viernes, 6 de abril de 2018

The Witch’s House The Diary of Ellen 3.1


Capítulo 3 ~ Pequeña linda botella 




1


Yo X a todos los amigos

Que vinieron a mi casa después de eso.

Todos fueron devorados por la casa.

Pero no era suficiente.

Para comenzar, encontraba a los niños alrededor de mi edad y los invitaba a entrar.

Todos ellos fueron engañados por el dulce olor de la comida y mi sonrisa.

Todos estos niños tenían hambre. Y encima de eso, eran puros. Querían creer en un sueño, que la felicidad vendría a ellos por sí sola.

Aunque tal cosa nunca aparecería convenientemente delante de ellos, sus corazones infantiles fácilmente aceptaron el reconfortante cebo. De la misma manera yo lo había hecho.

La propia casa utilizó lo que sabía para matar a mis amigos con facilidad, y lo hizo de varias maneras.

No necesite hacer nada. Sólo extender una mano para invitarlos.

Aplastarlos entre las paredes era la forma más sencilla. De vez en cuando un niño afortunado podía escapar y corría por el pasillo, pero un cuchillo de la nada se hacía cargo de ellos rápidamente. La casa siempre ha tenido tales trampas en el lugar.

Porque ésta era la casa de una bruja. Una casa creada por demonios para devorar humanos. No era ninguna sorpresa que estuviera llena con herramientas mortales.

Cada vez que la casa comía a una persona, me expresaba su gratitud –gracias, muchas gracias– y yo sentía vergüenza de mí pasado por fallar al llevar a cabo mi trabajo como una bruja.

¿Remordimiento? ¿Culpa? No sentí tales cosas.

Porqué quería ser curada.

Porqué quería alguien que me amara.

Al simplemente ir acumulando las piedras delante de mí, podría tener mis deseos concedidos. Cualquiera ante esa oferta hubiera elegido lo mismo. Las recogí y apile.

Sin embargo no eran piedras, sino huesos blancos. Los cráneos redondos de la gente. Quizás la gran pregunta era si éstos estaban al nivel de las piedras, o si habían sido efectivamente la vida de una persona.

Las almas humanas, por el momento, eran una moneda.

Dinero con el cual una bruja puede comprar hechizos de un demonio.

Justo como cambié las almas de mi padre y madre por el hechizo de esta casa, necesitaba más almas para recibir cosas del demonio.

Tenía que seguir trabajando no sólo por la cura que el demonio prometió, también por la medicina para retardar la progresión de mi enfermedad.

Cuando pise afuera ese día, vi mis dedos manchados de rojo. Aunque nunca antes hubo síntomas de mi enfermedad ahí.

Fue porque había dejado de tomar mi medicina desde que vine aquí. Temblé de miedo. No quería que fuera a empeorar. Me aferre a los medicamentos del demonio. Aún si no sabía cuánto ayudaban a tratarla.

Cuando la casa comía a una persona, calor circulaba por mi cuerpo, y sentía el alma ser llevada al demonio.

No sabía los números exactos, pero era recompensada para alimentarlo con humanos.

Con la medicina para ralentizar mi enfermedad, por el momento.

El resto, por así decirlo, fue hacia las ofrendas al demonio para conceder mi deseo.

–No es realmente una ofrenda, sólo una transacción.

Mire hacia la voz gruesa, y un cuervo negro se coloco en el borde de la ventana abierta.

–Hola –el cuervo saludo, agitando las alas abiertas.

Lo miré con los brazos cruzados y una mirada de disgusto.

–Solo deja la medicina y vete.

–Ooh, da miedo. La niña no tiene ningún respeto, ningún respeto. Oye, ¿qué pasa contigo? –, el cuervo escupió al gato negro, abajo en el piso.

–Shhh. No te aconsejo intentar hacerla enojar, – respondió irritado, pero no hizo ninguna implicación que el cuervo fuera una molestia. Se sentía como si el gato y el cuervo eran conocidos desde hace mucho tiempo.

–Te oigo. Haciendo buenos negocios. ¡Nos olemos luego!

El cuervo batió sus alas unas cuantas veces y luego despegó de la ventana. Me paré y la cerré con fuerza. Pero no necesitaba tocarla directamente; las cosas de esta casa se movían como era mi voluntad.

–¿Él no te agrada?

–Nop. Es tan ruidoso, – dije con frialdad.

El gato se rasca la nariz con un suspiro.

Compraba mi medicina a otro demonio, distinto del gato negro.

Sencillamente lo nombre demonio cuervo.

El gato negro no tenia nombre, tampoco.

Los demonios, al no tener una forma definida, evidentemente poseyeron los cadáveres de animales para hacer su trabajo.

Y al igual que tenían gustos diferentes en los animales, daban a las brujas diferentes tipos de magia. El gato negro no parecía saber hechizos medicinales, así que dependía del cuervo.

Le pregunté mientras ponía la medicina en una alacena.

–¿Ese cuervo tiene una bruja, también?

–Bueno...

–¿Bueno? ¿No sabes?

–Nah. Porque solo estoy interesado en ti, Ellen.

–…

–¿Estás escuchando?

Ignore al gato y continúe con mi trabajo.

¿Tenía el cuervo una bruja propia? Si es así, eso significaba que había alguien más viviendo como yo.

Pero pensar en eso no me interesa. No sentía hermandad alguna con una compañera bruja.

Porque ella había elegido el camino de trabajar con un demonio para cumplir sus deseos, también. ¿Qué bien haría para mí entrometerme en la vida de otra persona, mientras que ella tenía sus propias emociones por separado?

Simplemente por su conexión a un demonio, las brujas vivían en sus propios mundos. Impedir eso solo causaría problemas. Por lo menos en mi caso.

Pensé en el vínculo entre los demonios y las brujas.

¿Los demonios usan a las Brujas para sus propios fines? ¿O las brujas usan a los demonios para sus propios fines?

Sentí que ambas eran correctas. Era una transacción, como el cuervo dijo. Porque parecía que los demonios no podían matar humanos con su propio poder.

Visite el cuarto de libros buscando información sobre los demonios. No pude encontrar mucho de interés.

–¿Podrías estarlo ocultando? –, pregunté al gato negro.

–Bueno, nunca, –respondió, caminando con gracia y girando la cola.

Siempre que tomaba un libro en esta casa, era provista de un libro con una cercana dificultad correcta de lectura para mí. Lo que significaba que no se me permitía leer libros que no debía todavía.

El próximo libro que busqué fue acerca de la magia del gato negro. Me senté en una silla al azar y leí.

Todos los hechizos demoniacos del gato negro eran cosas retorcidas.

Un hechizo para hacer que la gente vea ilusiones, un hechizo para mirar dentro del corazón de una persona, un hechizo para controlar el cuerpo de alguien...

Yo pensaba que simplemente destruir el cuerpo de una persona sería suficiente para comer su alma.

Sin embargo el gato negro parecía interesado en infundir miedo, algo que era bastante evidente en esta casa de trampas mortales.

–¿Por qué sólo sabes hechizos como estos?

–Hmm. Supongo que simplemente me gustan ese tipo de cosas. Y...

–¿—Y?

–Son más sabrosos así.

–¿En serio?

–Sí. Así que buena suerte.

Buena suerte, dice.

Vaya holgazán. Aún así, temblé ligeramente.

Porque no había duda. Él sabía que iba a disfrutar usando estos hechizos. Una bruja, ¿usa a un demonio para sus propios fines? Absolutamente no. Esa no es la posición en la que esta una bruja.

No volví a molestarme con intentar entablar una amistad con las personas que invitaba a la casa. Era simplemente improductivo.

Porque nadie me amaba en mi enfermedad. Podía poner a una ilusión temporal, pero una vez que se revelaba mi verdadera apariencia, corrían por el miedo.

Y todos tenían casas para volver, así que no se quedaban. Era fácil doblegarlos, pero eso no era real.

Si tan sólo pudiera moldear sus corazones, entonces podría reunir a muchos de ellos, y lo haría realidad. Eso era todo.

Cada vez que una persona moría, las rosas alrededor de la casa parecían multiplicarse.

Arranque un pétalo y lo mire en mi palma.

Quizás estas flores rojas estaban hechas de sangre, y no metafóricamente.

Podía ver patrones como vasos sanguíneos en este mismo pétalo. Y eran casi idénticos a las venas que podía ver en mi mano.

Mi vida como una bruja comenzó favorablemente.

Aunque no era muy diferente de lo que había estado haciendo. Bebía té, leía libros y miraba hacia afuera.

Sólo de vez en cuando, invitaba a un humano que primero tenía que llegar a la casa.

Deambulaba por la casa sin ningún sentido de restricción.

Cada vez que pasaba un espejo, revisaba mi reflejo. La chica ahí parecía muy saludable.

Pero no podía sonreír desde el fondo.

Le pregunté.

–Hey, ¿cuánto falta?

–Todavía no. No es remotamente suficiente –respondió el gato negro.

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