viernes, 6 de abril de 2018

The Witch’s House The Diary of Ellen 3.3




Fuera del bosque, la tierra pasó por muchos gobernantes.

Escuché muchos rumores acerca de guerras comenzando y terminando.

Tal vez décadas habían pasado desde que llegué a esta casa.

O tal vez fueron siglos.

No sabía el número exacto. Como no envejecía, sentí que no tenía necesidad de hacer un seguimiento del tiempo.

«Una bruja que vive en el bosque, y se lleva a aquellos que se pierden allí.»

Ese fue el rumor de que se difundió.

Fuera del bosque, se hicieron esfuerzos en secreto para tratar de matarme. Algunos de los que entraron vinieron explícitamente a matarme.

Pero no entre en pánico. Porque todos ellos serían mis amigos. Porque cada vez que uno venia, podía satisfacer el apetito del demonio.

Sus muertes infundían miedo y tristeza en los que quedaban, y eso convocaba a nuevos humanos a la casa.

Como el demonio seguramente sabía, me divertía esta cadena de acontecimientos.

Miré hacia abajo, al jardín, desde una ventana del segundo piso.

Estaba completamente cubierto con rosas rojas floreciendo.

Cuando llegué aquí, solo florecían las flores de temporada. Pero con cada humano muerto, las rosas aumentando en número ya no podían ser contenidas solamente en la casa, ahora la rodeaban desde fuera, floreciendo en el jardín.

Puse un dedo suavemente contra el vidrio.

Mis amadas rosas. Quería saltar a ese mismo lecho rojo. Lamente no poder hacerlo.

Una sombra negra voló a través del cielo, y miré hacia arriba.

El graznido de ese ruidoso pájaro negro.

…El demonio estaba aquí para vender su medicina.

Empecé a poner las medicinas del cuervo en un armario especial.

Como los medicamentos del demonio aumentaron en número y tipo, ya no encajaban en la alacena.

Además de las medicinas que detenían el avance de mi enfermedad, habían las que hacían daño al cuerpo –esas eran del interés del gato negro–.

Salí del cuarto de medicinas y me quede parada en un largo pasillo.

No quería que la gente se acerque lo mas mínimo. Había trabajado por esas medicinas, y sería terrible si alguien fuera a destruirlas.

En el centro de la sala agua se había acomodado, que fluye en un río poco profundo.

…Me preguntaba de dónde vino. Bueno, perfecto.

Me arranque unos cabellos y los solté en el río. El agua clara de repente se puso morada, burbujeante y emitía un calor extraño.

–¡Yikes! ¿Qué estás haciendo? –, preguntó el gato negro, intrigado.

Me di por vencida en tratar de espantarlo.

Lo agarré bajo sus patas delanteras y lo levante.

Y le sonreí, como si él fuera irresistiblemente adorable.

–…¿Ellen?

Miró hacia arriba, a mí, con las piernas colgando.

Estaba sonriendo como siempre, así que se me sonrió de vuelta, pero parecía algo forzado.

…De repente, mi cara volvió a la normalidad, y tiré al gato al río.

–¡¿Qué?! Lo sabía—

Splash.

Para el momento que termino de gritar, o quizás antes, su cuerpo se había disuelto en el agua venenosa con un sonido agradable, sin dejar rastro.

Sólo las burbujas salieron a la superficie donde se había caído. Ni siquiera quedo un hueso. Resople con mi nariz ante el olor.

Eso debería bastar.

Me deslice lejos a través de la pared.

Una bruma púrpura, la verdadera forma del demonio, giraba alrededor de mi hombro, pero fingí que no lo veía.

Deambule por la casa.

Se había vuelto mucho más grande que cuando llegué.

Pasé por el comedor. Los residentes sin manos estaban teniendo una comida alrededor de una mesa larga.

Luego, miré en la sala de mármol. Residentes con formas inciertas estaban tocando el piano, mientras que otros jalaban sillas para escuchar.

Vivían como querían.

…Los residentes de la casa de la bruja.

Parecían no tener ningún propósito. Las cosas que decían no tenían significado. Ya no podía reírme entre ellos.

Los deje atrás, y desaparecí en la oscuridad de la sala.

Yo soy Ellen.

Pero, ¿quién es Ellen?

¿Cuándo fue que quería desgarrarme mi piel enferma?

Antes de convertirme en una bruja. Lo recuerdo como si fuera un cuadro. En un cuarto sucio, mirando al humo y llorando. Cuando me acordé de ese olor, se hizo difícil respirar.

Qué lamentable era entonces. Pero yo estaba feliz. Porque podía simplemente regodearme en lástima.

El problema fue cuando pensé en lo que vendría luego.

Si un futuro de ser amada, un camino predefinido, existía para mí, ¿no podía simplemente no pensar en nada?

Lo quería a toda costa. Pero eso no era bueno.

El grito de mi corazón, las cosas que mi alma anhelaba, latieron en mi pecho.

Yo obedecí a mi alma.

Justo como el demonio indicó que lo haría.

Mi ritmo cardíaco se redujo, y en su lugar, empecé a oír los latidos de otros. Las personas que fueron devoradas por esta casa con caras de terror.

Ah. Es así como debe ser.

En un trance, toque una enredadera de rosa. Alrededor de sus cuellos, chupando toda la sangre. Sus corazones se convirtieron en mi alimento. Sus llantos moribundos eran mi canción de cuna, cumpliendo mis deseos.

Ser amada. Ese era mi deseo.

Pero, ¿qué es el amor?

¿Manos gentiles que me envuelvan?

¿Una cara despreocupada que me sonría?

Quería llorar mientras más pensé en ello.

Aprendí muchas cosas, viviendo en esta casa por tanto tiempo. Muchas cosas habían llegado a mis manos, sentí.

Pero ninguna de ellas dejo algo dentro de mí. Solo pasaron por mi cuerpo y desaparecieron.

Lo que quería era algo cálido que siempre estuviera en mi cuerpo. Algo que me llenara. No sabía lo que era.

Porque aún no lo había conseguido.

Vivía para tener mi deseo concedido. Lo cargaba en el pecho con el máximo cuidado, como un pájaro protegiendo sus huevos.

Sentí como, si en mi tiempo viviendo aquí, la entidad Ellen hubiera desaparecido gradualmente.

…Yo era la bruja llamada Ellen.

Eso llegó a sentirse más apropiado.

Mientras caminaba por el cuarto de libros pensando, apareció un libro titulado con mi nombre.

«Ellen», decía.

Eso fue rápido.

Lo tome y voltee las páginas. Pero nada había sido escrito en él todavía.

–Bueno, mira eso –dijo una voz baja. Miré a mis pies.

Allí estaba sentado un gato negro con una cara diferente a la de antes.

Ah. Así que ya has entrado a un nuevo cadáver. Levanté una ceja en lugar de saludarlo.

Puse el libro en su lugar y pregunté.

–¿Hay algún libro sobre la bruja que vivía aquí antes?

–Hmm. podría ser, –dijo, se hacia el tonto.

No era una venganza por tirarlo al agua venenosa antes. Él siempre era vago e indispuesto a responder cuando se trataba de la bruja anterior.

Esa bruja debe de ser un pasado distante para él. ¿Podría con el tiempo sucederme lo mismo? No lo podía imaginar en este momento.

Miré hacia arriba de un librero alto.

Era imposible que leyera todos los libros aquí.

Parecían multiplicarse y disminuir constantemente.

¿De dónde salían? Tal vez el conocimiento de las personas que murieron aquí tomaba la forma de libros.

La historia de alguien. Un relato de la forma de vivir de alguien. Eso era maravilloso. Lo que fue tragedia para ellos se convertía en comedia para el lector.

Pero...

Puesto que eran todas personas que alimentaron la casa, todas tenían el mismo final.

–¿No es aburrido si todos terminan de la misma manera? –, le pregunté al gato negro.

–No diría eso. Todo se trata de cómo llegues ahí. Además...

–¿Además?

–Todo el mundo muere al final.

Tras darme cuenta de que yo no estaba incluida en eso, baje la mirada.

Estaba sorprendida por cuánto me perturbó. Todavía estaba arrastrando el hecho de que nunca moriría.

Deseaba que no se diera cuenta de mi inquietud. Ahh, pero por supuesto que sí. Se rió de mí –yo estaba demasiado asustada para verlo–.

Tsk. Me escapé a través de una abertura entre los libreros.

Y mientras deambulaba, como buscando otro tema, encontré a un niño sentado en la esquina de la habitación.

En algún momento, un niño había tomado residencia en el cuarto de libros.

No estaba segura si era correcto del todo llamarlo un niño, su pelo castaño cubría totalmente su rostro, haciéndolo imposible de ver.

Él ordenaba los libreros, abría libros en el piso, y murmuraba cosas a sí mismo. Sentí que había oído su voz antes.

No podía recordar particularmente las voces de todos con los que había jugado, y todas parecían mezclarse juntas. Pero mirar su cabello suave como de gatito, pareció calmar mi corazón.

A veces, le escuché hablando a sí mismo cuando entraba. Me senté en una silla a cierta distancia y le miraba con la barbilla en las manos.

No parecía notar mi presencia. Él estaba tan concentrado en lo que estaba haciendo, que ni siquiera miraba a donde estaba.

Alrededor de él había enciclopedias y libros de cuentos. ¿No puedes leer? ¿Quieres que te enseñe?

Sacudí mi cabeza. No, seguramente no le importaba eso.

Espera. ¿Por qué sabía eso?

…No podía recordar.

Puse una mano sobre mi frente y pensé. Pero mis recuerdos en blanco permanecieron así, y ninguna pista se me vino a la mente.

Después de pensar un rato, me di por vencida, me pare de la silla y salí de la habitación.

Visite la sala con el gran árbol.

Ya no vi a las plantas rojas por ningún lado.

Al parecer, porque me habían asustado, el gato negro movió a las damas a otro lugar, un lugar oscuro.

Sin embargo, difícilmente eran malvadas.

Daba un poco de pena, pero con esas plantas de formas curiosas fuera, la vista del jardín pareció mejorar.

En lugar de sus antenas, a lo largo de las paredes, ahora había setos de rosas.

Pasando por los setos, procedí al pasaje de piedra.

El frío tacto de la piedra atravesó las plantas de mis pies.

…¿Cuándo fue que camine aquí sola con miedo? No importaba. Sólo es pasillo oscuro.

Miré hacia abajo mientras caminaba y recordé cómo siempre estaba descalza.

¿Por qué tenía tan pocos recuerdos de usar zapatos? ¿Porque no tenía ninguna necesidad de usarlos? En verdad, tenía malos recuerdos asociados con los zapatos, particularmente zapatos rojos –pero para ese momento, me había olvidado–.

Mientras caminaba, vi líneas de barrotes de hierro a mi izquierda.

Miré a través de los barrotes y pensé en los residentes de la casa.

Eran los restos de las almas que había comido la casa.

En cierto sentido, las sobras del demonio. Como migajas de pan o corazones de manzana, ellos tomaron forma y se quedaron en la casa.

Así que cuando el demonio comía gente, ellos no morían en la casa; ellos volvían a vivir como sus habitantes.

En ese punto de mis pensamientos, me detuve frente a una celda.

Le di a una mirada profunda a las barras.

En el fondo de la celda había un hombre con un brazo encadenado.

No podía ver bien su rostro.

Porque no recordaba bien el rostro de mi padre.

Padre se inclinó, sentándose, en la pared posterior. Sus huesos eran claramente visibles a través de su piel enfermiza, y se veía muy desgastado.

No dijo nada. No quería preguntarle nada. Él escondió su respiración y se sentó como una estatua.

Agarré los barrotes con ambas manos. No tenía ningún deseo de sacudirlos o llamarlo. Solo sentí que tenía que hacerlo para mantener mis sentimientos bajo control.

Me era difícil respirar. Mi pecho se calentaba. Apreté mi agarre sobre las barras.

De repente, noté algo a mis pies.

…la Pipa de mi padre.

La recogí y observe.

El objeto que padre había utilizado para soñar. Porque tenía esto, él no me miraba. Tal vez así era como yo quería verlo.

Sostuve suavemente la pipa en mi mano. Suavemente. No pensé en aplastarla.

Aun así la pipa se destrozo, desapareciendo como granos de arena.

Miré a mi mano vacía por un tiempo, finalmente mire de vuelta hacia la celda, para luego prepararme para regresar por el camino del que venía.

Entonces, antes de que pudiera dar un paso, me detuve.

Había otra celda junto a la de padre.

La habitación de la mujer con un dulce olor, distinto al de padre

El interior de la celda era completamente oscuro. La puerta estaba cerrada firmemente y no mostraba señales de poder abrirse. No tenía intención de hacerlo, tampoco.

Cuanto más olía el dulce aroma, más se extendía un sabor amargo en mi corazón.

Sólo estar frente a la celda lanzó mi corazón al caos, y me quitó rápidamente.

De vuelta en el cuarto con el gran árbol, el gato negro estaba sentado en el banco debajo con té.

Ya era hora de la medicina, supongo.

Me senté al lado de él sin decir nada. Colocando el plato y taza en mi regazo, tomé el té.

Me incline en el banco y mire a la alta pared.

Las llamas de las antorchas en la pared se mecían. Un mechón largo cayó en mis ojos, y junte mis cejas.

Realmente estaba viviendo más tiempo del que debería haber sido.

¿Qué le estaba pasando a mi cuerpo? Incluso si estaba tomando las medicinas para detener mi enfermedad, como el cuervo demonio me dijo.

¿En qué medida era detenida? ¿Había la fea hinchazón de mi cara y mis piernas logrado extenderse a todo mi cuerpo?

Si desaparecía la magia de la casa, o si salía afuera, podría verlo por mí misma.

En ese momento me estremecí.

…No. No quiero ver eso. No lo necesito.

Yo podría dejar la casa cuando este sana. Una vez que el demonio conceda mi deseo, podría.

Mis dedos temblaban esperando medicina del demonio.

–Tenemos un invitado.

Mire hacia la voz del gato negro, pero él ya no estaba sentado allí.

Era la señal de que un ser humano había llegado. Él siempre se desvanecía cuando estaba con un humano.

Cerré mis ojos e inspeccione.

No necesite concentrarme. Pude ver al humano entrando a la casa en un parpadeo.

…Suspiro. ¿No podría venir alguien diferente?

Estaba cansada de los humanos que venían sin temor.

Aparentemente era un enemigo que tenía que ser derrotado. Probablemente era el blanco de una venganza. Todos vinieron al bosque para matarme.

Y para matar a esta bruja, trajeron todo tipo de armas únicas consigo al pisar este bosque.

No necesitaba invitarlos. Ellos entraban por cuenta propia. El demonio tenía la boca abierta, como una gran puerta para que pasen uno tras otro.

Todos tenían su determinación, su firme resolución, pero una vez que entraban, ese era el final para ellos. Eran devorados vivos. Vaya broma.

¿Por qué dijeron que querían matarme a mí?

¿Por qué se pensaba que debería ser asesinada?

Decidí preguntarle al cerebro de la persona que vino a atacarme.

Y encontré que, sí, yo era mala. Había matado a personas inocentes, por lo tanto era mala. Había matado a muchos, por lo tanto era mala. Por eso tenía que ser asesinada.

Hmph. Pensé en lo que había hecho. Y sobre lo que iba a hacer. Sí, desde su punto de vista, tal vez es así.

Pero a mis ojos, ustedes son los malos. Porque se están interponiendo a mí deseo. No permitirán que se haga realidad.

Mala, ¿por qué mato a gente inocente? ¿No es que quieres matarme? Entonces, ¿cómo ustedes no son malos?

¿Hm? ¿Dios te lo dijo?

… que fastidio.

Dije mientras los estrangulaba con enredaderas de rosa.

Lo sé. Malo es sólo una palabra que dices a la gente haciendo cosas que no te gustan. Eso es todo lo que es.

Y tú simplemente decides qué tipo de persona se merece ser asesinado como te place.

Aun así quieres dar una razón para ello, ¿no? ¿Quieres etiquetar todo como buenos o malos?

Pero son solamente los humanos los que hacen esas cosas idiotas.

Todas las otras criaturas, cuando quieren matar, simplemente matan. Y no sólo para comer. Los gatos incluso matan bichos por diversión.

No necesitan una razón para todo. Ellos quieren hacerlo, así que simplemente lo hacen.

Soy igual a ellos, matando porque quiero matar. ¿Qué te hace diferente? Sólo quieres matarme porque quieres hacerlo.

Sí, ve y cree en tu Dios.

Pero él no te va a salvar. Si fuera a recibir castigo divino por hacer lo que dices es malo, habría sido alcanzada por un rayo hace mucho tiempo.

Aquí está lo que pienso. Dios nos dejó aquí para sufrir. Para vivir nuestra vida aferrándose a él y rogando por ayuda. Para que nunca nos olvidemos de rezarle.

Y así tú y yo hemos sufrido.

Hola, ¿me estás escuchando? Me agacho para hablar con él, pero su cuerpo ya estaba inmóvil.

–Estás habladora hoy.

El gato negro asomó la cabeza de un rosal.

–Supongo, –dije, ladeando la cabeza.

–Pero no quieres hablar mucho conmigo.

–¿Qué necesitaría hablar contigo?

–No lo sé. ¿Cualquier cosa?

–Si todo está bien, entonces no hablar nada en absoluto debe estar bien, también.

Inmediatamente puse fin a la conversación y me retire.

–¡Oye! ¡Espera!

El gato negro saltó fuera de los arbustos y me siguió.

Visite el pasaje de piedra otra vez.

Fui a lo largo del camino y me detuve delante de la celda de mi padre.

La pipa, que se había roto y no dejo ningún rastro, ahora estaba vuelta a la normalidad en la mano de mi padre.

Un olor débil flotó hacia fuera, al pasillo. Él fumaba tranquilamente, apoyado contra la pared. La vista me puso un poco triste.

De la celda vecina, pensé que oí la risa de una mujer.

No visite ese lugar otra vez.

Caminé por la piedra, mordiendo mis labios.

Tal vez porque es importante que trate a mis recuerdos con cuidado.

Tal vez porque tenía un pasado lamentable.

…No podía recordar.

No mis sentimientos a mis padres. Ni al niño en el cuarto de libros. Cuando trataba de recordar esos sentimientos pasados en detalle, sentía mi cabeza dolerme.

Podría leer mi diario para recordar, pero para el momento en el cual volteara a la siguiente página, ya lo habría olvidado.

–No puede ser algo tan importante si no lo puedes recordar, ¿no?

El gato negro repentinamente estaba ahí, enrollándose alrededor de mis pies.

–No tienes que pensar en todo eso. Eres una bruja. Tú comes a la gente y tienes tus deseos concedidos.

Correcto.

Él tenía razón.

Yo asentí con la cabeza al susurro del demonio y luego levanté la cabeza.

Yo soy Ellen. La bruja del bosque. Aquella que va a curar su enfermedad y convertirse en alguien que es amada.

¿Pero quién era yo para sonreír honestamente diciendo eso?

En la esquina del cuarto de libros, el libro titulado «Ellen» emitió una luz tenue y empezó a llenarse de palabras.

Pregunto la bruja.

–Oye, ¿por cuánto más?

–Un poco más, –respondió el demonio.

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