martes, 10 de abril de 2018

All You Need is Kill cap 2.1






El sargento Ferrell

Parte 1

" Si un gato puede cazar ratones, es un buen gato. " Dijo un emperador chino una vez.

Rita Vrataski era un gato muy bueno. Ella mataba su cuota y era debidamente recompensada. Yo, por el contrario, era un gato de callejón sarnoso y gordo, indiferente a través del campo de batalla, listo para ser pelado, eviscerado, y se convertido en una raqueta de tenis. El General se aseguraba de que Rita quede perfectamente preparada, pero ellos no nos daban ni el culo de una rata al resto de nosotros los grunts.

EF había seguido durante tres largas horas, y puedes estar absolutamente seguro de que incluía algunas putas Iso push-ups. Estaba tan ocupado tratando de averiguar qué hacer a continuación que no estaba prestando atención al aquí y ahora. Después de media hora, las fuerzas especiales de Estados Unidos dejaron de observar nuestras torturas y regresaron a los cuarteles.

Me salté lo de mirar fijamente a Rita, y ella se fue con el resto de su pelotón, lo que significaba que esto iba para largo. Era como un software de rutina si/no:

Punto de guardado, si Rita se une al EF = Finalizaba. Si no lo hacía, la rutina continuaría: Putos Iso Push-Ups.

Tal vez esto era una prueba de que yo puedo cambiar lo que pasará. Si yo miraba fijamente a Rita, ella se uniría al EF, e iban a terminar después de una hora. El General se había convocado esta sesión de EF por ninguna buena razón; podría acabar con ella por lo mismo.

Si mi conjetura estaba en lo cierto, mi causa no estaba necesariamente sin esperanza. Una ventana de oportunidad podría presentarse en la batalla de mañana. Las probabilidades de que eso suceda podrían ser 0.1%, o incluso un 0.01%, pero si pudiera mejorar mis habilidades de combate, aunque sea lo más mínimo, si en esa ventana se abriera siquiera una grieta; encontraría una manera de abrirla completamente. Si pudiera entrenar para saltar cada obstáculo esta pequeña pista de encuentro que la muerte arrojó hacía a mí, tal vez algún día me despierte en un mundo con un mañana.

La próxima vez me aseguraré de mirar fijamente a Rita durante el EF. Me sentía un poco mal por meterla en esto, ella era básicamente un observador en mi interminable espectáculo de una persona. Pero realmente no había mucho donde elegir. No tengo horas para perder en la construcción del músculo que no me llevare al siguiente bucle. Mejor gastare ese tiempo programando mi cerebro para la batalla.

Cuando el entrenamiento por fin había terminado, los hombres en el campo huyeron a los cuarteles para escapar del calor del sol, refunfuñando sus quejas en su colectiva respiración. Me acerqué al sargento Ferrell quien se agachó para atar los cordones de sus zapatos. Él había estado por más tiempo que cualquiera de nosotros, así que decidí que sería el mejor lugar para empezar a buscar ayuda en mi programa de entrenamiento de batalla. No sólo porque era el miembro del pelotón con la más larga supervivencia, se me ocurrió que el 20% sargento de instrucción que él tenía, por si sólo me podría venir muy bien.

Olas de calor resplandecían por encima de su corte de pelo de tapa llana. Incluso después de tres horas de EF, se veía como si pudiera correr un triatlón y llegar en primer lugar sin despeinarse. Tenía una peculiar cicatriz en la base de su grueso cuello, un símbolo de la época de antes de que hubieran arreglado todos los bugs de las Jackets y habían tenido que implantar chips para aumentar el tiempo de reacción de los soldados. Había pasado un tiempo desde que habían recurrido a algo tan crudo. Esa cicatriz era una medalla de honor, veinte años de duro servicio y todavía coleando.

- ¿Ninguna ampolla hoy? - La atención de Ferrell nunca abandono sus zapatos. Él habló brusco con un rollo de la lengua, propio de los brasileños.

- No.

- ¿ Atrapaste pies fríos ? 21

- Estaría mintiendo si dijera que no estoy asustado, pero no estoy pensando en correr, si es lo que quieres decir.

- Para un novato con solo lo básico, te lo estas tomando bien.

- Usted tod avía continuará con su entrenamiento ¿Verdad, sargento?

- Trataré de.

- ¿Le importaría si entreno con usted?

- Está intentando algún tipo de broma ¿Raso?

- No hay nada divertido con matar, señor.

- Bueno, hay algo divertido con tu cabeza si quieres meterte a ti mismo en una de esas malditas Jackets un día antes de que dirigimos a m orir. ¿Quieres comenzar a sudar? V e a buscar los muslos de una señorita para hacerlo. - Los ojos de Ferrell se quedaron en sus cordones. - Rompa filas.

-¿Sargento? Con todo el respeto, yo no lo veo corriendo detrás de las damas.

Ferrell finalmente levantó la vista. Sus ojos eran como fusiles de cañones 20 mm disparándome salvas desde bunkers hundidos en las líneas de su bronceada y cara curtida. Yo me cocinaba bajo el sol deslumbrante.

- ¿ Me estás diciendo que crees que soy una especie de maricón que prefiere estar atado en un Jacket que apesta a sudor, a estar entre las piernas de una mujer? ¿Es lo que me está s diciendo?

- E - eso no e - es lo que quise decir ¡S eñor!

- Bien, entonces. Toma a siento. - Se pasó la mano por el pelo y le dio unas palmaditas al suelo.

Me senté como la ráfaga de viento marino que sopló entre nosotros.

- Yo estaba en Ishigaki, ya sabes. - Ferrell comenzó . - D eben haber pasado al menos diez años. Los Jackets en ese entonces eran baratos como el infierno. Había un lugar cerca de la entrepierna, donde l as placas no cumplían su trabajo del todo bien. Se frotaban a través de tu piel. Y los lugares que habían formado costras durante el entrenamiento se frotaban de nuevo cuando ibas a la batalla. Dolía tanto que algunos chicos se negaban a arrastrarse por el suelo. Se levantaban y caminaban justo en medio de la batalla . Podías decirles que solo lograrían que los maten, pero siempre ha bía unos cuantos que se levantaban de todos modos. Bien podían haber caminado por ahí con objetivos pintados en sus pec hos. - Ferrell silbó como un proyectil que cae. – ¡ WHAP! Perdimos un montón de hombres de esa manera.

Ferrell tenía una mezcla de sangre japonesa y brasileña en él, pero él venía de América del Sur. La mitad de ese continente había sido devastado por los Mimics. Aquí en Japón, donde la alta tecnología era más barata que la buena comida, nuestras Jackets eran piezas de precisión maquinaria. Sin embargo, había un montón de países que todo lo que podían hacer era enviar a sus tropas con una máscara de gas, un buen lanza cohetes a la antigua, y una oración. Olvídate de artillería o soporte aéreo. Cualquier victoria que tenían solo les daba un poco más de vida. Nanobots que se desbordaban de los cadáveres Mimic se comían los pulmones de cualquier soldado que haya sobrevivido. Y así, poco a poco, se propago el desierto sin vida a través de las tierras de la gente que una vez llamaron hogar.

Ferrell provenía de una familia de agricultores. Cuando sus cosechas comenzaron a fallar, optaron por abandonar sus tierras y trasladarse a una de las islas del este, paraísos protegidos por las maravillas de la tecnología. Familias con personas que prestan servicios en la UDF tenían prioridad para la inmigración, así es como Ferrell llego a unirse al Cuerpo japonés.

Estos "Soldados de Inmigración", como se les conocía, eran comunes en la Infantería Blindada.

- ¿Has escuchado la expresión Kiri - O boeru?

- ¿Qué? - Le pregunté, sorprendido de oír el japonés.

- Es un viejo dicho samurái que significa, “ Corta y aprende.'" - Negué con la cabeza.

- No me suena familiar .

- Tsukahara, Bokuden, Itou, Miyamato Musashi, todos los famosos samurái en su momento. Estamos hablando de hace quinientos años.

- Creo que leí un cómic sobre Musashi una vez.

- Malditos niños. No saben de Bokuden pero si de Batman. - Ferrell suspiró con exasperación. Allí estaba yo, un japonés puro, y él sabía más sobre la historia de mi país que yo.

- Los Samurái eran guerreros que se ganaban la vida luchando, al igual que tú y yo. ¿Cuántas personas crees que el samurái que acabo de nombrar, habrá matado en toda su vida?

- No lo sé . Si sus nombres todavía viven después de alrede do r de quinientos años, tal vez. . . ¿ diez o veinte?

- Ni siquiera cerca. Los registros de aquel entonces son vagos, pero el número está por algún lugar entre los 300 y 500. En ese entonces n o tenían pistolas. Ellos no ten ían bombas. Cada hombre que mataban era cortado en un maldito cuerpo a cuerpo. Yo diría que eso sería suficiente para justificar una medalla o dos .

- ¿Cómo lo hacían?

- Enví a a un hombre al gran más allá cada semana, a continuación, has lo mismo durante diez años, y tendrás tus quinien tos. Eso por eso que se les c onoce como espadachines maestros . No lo hicieron con sólo matar una vez y los llamaron así en un día. Ellos c ontinuaban. Y se hacían mejores.

- Suena como un juego de video. Cuantos más matas, más fuerte te vuelves, ¿Es eso? Mie rda, tengo mucho de que ponerme al día .

- Excepto que los oponentes con los que entrenaban no eran maniquíes o pequeños extraterrestres digitales. Los hombres que mataban , vivían y respiraban. Eran como ganado. Hombres de espadas. Hombres que luchaban por s us vidas al igual que ellos. Si querían vivir, tenían que atrapar a su enemigo con la guardia baja, poner trampas, y a veces huir con el rabo entre las piernas.

Esa no es la primera imagen que aparece en tu cabeza cuando piensas en espadachines maestros.

- Aprender que es lo que puede matarte y cómo matar a tu enemigo . La única manera de saber algo así es haciéndolo. Un chico que había sido enseñado a blandir una espada en un dojo no tenía ninguna posibilidad contra un hombre que había sido entrenado en bat alla. Ellos lo sabían, y seguían haciéndolo. Esa es la forma en que acumulaban cientos de cadáveres. Un movimiento a la vez.

-Kiri-Oboeru.

-Así es.

-Así que ¿por qué molestarse en entrenarnos a todos?

-Ah, directo al punto. Con un cerebro como ese, eres demasiado listo para ser un soldado.

-Lo que sea, Sargento.

-Si realmente quieres pelear contra los Mimics, necesitas helicópteros o tanques. Pero los helicópteros cuestan dinero, también necesita dinero para entrenar a los pilotos. Y los tanques no van de buena mano con este terreno, demasiadas montañas y ríos. Sin embargo, Japón está lleno de gente. Así que los envuelven en Jackets y los envían a las líneas del frente. Limones en limonada.

Mira lo que pasaba con los limones.

-Toda esa mierda que te enseñan en la formación es el mínimo indispensable. Ellos toman un montón de reclutas que no diferencian sus culos de sus codos y les enseñan no cruzar la calle cuando la luz está en rojo. Mirar a la izquierda, mirar a la derecha y mantener sus cabezas abajo cuando las cosas se ponen calientes. La mayoría de los bastardos sin suerte olvidan todo cuando la mierda comienza a volar y caen bastante rápido. Pero si tienes suerte, puedes pasar vivo y tal vez incluso aprender algo. Pruebas por primera vez la batalla y haces una lección de ella, tal vez tengas algo para poder llamarte un soldado.- Ferrell se interrumpió solo. -¿Qué es tan gracioso?

-¿Eh?- Una sonrisa se había formado en mi cara mientras él hablaba y yo ni siquiera me di cuenta.

-Veo a alguien sonriendo antes de una batalla, empiezo a preocuparse por el cableado en tu cabeza.

Había estado pensando en mi primera batalla, cuando Mad Wargarita trató de ayudarme, cuando mis tripas manchando el barro fueron quemadas a cenizas, cuando la desesperación y el miedo corrían por mi cara. Keiji Kiriya había sido uno de los bastardos sin suerte. Dos veces. La tercera vez, cuando corrí, mi suerte no podía decirse buena tampoco. Pero por alguna razón, el mundo seguía darme otra oportunidad, desafiándome a encontrar una manera de sobrevivir. No por suerte, por mi cuenta.

Si podía reprimir las ganas de correr, me seguiría despertando para un día completo de entrenamiento seguido de un día en el campo de batalla. ¿Y qué podría ser mejor que eso? Casi por defecto, seguiría aprendiendo, un movimiento a la vez. Lo que le tomó a esos espadachines diez años, yo podía hacerlo en un día. Ferrell se puso de pie y le dio a mi espalda una palmada con la mano, deteniendo mi tren de pensamientos.

-No tiene mucho sentido preocuparse ahora. ¿Por qué no se ves si puedes ir por una dama?

- Estoy bien, sargento, estaba pensando . - Ferrell aparto la mirada. Lo presione. - Si sobrevivo a la batalla de mañana, habrá otra batalla después de esa, ¿no? Y si sobrevivo a esa batalla, voy a ir a la siguiente. Si tomo las habilidades que aprendo en cada batalla, y entre las batallas que practico en la s simulaciones, mis probabilidades de sobrevivir deberían seguir incrementando. ¿Verdad?

- B ueno, si quieres sobre analizar.

- No haría daño a adquirir el hábito de entrenamiento ahora, ¿O sí ?

- No renuncias fácil, ¿verdad?

- No .

Ferrell negó con la cabeza. - Para ser honesto, te imaginaba diferente. Tal vez me estoy poniendo demasiado viejo para esto .

- ¿Diferente cómo?

- Escucha, hay tres tipos de personas en la UDF: adictos muy nerviosos apenas con vida, las personas que se inscribieron en busca de un boleto para comer, y la gente que camino mucho, dio un paso en el puente equivocado en algún lugar, y solo se quedaba en él.

- Supongo que me había puesto en el último grupo.

- Eso hice.

- ¿En qué grupo está usted, sargento?

Él se encogió de hombros.

- Primero póngase el traje. No s vemos aquí en quince minutos .

- Señor, uh, ¿con traje de batalla?

- Un jinete de Jacket no puede practicar sin su equipo. No te preocupes, no voy a utilizar munición real. Ahora ¡ Vístase !

- ¡Señor, sí, señor!

Yo saludé, y lo decía en serio.

El cuerpo humano es una máquina divertida. Cuando quieres mover algo, digamos, el brazo, el cerebro en realidad envía dos señales al mismo tiempo: "¡Más poder!" Y "¡Menos poder!" El sistema operativo que del cuerpo automáticamente mantiene una cierta energía de vuelta para evitar el esfuerzo excesivo y rasgarse. No todas las máquinas tienen incorporado esa función de seguridad. Puedes apuntar el coche a la pared, pisar de golpe el acelerador hasta el piso, y el coche se va a aplastar a sí mismo contra la pared hasta que el motor se destruya o se quede sin gasolina.

Las artes marciales utilizan cada trozo de fuerza que el cuerpo tiene a su disposición. En el entrenamiento de artes marciales, golpeas y gritas al mismo tiempo. Tu comando “¡Grita más fuerte!" Ayuda a anular el comando "¡Menos poder!". Con la práctica, puedes exprimir la cantidad de energía que tu cuerpo retiene. En esencia, aprendes a canalizar la energía del cuerpo que se destruya a sí mismo.

Un soldado y su Jacket trabajan de la misma manera. Al igual que el cuerpo humano tiene un mecanismo para retener el poder, las Jackets tienen un sistema para mantener el esfuerzo y el poder en equilibrio. Con 370 kilogramos de fuerza de agarre, un Jacket podría aplastar fácilmente el cañón de un rifle, por no hablar de los huesos humanos. Para evitar que sucedan accidentes como esos, las Jackets están diseñadas para limitar automáticamente la fuerza ejercida, e incluso activamente contrarrestar la inercia para equilibrar adecuadamente la cantidad de fuerza liberada. Los técnicos llaman a este sistema auto-equilibrador. El auto-equilibrador retrasa las acciones del operador del Jacket por una fracción de segundo. Es un intervalo de tiempo tan pequeño que la mayoría de las personas ni siquiera nos damos cuenta de ello. Pero en el campo de batalla, ese intervalo podría significar la diferencia entre la vida y la muerte.

En tres batallas completas de diez mil Jackets cada una, sólo un soldado podría tener la mala suerte encontrar un problema con el auto-equilibrador, y si el auto-equilibrador decide tener un espasmo justo cuando tienes un Mimic yendo hacia ti, todo habrá acabado. Es una pequeña posibilidad, pero nadie quiere ser el hijo de puta sin suerte que agarra la paja más corta. Es por ello que, al inicio de cada batalla, veteranos como Ferrell apagan el auto-equilibrador. Nunca nos enseñaron esto en el entrenamiento. Tuve que aprender a caminar de nuevo con el auto-equilibrador apagado. Ferrell dijo que tenía que ser capaz de moverme sin pensar.

Me tomó siete intentos caminar en línea recta.




21 Getting cold feet? Termino en inglés para referirse a tener miedo o acobardarse.




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