martes, 10 de abril de 2018

All You Need is Kill cap 2.2



Parte 2

Dos centinelas fueron colocados en el camino que conduce a la sección de la base bajo la jurisdicción de Estados Unidos. Eran enormes, cada hombre llevaba un rifle de alta potencia en los brazos tan grande como mis muslos.

Sus físicos hacen que se vean como armaduras en exhibición. Ellos no tienen que decir una palabra para dar a conocer a los transeúntes quien estaba a cargo. Bombas de racimo podrían haber llovido del cielo, y estos chicos habrían sostenido su terreno, sin parpadear, hasta que recibieran órdenes directas de hacer lo contrario. Si los mantenía en la esquina de mi ojo y me dirigía a la puerta principal, estaría en el camino que había tomado cuando traté de ausentarse sin permiso en mi tercera vez a través del bucle. Correr sería fácil. Con lo que había aprendido, probablemente podría evitar la emboscada Mimic y llegaría a la ciudad de Chiba. Pero hoy tenía otro objetivo en mente.

Eran las 10:29. Yo estaba de pie en el punto ciego de los centinelas. Con mi zancada de ochenta centímetros, los centinelas estaban exactamente a quince segundos desde donde yo estaba.

Una gaviota volaba por encima. El rugido lejano del mar se mezcla con los sonidos de la base. Mi sombra era una pequeña piscina recogida a mis pies. No había nadie más en el camino. Un camión de combustible estadounidense pasaba. Los centinelas saludaron.

Tuve el tiempo justo para caminar. Tres, dos, uno.

El camión se acercó a una bifurcación en la carretera. Una señora de limpieza de edad con un trapeador dio un paso hacia el frente del camión. Los frenos chillaron. El motor del camión se detuvo. Los centinelas voltearon hacia la conmoción, su atención se desvió por unos preciosos momentos. Caminé por su derecha.

Podía sentir el calor emitido por su gran volumen. Con músculos como esos, yo no tenía ninguna duda de que pudieran alcanzar mi culo y tirar de mi columna vertebral. Por un instante, sentí un deseo irracional de arremeter contra ellos.

Claro, podía parecer que no sería más que solo un fuerte viento, pero no se debe juzgar un libro por su cubierta. ¿Quieres probarme? ¿Quién quiere un pedazo de este pequeño recluta asiático?

¿Las habilidades que había aprendido al pilotar el Jacket podía traducirlas en combate mano-a-mano contra otro ser humano? ¿Me había vuelto algo más fuerte, algo mejor? ¿Por qué esperar a los Mimics?, ¿Por qué no probarme a mí mismo con estos finos ejemplares en este momento?

El guardia de la derecha se volvió.

Mantén la calma. Mantenga tu ritmo constante. Él está girando hacia la izquierda. Cuando lo haga, te deslizas en su punto ciego detrás del otro centinela.

En el momento en que mira a su alrededor para detectar cualquier signo de Keiji Kiriya, seré parte del paisaje.

- ¿Viste algo?

- Silencio. El capitán está observando, y no se ve feliz.

- Vete a la mierda.

Y de esa manera, yo me había infiltrado en territorio de E.U. Mi objetivo era una Jacket hecha para E.U. Después de un par de veces a través del bucle, había llegado a la conclusión de que necesitaba una nueva arma: algo que no teníamos en el Cuerpo de japonés. El problema de los rifles estándar de 20 mm es que no eran muy eficaces contra Mimics. Caminan en una delgada línea de compromiso entre el número de rondas que un soldado podía llevar, la tasa de fuego necesaria para alcanzar un blanco a alta velocidad, y la cantidad aceptable de retroceso. Eran las más poderosas emitidas por el ejército, pero si realmente querías perforar ese endoesqueleto, 50mm era la única manera de estar seguro.

La estrategia básica de la UDF fue emplear una línea de infantería blindada que dispare rondas de 20 mm para frenar al enemigo lo suficiente para que la artillería y los tanques pudieran acabarlos. En la práctica, el apoyo nunca llega rápido o era lo suficientemente pesada. Nos tocaba a nosotros acabar a los Mimics por nuestra cuenta.

El arma de último recurso para los veteranos, y que yo mismo había usado, era el martinete montado en el hombro izquierdo. Podías golpear, abrir un agujero y derramar las tripas de un Mimic con uno de esos bebés. El lanza cohetes podría ser útil también, pero era difícil acertar con éxito, y era más seguido que te quedaras sin cohetes cuando realmente necesitabas uno. Como crecía acostumbrándome a la lucha, me basé más y más en el poder del martinete 57mm.

Pero el martinete tenía un gran inconveniente: Su cartucho solo sostenía 20 cargas. A diferencia de nuestros rifles, tampoco se podía cambiar de cartucho. Una vez que disparas la vigésima ronda, se terminaba. A lo sumo, un soldado iba a perforar veinte agujeros en algo. Una vez que el martinete se quedaba sin carga, ni siquiera se podía utilizar para clavar una estaca en el corazón de un vampiro. Las personas que habían diseñado el Jacket sólo no habían considerado la posibilidad de que alguien sobreviviera el tiempo suficiente en combate cuerpo a cuerpo con un Mimic para utilizar más de veinte rondas.

A la mierda con eso.

Quedarme sin munición me había matado un montón de veces. Otro callejón sin salida. La única manera de evitarlo era encontrar un arma cuerpo a cuerpo que no se quede sin munición. Yo había visto uno, una vez, en la batalla que había iniciado todo este bucle.

El hacha de batalla. Rita Vrataski, una Valquiria vestida con un Jacket de color carmesí, y su hacha. Podría haber sido más apropiado llamarla un bloque de carburo de tungsteno con la forma de un hacha. Un hacha de batalla nunca se queda sin munición. Todavía puedes usarlo si conseguía doblarse. Guardaba un montón de golpes. Era un arma de cuerpo a cuerpo perfecta.

Pero en lo que se refiere al mundo, Keiji Kiriya era un nuevo recluta que aún no veía su primera batalla. Si yo les pedía que reemplazaran mi martinete estándar con un arma diferente, simplemente porque no me gusta, seguro que no me van a escuchar. Yonabaru se había reído de mí, y Ferrell realmente me lanzó un puñetazo. Cuando traté de hablarlo directamente con nuestro comandante del pelotón, él me ignoró por completo. Iba a tener que adquirir el arma que necesitaba por mi cuenta.

Me dirigí a los cuarteles de la división de suministros que estaban con las Fuerzas Especiales de Estados Unidos. Cinco minutos después de cruzar hacia el lado estadounidense de la base, llegué a un lugar custodiado por solo un soldado. Estaba dándole vueltas a una llave inglesa en su mano.

El olor acre del aceite flotaba en el aire, inundando la salobre espiga del océano. El siempre presente zumbido de hombres activos en la base había disminuido. En la oscuridad de los cuarteles, las armas de acero que la humanidad había utilizado para derribar a sus enemigos estaban disfrutando de una corta siesta.

La mujer con la llave era Shasta Raylle, una técnica civil. Su paga estaba por lo menos a la par con un teniente primero. En todo caso, muy por encima de la mía. Le di un vistazo a sus papeles: altura, 152 centímetros; peso, 37 kilogramos; agudeza visual, 20/300; comida favorita, pay de maracuyá. Tenía algo de sangre india americana en ella y llevaba el pelo negro recogido en una cola de caballo.

Si Rita era un lince de caza, Shasta era un conejo desprevenido. Pertenecía a un hogar, acurrucada en una acogedora habitación cálida, viendo películas y comiendo con bombones, no untada en aceite y grasa en alguna base militar. Hablé tan suavemente como pude.

- Hola.

Shasta saltó ante el sonido de mi voz. Maldita sea. No es lo suficientemente suave.

Sus gruesos lentes cayeron al piso de concreto. Verla buscando esas gafas era como ver a un cuadripléjico resbalarse con el agua. En lugar de bajar la llave inglesa y buscarlos con la sensación de ambas manos, ella buscaba en vano con una sola. No es exactamente lo que esperarías de alguien que se había graduado como la mejor de su clase en el MIT22, desarrolló algunas de las Jackets militares más avanzadas en su primera publicación de investigación para la industria de defensa, y luego, para repetir, saltó a la UDF como técnica asignada en particular a un Jacket rojo-metálico.

Me agaché y recogí sus gafas, eran más como un par de lentes de aumento que estaban unidos improvisadamente.

- Se te cayó esto .- Le dije, sosteniéndolos donde esperaba que ella pudiera verlos.

- Gracias, quien quiera que seas.

- No hay de qué.

Shasta me miró. Los lentes de vidrio de botella hacían ver sus ojos como huevos fritos. - ¿Y tú eres … ?

- Keiji Kiriya.

- Gracias, Keiji Kiriya. Soy Shasta Raylle.

Había omitido deliberadamente mi rango y pelotón. La cabeza de Shasta se hundió.

- Sé que este cuartel parece algo plano y común, lo es , pero eso no viene al caso. El punto es, que contienen tecnología militar mu y sensible. Sólo las personas con la correspondiente autorización de seguridad tienen permitido tenerlas.

– Lo sé. No la quiero.

- Oh. ¡Bueno! Me alegro de haber aclarado eso.

- En realidad. - Le dije, dando un paso hacia adelante. - Vine a verte a ti.

- ¿A m í? Yo - yo estoy halagada, pero me temo que no puedo, quiero decir, me pareces muy bien y todo, es sólo que no creo que esto sea apropiado, y todavía hay preparativos para mañana, y -

- Ni siquiera es mediodía.

- ¡Tomara el resto del día!

- Si terminaras de escucharme...

- Sé que parece como si todo lo que he estado haciendo es quitar y volver a colocar esta parte, bueno eso hago, pero de ve rdad estoy ocupada. ¡En serio! - Su cola de caballo se balanceaba cuando ella asentía para sí misma, acentuando su sinceridad.

Se está haciendo una idea equivocada. Tengo que poner en marcha esta cosa de nuevo.

- ¿ Así que la unidad de memoria externa de ese traje ha sido dañada?

- Lo está, pero ¿ Cómo sabes eso?

- Hey, tú y yo sabemos que una unidad de memoria externa no parece que se use mucho en la batalla. Pero desde que esos chips personalizados contienen tecnología militar sensible por tonelada métrica, tienes que llenar una montaña de papeleo para pedir una de esas malditas cosas, ¿me equivoco? Y ese calvo hijo de puta en la armería acortejándote , no importa cuántas veces le digas que no estás

Traducción: Wisdel Corrección: Deicob

interesada no hace la situación más fácil , supongo. Es casi suficiente para hacerte considerar robar una de las que est án en las Jackets del Cuerpo ja ponés.

- Robar una del… ¡Ni siquiera he pensado en eso!

- ¿No?

- ¡Por supuesto que no! Bueno, la idea puede haber pasado por mi mente una o dos veces, ¡Pero nunca lo haría! ¿Realmente parezco el tipo que…

Sus ojos se agrandaron cuando vio lo que había en la bolsa de plástico sellada que saqué de mi bolsillo. Una sonrisa maliciosa se extendió por mi cara.

- ¿Qué si alguien robó una para ti?

- ¿Puedo tenerlo? ¿Por favor?

- ¡Qué rápido cambiamos de canción!

Levanté la bolsa con el chip por encima de mi cabeza. Shasta saltaba mientras trataba de agarrarla, pero ella y sus 158 centímetros no tendrían suerte. El aceite manchado en su ropa hizo que mis fosas nasales se quemaran.

- Deja de molestarme y sólo suélta la, ¿Podrías? *Sal to. Salto. * No sabes lo mucho que tendría que pasar para conseguir uno de estos. Te lo estoy rogando. ¿Por favor? *Salto.*

- Te lo voy a dar, pero necesito algo a cambio.

- ¿Algo. . . a cambio? * Gulp .*

Ella llevo la llave inglesa a su pecho, aplanando sus inflados pechos que yacían ocultos bajo su overol. Claramente se había acostumbrado a jugar a la víctima después de unos años con los animales en las Fuerzas Especiales. Si era tan fácil de levantar, no puedo decir que realmente pudiera culparlos.

Señale con la mano que tenía la bolsa de plástico hacia el hacha de batalla gigante que colgaba de una jaula en la parte trasera del cuartel. Shasta parecía no entender lo que yo estaba buscando. Sus ojos se movían con cautela alrededor de la habitación.

- Vine a pedir prestado eso. - Señale con el dedo directamente hacia el hacha.

- A menos que mis ojos estén peor de lo que pensé, esa es el Hacha de batalla de Rita.

- Bingo.

- Así que. . . ¿también estás en la Infantería Blindada?

- Cuerpo japonés.

- No es algo fácil para mí decirlo, yo no quiero ser grosera, pero si tratas de imitar a Rita sólo vas a salir herido.

- ¿Eso significa que no me la vas a prestar?

- Si realmente crees que lo necesitarás, lo haré. Es sólo un trozo de metal, tenemos un montón de piezas de repuesto. Cuando Rita me lo pidió por primera vez, tuve que cortar de las alas de un bombardero desarmado.

- ¿Entonces por qué la renuencia?

- Bueno, porque, francamente, serás asesinado.

- Con o sin ella, moriré algún día.

- ¿ No puedo cambiar tu opinión?

- No es probable.

Shasta se quedó en silencio. La llave colgaba en su mano como un trapo viejo, y sus ojos perdieron el enfoque. Un mechón de cabello despeinado manchado con sudor y grasa se pegó en su frente.

- Antes yo estaba estacionada en el norte de África .- Dijo. - El mejor soldado del mejor pelotón allí me pidió lo mismo que tú . Traté de advertirle, pero había políticas involucradas, las cosas se complicaron, así que le deje tenerla.

- ¿Y él murió?

- No, vivió. Apenas. Pero sus días de soldado habían terminado. Si hubiera encontrado alguna manera de detenerlo.

- No debes culparte a ti misma. Tú no hiciste que los Mimics lo atacaran.

- De eso se trata, no resultó herido luchando contra los Mimics. ¿Sabes lo que es la inercia?

- Tengo un diploma de escuela secundaria.

- Cada una de esas hachas de batalla pesan 200 kilogramos. Con el agarre de 370 kilogramos de un Jacket puedes levantarla, seguro, pero incluso con esa fuerza es una tremenda cantidad de inercia. Él se rompió la espa lda balanceando el hacha. Si balanceas 200 kilogramos con la potencia amplificada de un Jacket, puedes literalmente partirte a ti mismo en dos partes.

Sabía exactamente lo que quería decir, la inercia de la que estaba hablando era exactamente lo que yo buscaba. Buscaba algo masivo para destruir un endoesqueleto Mimic de un golpe. Eso podía matarme en el proceso, ese fue el punto.

- Mira, estoy segura de que piensas que eres bueno, pero Rita no es un soldado ordinario. - Shasta hizo un último intento de disuadirme.

- Lo sé.

- Ella es extraordinaria, de verdad. Ella nunca usa su equilibrador automático. Y no me refiero a que lo apaga antes de la batalla. Su Jacket ni siquiera está equipado con uno. Ella es el único miembro de nuestro equipo sin él. En un escuad rón de élite, ella es más que una elite.

- Dejé de usar el equilibrador automático hace mucho tiempo. Nunca pensé en retirarlo por completo. Voy a tener que hacer eso. Un peso menos.

- Oh, así que e res el próximo Rita, ¿Supongo?

- No. Yo no podría soste nerle una vela a Rita Vrataski .

- ¿Sabes lo que me dijo la primera vez que la conocí? Ella dijo que estaba contenta de viviera en un mundo lleno de guer ra. ¿Puedes tu decir lo mismo? - Shasta me evaluaba detrás de sus gruesos lentes.

Sabía que significaba lo que estaba diciendo. Le devolví la mirada sin decir una palabra.

- ¿Por qué estás tan obsesionado con su hacha de guerra? - Preguntó.

- Yo no diría que estoy obsesionado . Sólo estoy tratando de encontrar algo más efectivo que un martinete. Voy a tomar una lanza o un machete, si tienes uno. Cualquier cosa que pue da usar más de veinte veces.

- Eso es lo que dijo la primera vez que me pidió que cortara su hacha. - Shasta relajó su agarre de la llave inglesa.

- Cualquier comparación con la Full Metal Bi...uh, Va lquiria es un gran elogio.

- Sabes, eres muy. . . - Su voz se apagó.

- Soy muy... ¿Qué?

- Inusual.

- Tal vez sea así.

- Sólo recuerda, no es un arma fácil de usar.

- Ten go mucho tiempo para practicar.

Shasta sonrió.

- He conocido a soldados que piensan que pueden seguir los pasos de Rita, y fallar, y he conocido a algunos que reconocen el prodigio que ella es y ni siquiera tratar de igualarla. Pero tú eres la primera persona que he conocido que se da cuenta de la distan cia entre tú y Rita y todav ía está dispuesto a recorrerla .

Entre más entendía sobre la guerra, más estaba seguro que Rita era un prodigio. La segunda vez a través del bucle, cuando Rita se unió a nosotros en la sesión de EF, yo sólo me le quede mirando en el camino, porque era un nuevo recluta que no conocía nada mejor. Ahora que yo había estado en el bucle las suficientes veces como para decir que soy un verdadero jinete de Jacket, la brecha entre ella y yo parecía aún más grande. Si yo no tenía, literalmente, una cantidad infinita de tiempo, me habría dado por vencido.

Con un magnífico salto, Shasta arranco el chip de silicio de mi mano.

- Espera. Déjame darte algunos papeles para esa hacha antes de que te vayas.

- Gracias.

Ella iba por los papeles, luego se detuvo. -¿ Puedo preguntarte algo?

- Dispara.

- ¿Por qué tienes el número cuarenta y siete escrit o en la mano?

No sabía qué decirle. En primer lugar, no podía llegar a una sola razón creíble para que un soldado tuviera que escribir un número en su mano.

- Oh, es que , quiero decir, espero no haber dicho nada que no debí decir.

Negué con la cabeza.

- ¿Ves cómo las personas tachan los días en un cal endario? Esto es algo como eso.

- Si es lo suficientemente importante como para escribirlo en tu mano, debe ser algo que no quieres olvidar. ¿ Cuarenta y siete días hasta que regreses a casa, tal vez? ¿ O los días para e l cumpleaños de tu novia?

- Si tuviera que ponerle un nombre, yo diría q ue es el número de días desde que morí.

Shasta no dijo nada más.

Ya tenía mi hacha de batalla.




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