada. Necesito que me prestes Keiji Kiriya. ¿Eso está bien para usted?

Ella no declaró su rango o división. En una cultura militar donde el cielo era del color que tu oficial superior decía que era, sólo la Valquiria era libre para operar fuera de la cadena de mando. Incluso en aquella primera batalla, no había sido la Full Metal Bitch quien acunó mi cabeza mientras agonizaba. Fue Rita Vrataski.

- ¿Sí o no?

- Bueno, eh, sí.

- Le agradezco su ayuda. Sargento, ¿qué hay de usted ? ¿Te importa si tomo Kiriya prestado?

Ferrell se encogió de hombros con su aprobación, con los hombros con Jacket se levantaban como una ola del mar.

- Gracias, sargento.

- Ve a que él no haga ningún jit terbug cerca de nuestro equipo.

- ¿Jitterbug? ¿Es algún tipo de código? - Preguntó Rita.

- Sólo una expresión .

- Keiji, ¿qué es todo esto?

- Lo siento, sargento. Te lo explicaré más tarde . - Le dije.

- Regrésalo a las doce en punto.

- Uh, claro.

- ¡Hey, Keiji! ¡Si ves por allí una máquina expendedora, tráeme unos cigarrillos! - Yonabaru llamó justo antes desconectarme del comunicador.

Rita se rió del chiste de Nijou. - Tienes un buen escuadrón. ¿Estás listo?

- Se gentil.

- Siempre soy gentil.

- Eso no es lo que he escuchado.

- Sólo preocúpate por los Mimics ¿Okay?

Golpeando las paredes del cráter de impacto, escarbando, y finalmente escalando uno sobre el otro, los Mimics habían comenzado a salir fuera del agujero que Rita creado en el suelo. Nos fuimos contra el montón de cabeza. Había ranas hinchadas de lado a lado.

Correr. Disparar. Regresar. Recargar. Correr un poco más. Disparar. Respirar.

Bombas de precisión cazaban a los Mimics que se escondían. El humo hacía una espiral hacia el cielo donde habían encontrado a su presa. La arena y la suciedad seguían al humo en el aire, y trozos de carne Mimic no se quedaban atrás. Corrimos hacia el cráter y acabamos con todo lo que las bombas no. Erradícalos, despedázalos.

Incluso cuando repites el mismo día una y otra vez, la vida en el campo de batalla era cualquier cosa menos rutinaria. Si el ángulo de tu swing fallaba por un grado, podría desatar una cadena de acontecimientos que cambiarían todo el resultado de la batalla. Un Mimic que se te escapa en un minuto, acaba con tus amigos al siguiente. Con cada soldado que muerto, la línea se va debilitando, hasta que finalmente se derrumba bajo la presión. Todo porque tu hacha giro cuarenta y siete grados en vez de cuarenta y ocho.

Había más Mimics de los que podía contar. Los puntos llenaban la pantalla del radar. La regla de oro era que se necesitaba un pelotón de diez Jacket para derribar un Mimic. Incluso entonces, para que sea válida el pelotón tenía que rociar esa maldita cosa con balas hasta que no quede ninguna. Rita estaba en constante movimiento. Ella balanceaba su hacha con la facilidad que un niño con una espada de plástico de juguete. El aire estaba lleno de partes de Mimic. Otro paso, otro golpe, otra extremidad. Lave, enjuague, repita.

Nunca había visto nada igual. Las jabalinas llevaban la muerte a través del aire. Estaba lo suficientemente cerca como para alcanzar y tocar media docena de Mimics. A pesar del peligro a mí alrededor, me sentía con una calma extraña. Tenía a alguien cuidándome la espalda. Rita era un filtro que destilaba y neutralizaba el miedo. Yo estaba en el valle con la sombra de la muerte, no había una jodida duda, pero tenía a Rita a mi lado.

Aprendí a sobrevivir al imitar la habilidad de Rita con el hacha, y en el proceso, había llegado a conocer cada movimiento, que pie usaría ella para dar el siguiente paso, que Mimic había que golpear primero cuando estás rodeado. Yo sabía cuándo iba a balancear su hacha, y cuando correría. Todo eso y más estaba codificado en mi sistema operativo.

Rita esquivaba el peligro y se movía a través de las filas enemigas, tallando un camino perfectamente ejecutado de destrucción. Las únicas cosas que dejó de pie eran objetivos que no se molestó matar. Yo estaba muy feliz de limpiar después de ella. Nunca habíamos entrenado juntos, pero nos movíamos como gemelos, veteranos de incontables batallas uno al lado de otro.

Cuatro Mimics vinieron por Rita a la vez, malas noticias, incluso para la Valquiria. Ella todavía estaba fuera de balance por su último swing. Con mi mano libre, la empuje suavemente. Por una fracción de segundo se sobresaltó, pero no le tomó mucho tiempo para entender lo que había hecho.

Ella realmente era un maestro. En menos de cinco minutos, había aprendido a trabajar en equipo conmigo. Cuando se dio cuenta que yo podía usar un brazo o una pierna libre para evitar un ataque, se volvió y enfrentó al próximo enemigo de frente, sin ninguna intención de esquivar. Una pata delantera Mimic se quedó a una palma de su cara y ni siquiera se inmutó.

Trabajamos como una sola unidad. Rasgamos a través del enemigo con un poder aterrador, manteniendo siempre el Jacket del otro en la esquina del ojo. No necesitamos palabras o gestos. Cada movimiento, cada paso, decía todo lo que había que decir.

Nuestro enemigo puede haber desarrollado la capacidad de retroceder el tiempo, pero la humanidad ha desarrollado sus propios trucos. Habían personas que podían mantener un Jacket en óptimas condiciones, las personas que podían crear estrategias y manejar la logística, las personas que prestaban apoyo en las primeras líneas, y por último pero no menos importante, las personas que eran asesinos natos. La gente podría adaptarse a su medio ambiente y a sus experiencias en cualquier número de formas. Un enemigo que podía ver el futuro y percibir el peligro era víctima de su propia atrofia evolutiva. Aprendíamos más rápido de lo que ellos podían.

Yo pasé por la muerte 158 veces para surgir en alturas que ninguna criatura en este planeta podría aspirar una sola vez su vida. Rita Vrataski había ascendido aún más. Estábamos a grandes zancadas por delante, lejos del resto de la fuerza, un ejército por nosotros mismos. Nuestros Jackets trazaron agraciadas espirales en sentido del reloj por donde pasamos, un hábito que aprendí de Rita. Espasmódicos montículos de carroña fue todo lo que dejamos a nuestro paso.

Con cuarenta y dos minutos en la batalla, lo encontramos. El Mimic en la raíz de todo el bucle de mierda. El hilo que nos unía. Si no fuera por este servidor, yo nunca me habría ahogado en mi propia sangre, visto mis entrañas se derramarse sobre la tierra decenas de veces, vagando sin rumbo por este infierno sin salida. Si no fuera por este servidor, nunca habría conocido a Rita Vrataski.

- Esto es todo , Keiji. Tú tienes que ser quien lo acabe.

- Con gusto.

- Recuerda: La antena primero, luego las copias de seguridad, después el servidor.

- ¿Y luego vamos a casa?

- No del todo. Cuando el bucle termina, empieza la verdadera batalla. Esto no terminara hasta que no quede un Mimic moviéndose.

- Nada nunca es fácil.

El genocidio era la única manera de ganar esta guerra. No podías reducir sus fuerzas a un 30% y reclamar la victoria. Había que destruir hasta el último de ellos. Acabar con el servidor, y la guerra continuaría. Todo lo que Rita y yo podíamos hacer era librar a nuestras tropas del atolladero de tiempo que los bucles de tiempo de los Mimics. Una victoria duradera requeriría más fuerza de lo que dos soldados por sí solos podrían hacer jamás. Pero el día que ganemos, yo podría morir, Rita podía morir, Yonabaru, Ferrell, y el resto de nuestro pelotón podía morir, incluso esos imbéciles con un coño por labios de la 4ª podrían morir, y el tiempo nunca se repetiría de nuevo. Un nuevo día caería sobre la Tierra.

Rita dijo que acabar con un servidor Mimic era tan fácil como abrir una lata. Todo lo que necesitabas era el correcto abrelatas. Que hasta entonces ella había sido la única persona en el planeta que lo tenía.

Gente de la Tierra ¡Alégrense! ¡Keiji Kiriya acaba de encontrar otro abrelatas! Ordene ahora, y por cada abrelatas marca Rita Vrataski que compre, recibirá un segundo abrelatas marca Keiji Kiriya ¡Sin cargo adicional!

Por supuesto, no podrías comprarnos por separado aun si quisieras. Supongo que Rita y yo no éramos vendedores muy honestos. Lo que esta pesadilla de bucle de tiempo salido de las entrañas del infierno infierno ha unido, ningún hombre podrá separarlo. Sólo Rita y yo comprendíamos la soledad del otro, y estaríamos lado a lado, cortando a los Mimics en cubitos del tamaño de un bocado hasta el amargo final.

- ¡Antena abajo !

- También las copias de seguridad.

- Entendido.

Levanté mi hacha de batalla y la bajé rápidamente, con un golpe limpio-

Abrí los ojos. Estaba en la cama. Tomé una pluma y escribí "160" en la palma de mi mano. Entonces pateé tan fuerte como pude.







28 El Jitterbug es un baile estadounidense popular en los 30´s y 40´s era un baile enérgico con algunas acrobacias.




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