viernes, 6 de abril de 2018

The Witch’s House The Diary of Ellen 3.4





Hasta ese día, no había ido afuera de la casa.

Por supuesto, tampoco me había dejado la magia de la casa de la bruja.

No porque ya no sea capaz de moverse libremente.

Sino porque no quería ver mi verdadera forma.

No podía imaginar cuánto me lastimaría el corazón ver cuánto había avanzado mi enfermedad.

Incluso con las medicinas del demonio, no estaría completamente detenida. No había duda de que mi cuerpo original se estaba volviendo más feo cada día.

Me aterrorizaba demasiado para verlo. Solo recordar mi piel hinchada y roja traía lágrimas a mis ojos.

Entonces, ¿por qué fui afuera?

Fui descuidada, sin duda.

Era temprano en la mañana, y una niebla blanca cubría el bosque.

Un hombre sosteniendo una espada larga llegó a la casa.

Invité al hombre a mi cuarto. Su espada debe haber sido de alguna manera especial. Él me corto con ella, y yo salí volando por la ventana.

…La magia de la casa desaparece cuando la abandona la bruja.

Mientras caía, el tiempo parecía ir más despacio. Vi a un cuervo que volaba detenerse. Pensé que había oído los gritos del gato negro.

Aterrice a salvo en las rosas del jardín, pero seguía colapsada en el suelo, sin tener energía para levantarme.

La magia que me rodeaba desapareció.

Fue como tener toda tu ropa arrancada y ser arrojado sobre nieve.

El hombre saltó hacia abajo desde la ventana, tras de mí.

Se puso nervioso al verme retorciéndome. Él me estaba observando cuidadosamente con su espada en la mano todo el tiempo, sin embargo, parecía sorprendido.

Yo estaba igual. La piel roja e hinchada, agrietada como tierra, se extendía por todo mi cuerpo. La carne se había podrido en la parte baja de mis piernas, y blanco hueso se mostró a través de ella. Un escalofrío trepo por mi espalda, mi garganta estaba seca.

Es imposible. ¿Esto era yo?

Las rosas me cubrieron como si intentaran proteger mi cuerpo, pero sin mi magia, era inútil. Tan sólo era capaz de arrastrarme por el suelo, debí parecerle al hombre una chica hinchada y fea, por su puesto.

La visión de mi misma enferma me recordó el pasado.

Mi padre no me miraba. Mi madre me abandonó. Y la gente que huyó de mí. Mi piel desamorándose, la prueba de mi falta de amor.

No quería verlo. No quería permitir que este hombre lo vea. Agarre el suelo con mis brazos rojos, delgados como ramas. Algo caliente subió a mis ojos.

La chica cubierta de rojo bajo la vista del hombre empezó a llorar.

No esperaba obtener ninguna simpatía por llorar. Yo sabía que este hombre no podía ser detenido por tal cosa.

Lloré de pura tristeza. Lloraba pensando cuan cruel era este hombre.

El hombre blandió su espada, seguro de la victoria.

Yo entrecerré los ojos a la brillante luz de la hoja.

¿Por qué te pones en mi camino? ¿Por qué eres cruel conmigo? Haciéndome recordar cosas dolorosas. Todo cuando estoy enferma. Cuando estoy sufriendo. Ustedes deberían existir para ser comidos por mí.

…Deberías simplemente morir por mí.

El hombre blandió su espada hacia abajo, y mi cabeza voló. Mi visión se puso boca abajo. Pero incluso entonces, era inútil.

No recuerdo lo que pasó después de eso.

Cuando me desperté, estaba acostada boca arriba en la cama de mi habitación.

Las paredes de la habitación eran de un naranja débil, y por la ventana abierta, vi que era de tarde.

Revisé mi cuello y no encontré ninguna costura. Aún así, no podía pensar en lo que había pasado como un sueño.

Um. ¿Qué hacía?

Sin duda, el hombre había cortado mi cabeza. Pero no tenía ningún recuerdo del demonio reconectándola.

Aunque dormía aquí, significa que otra vez había usado la magia de la casa para volver a mi habitación.

–Eso fue duro. –Escuché al gato negro decir casualmente.

Traté de levantarme, pero mi cuerpo se puso rígido con dolor.

¿Dolor? ¿Por qué? Como si mi cabeza se partiera en dos. Y no sólo eso. Sentí un doloroso hormigueo y calor en mis piernas debajo de las sabanas.

No debería haber sentido ningún dolor corporal bajo la protección de la magia.

En primer lugar, exigí la medicina del demonio. Rápidamente me dieron una humeante taza de té.

La bebí toda de un trago y respiré. Pero mi corazón estaba inquieto todavía. Me sentía muy mal.

Presione mi sien y traté de recordar lo que había estado haciendo, entonces él gato negro habló.

–El tipo se fue a casa.

–¿Se fue a casa?

–Pensaba que te había matado. ¿No lo recuerdas?

Busqué en mis pensamientos.

Correcto. Yo lo aleje con alguna clase de hechizo. Pero ¿qué clase? No podía recordar. Seguramente no me debería haber sido tan fácil olvidar un hechizo que apenas había usado.

–Ahora que se fue, parece que nadie va a venir cerca durante un tiempo.

–¿Por qué?

–¿Por qué? ¿No lo querías así?

–No recuerdo eso.

El gato negro se rió bajo.

–Sííí, ¿cómo puedes hacer algo cuando ni siquiera piensas?

Decir eso no va a ayudarme a recordar. No estaba segura si debería enojarme o reír.

De todos modos, si lo alejaba, entonces no importaba.

Estaba agotada. Esperé a que el dolor disminuyera, acostada de lado y envuelta en una sabana.

Pero era extraño.

Por más que esperara, no se marchaba. Todo mi cuerpo estaba caliente, y me dolía la cabeza. Me sentía como si todavía estuviera afuera con mi lastimada piel expuesta.

Era extraño. ¿Por qué? Con seguridad no era porque mi cabeza fue cortada. Sin importar cuánto el cuerpo de la bruja sea herido, este debe ser capaz de volver a la normalidad.

Voltee hacia arriba y mire a las formas en el techo.

Mi visión estaba borrosa, y las hermosas formas parecían serpientes bailando. Me divirtió. Sin embargo no me inspiro una sonrisa, sino algo de náuseas.

Sentí que mi lengua estaba siendo empujada desde atrás de la garganta. No lo pude soportar y me senté en la cama.

Me acurruqué y comencé a toser. Agarré las sábanas con manos sudorosas.

…¿Sudor? Miré a mi palma.

No tenía ninguna necesidad de sudar bajo los efectos de la magia. ¿Por qué? –¿Por qué mi cuerpo se estaba cayendo a pedazos?–.

Unos días después, gemí en mi cama.

No sabía si estaban funcionando las medicinas del demonio. La vez que quería que viniera a verme, el demonio cuervo no vino.

Me acordé de cuando vi a mi verdadero yo, y a mi roja piel hinchada. Recordarlo hizo que mi corazón se helara.

Tal vez entonces había perdido una parte de mi corazón. Quizás cuando me enseñaron mi verdadero cuerpo, lo que evitaba mirar, mi espíritu fue cortado, y mi enfermedad empeoró.

Sin importar cuánto el cuerpo de una bruja sea herido, puede volver a la normalidad.

…Pero, ¿y si es el corazón que está herido?

Sentí que esta idea tenía un aire de verdad. Abrí los ojos ligeramente.

Era de tarde, y tibia luz de sol entraba.

Estaba sudando en la cama. Mi pelo estaba pegado a mi frente que parecía de cerámica. Tan saludable como era a la vista, en el interior era un podrido desastre.

–Hey.

Mi boca se movió antes de que pensara. No revisé donde estaba el gato negro, solo pregunte.

–Las brujas no pueden morir... era una mentira, ¿verdad?

No hay respuesta. Pero considere el silencio como respuesta suficiente. Estaba segura de que el gato me oyó.

Continúe incoherentemente.

–Siento que me he visto a punto de desaparecer. En ese momento, sentí que estaba siendo arrastrada lejos. …Si sigo sintiéndome así, estaré acabada, pensé. Debe ser una mentira que pueda seguir así para siempre.

–Bueno.

Oí la voz del gato. Su sombra de repente estaba en mi cara. Se sentó cerca de mi almohada, mirándome desde arriba.

–Eso es tu deseo, ¿que sea de esa manera?

¿Mi deseo? ¿Prefería morir? ¿Simplemente poner fin a este sufrimiento?

Ridículo.

Traté de bufar ante él, pero me salió como una exhalación extraña.

–No morirás porque realmente no piensas que lo quieres.

Pensé por un momento y lo mire.

…Para que una bruja muera, ¿sólo necesita quererlo?

Lo ignoraba desde hace siglos. Tal vez ahora tenía la mano sobre una puerta secreta. Perdoné el gato negro por eso.

–¿Puedo morir?

–Tú puedes. Pero hay un requisito.

Tras decir eso, una pequeña botella apareció de la nada delante de mí.

–Caer en la desesperación. Eso es lo que se necesita para que una bruja muera.

Miré a la pequeña botella de vidrio color caramelo.

–¿Qué es esto?

–Tu desesperación.

Lentamente me senté, incapaz de despegar los ojos de la pequeña botella. Una pequeña botella con un lindo diseño, como una de perfume, estaba asentada en mi cama.

¿Esto podría matarme?

Tomé la botella con algo de sospecha, y algo de temor.

Tenía un poco de expectativa.

Nunca había visto la botella antes. Pero el color y el diseño sugieren a cierta persona.

La lleve a mi nariz.

Cuando olí el dulce y débil olor, mis sospechas fueron confirmadas.

Miré el gato con sorpresa. Sus ojos estaban abiertos por completo.

Me sentí enojada.

¿Enojada? ¿De qué?

¿Del hecho que esto tenía el poder para matarme? ¿O del gato que vio a través de todo?

Lancé un largo y ruidoso suspiro, para calmar mis nerviosos sentimientos.

No había hecho algo tan –animal– en mucho tiempo. Sentí que estaba actuando más humana últimamente. Y eso sin duda era un signo de debilidad.

No quería decirlo. No quería darle forma.

Pero— mi mirada regresó a la botella.

La botella contenía el aroma dulce de mi madre.

El aroma que siempre rodeó a mi madre pastelera. El aroma que flotaba de sus cortas uñas. El aroma que me consoló cuando me abrazó a su pecho. El aroma de esa mujer que había desconcertado a padre.

Mi madre era la clave para matarme. Vaya broma. Todavía estaba aturdida por el hecho de mi madre me abandono. No lo podía aceptar.

Había enterrado completamente a madre en el olvido. No había ninguna tranquila y sonriente madre en mis recuerdos. Había desgarrado la foto de mi madre y manchado con sangrienta pintura.

Así que no pensé que esto me mataría.

Pero no pensé que el gato negro estaba mintiendo.

Mis manos sudaron.

Puse una mano en la tapa y la aflojé un poco. ¿Se resbalo a causa de mis manos sudorosas? ¿Quería probar si esto realmente podía matarme?

Yo no sabía. Todo fue hecho inconscientemente. La tapa se abrió levemente.

Y justo después—

En el momento cuando el dulce aroma puede o no puede haber llegado a mi nariz.

Vi la gran guadaña de la muerte apuntar su filo hacia mí e ir a mi cuello. Literalmente, de verdad. Vi la hoja afilada en la oscuridad venir por un costado hacia mí. Rápidamente pude imaginarla cortando mi cabeza.

Mi sangre se enfrío, y me apresuré a cerrar la tapa. La apreté tanto como pude y la lance.

La botella choco contra la pared, hizo un sonido, y cayó al suelo. A pesar de su aparente delicadeza, la botella no se rompió, sino rodó elegantemente.

Con cada vuelta, luz se reflejaba de su diseño, y me pareció que era bonita –pero me sentí absolutamente horrible–.

Sin duda fue una premonición de la muerte. El hombre que había arrancado mi cabeza se sentía como un juego de niños.

Ese era el final de todo. Mi desaparición. La botella me dijo eso sin piedad.

No quería morir.

Aún no había tenido mi deseo concedido. Aún no era amada por nadie. Aún no amaba a nadie...

Después de ver a la muerte ante mí, aferrarse a la vida parecía mucho más atractivo.

Mi cuerpo quería gritar, pero el gato negro borro esa sensación.

–Caray, no tenías que tirarla.

Él murmuró una queja y salto fuera de la cama para recoger la botella. Cargándola en su boca, él la soltó devuelta en mi cama.

Me derrumbe en la cama, carente de energía.

En lugar de gritar, lloré.

O mejor dicho, las lágrimas salieron por sí mismas.

Corrieron por mis mejillas y mojaron la almohada. Pronto el agua pasó de la cama al suelo, extendiéndose a través de la casa.

La casa sabía que yo estaba llorando y acuno mi cuerpo. La casa era mi aliada, como siempre. La única parte de ella que no lo era estaba delante de mí: el gato negro.

Mi corazón parecía calmarse gradualmente al llorar.

El gato miró hacia abajo, a mí.

La lustrosa botella color caramelo brillaba a sus pies.

–¿Morirás? –, preguntó, como si preguntara «¿comerás?»

–No lo hare, –sonreí.

Mis ojos mojados con lágrimas, podría haber parecido que estaba llorando de alegría. Tal vez realmente estaba feliz.

Calmó a mi corazón considerablemente saber que podría morir en cualquier momento.

El demonio era extraordinariamente concienzudo, sentí. Porque algunas personas optarían por no morir.

Para él, no importa si me muero o no.

Porque él estaba sonriendo, de oreja a oreja. Babeando mientras miraba hacia abajo, hacia mí.

Ah, sí. Él era un demonio, después de todo. Incluso mi alma era sólo otra comida para él.

Recordé eso ahora.

Agarrando firmemente la botella, salí de la cama.

Mi herido cuerpo era pesado, pero mi corazón estaba ligero.

Me salí de la habitación y baje algunos tramos de escaleras. Abajo, abajo. Llegué al pasillo de acceso al cuarto de medicinas.

El agua venenosa corriendo por el pasillo ahora estaba clara.

Mis pies salpican a través del agua que llegaba a los tobillos. No estaba fría o caliente, simplemente a la temperatura de la habitación. Seguramente, las lágrimas que había llorado limpiaron el veneno. Es una idea tonta.

Empuje la pesada puerta hasta abrirla y entre al cuarto de medicinas.

Había un estante extra. Un estante solo para esta botella, supongo.

Puse la botella en el estante y cerré la puerta. Me vi reflejada en el cristal. El gato negro se sentó sobre mi hombro derecho.

Le di una mirada de reojo.

…La desesperación es la clave para matar una bruja.

¿Por qué no me dijo antes? ¿Creyó que eso rompería mi corazón? ¿Fue porque yo no pregunte? No me digas que ya habíamos vivido juntos lo suficiente como para cimentar nuestra confianza.

No lo sabía. Era inútil tratar de entender lo que estaba pensando. Hace mucho tiempo que me había dado cuenta de eso.

Hablé con una molestia evidente por cómo había mantenido algo secreto de mí todo este tiempo.

–Te odio, ¿sabías?

–¿En serio? Tú me gustas.

De regreso del cuarto de medicinas.

Camine descalza por el río de lágrimas que fluía por el pasillo. El gato negro me siguió unos pasos atrás.

Le pregunté sin mirar atrás.

–… ¿la persona que vivía aquí antes murió?

Ahora que sabía que incluso las brujas podían morir, tenía curiosidad.

La bruja que había vivido en esta casa.

Simplemente me imaginaba que llegó a ser feliz, pero era posible, incluso probable que murió sin que su deseo fuera concedido.

El gato nunca había hablado de la bruja anterior antes, pero ahora que se reveló la verdad sobre las brujas muriendo, parecía dispuesto a responder.

–Está viva, –dijo sin demora.

Me sentí aliviada. Esa sencilla respuesta me satisfacía, pero el gato continuó.

–Ella sólo, ya sabes... renunció.

¿Renuncio a qué?

Me di vuelta y pregunté con mis ojos.

–A matar gente con la casa. Mi expresión no cambio. Pero él aún podía ver que estaba interesada.

Haciendo una pausa para resaltar la importancia, él habló. –Ella fue poseída por el éxtasis de matar gente con la casa, y no podía olvidarse de ello.

Tampoco es que lo quisiera en primer lugar. Pero tal vez eso fue algo malo. No la odiaba a ella tampoco, pero se me escapó de las manos. Concedí su deseo. Porque dijo que quería estar aquí para siempre. Así que estaba encantada de que vinieras a la casa. Con una bruja como tú aquí, ella podía renacer también. …¿No te has dado cuenta? Está muy encariñada contigo. Estaba un poco preocupado que podrías terminar como ella, pero estaba equivocado.

–…Ella—

Me detuve y voltee hacia arriba para mirar el alto techo.

Pensé en la casa. La casa que era mi magia, una parte de mi cuerpo, que amablemente, y a veces con una mente propia, cuidaba de mí.

Fruncí mis labios y dije:

–Se convirtió en el hechizo.

–Sí.

El gato negro agitó su cola con satisfacción.

Me pareció que, en algún lado, escuche la risa de una niña inocente que no era yo.

Dejé de preguntar cuánto tiempo faltaba.

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