Dulce Pesadilla
En el salón del personal después de cerrar.
—Me gustaría que me acompañaras a mi casa— solicitó Tsukimori después de cambiarse al uniforme de la preparatoria.
—Acompañarte a tu casa...?— Repetí cautelosamente como un loro.
—Ya sabes, siempre siento la mirada de alguien en mí en el camino de la cafetería a la estación de tren...
Ella dio un escalofrío.
—¿No estás siendo paranoica?— quise decir al principio, pero lo reconsideré porque era bastante posible en su caso. Después de todo, era sin duda llamativa. En su lugar, le sugerí:
—Si es ese el caso deberías consultar a la policía en lugar de a mí.
—¡Muy débil, Nonomiya! ¡Eso es de ser muy débil! ¡Vamos, sé un hombre y protéjela!
Mirai-san, que aparentemente había escuchado la conversación, golpeó una mesa cercana a ella. El personal cercano se volteó, sorprendidos, para ver lo que estaba pasando.
—No quiero presumir pero sinceramente no tengo confianza en mi fuerza, incluso si fuera atacada por un acosador, lo mejor que podría hacer sería interponerme y recibir los golpes yo mismo.
—No estás presumiendo en absoluto, pero si eres un hombre de verdad deberías luchar fieramente de igual a igual, ¡incluso si hace falta jugarte el cuelloǃ
—Tengo la impresión de que serías una mejor guardaespaldas que yo, Mirai-san.
—¡Idiota! Soy una joven dama, ¿sabes? Yo también necesito ser protegida.
Me encogí de hombros exageradamente y eché un vistazo a las caras del resto del personal. Solo podían responder a mi mirada con sonrisas torcidas porque la temían, pero sus verdaderos pensamientos muy probablemente debían ser iguales a los míos.
—Muy divertido, ciertamente.
¿Eh, tu cara parece que quieras quejarte?
Mirai-san se acercó a mí con ojos brillantes.
—Mirai-san, déjalo estar. Si Nonomiya-kun se niega tan inflexiblemente, no hay nada que se pueda hacer al respecto. Haré todo lo posible para llegar a casa sola...— Tsukimori suspiró y avanzó hacia la entrada.
Justo antes de cerrar la puerta—
".......Haah..."
Soltó tal soplido que resonó por toda la sala.
Todas las miradas se centraron en mí a la vez, cada una de las cuales era reprochable. Un amigo cercano puede convertirse en un enemigo cercano, en efecto.
—Acompáñala, Nonomiya-kun— dijo el gerente, poniéndose de parte de Tsukimori como los demás—.
Gracias a eso, todo el personal empezó a criticarme. Fui atacado por todos lados. Por todos sin excepción. Iba a convertirme en el tipo malo.
—De acuerdo, de acuerdo, lo he entendido, voy a acompañarla a su casa, ¿vale?— gemí y salté de la cómoda sala de profesores para correr tras Tsukimori.
Para mi sorpresa, me encontré con ella inmediatamente después de salir de la cafetería.
Tsukimori estaba apoyada en una cabina telefónica frente a la cafetería, esperando debajo de una farola como la reina de la noche.
—Sabía que vendrías.
Ella me vio y sonrió como una flor floreciente, revelándome que mi acción no era inesperada en absoluto.
Miré hacia el cielo nocturno para reprimir mis emociones hirviendo. Una luna creciente me sonrió esa noche.
—No es justo.
—¿Qué quieres decir?
—¿Qué estás tramando?
Eso no es agradable, ¿sabes? Ya que soy mujer tengo mucho miedo de caminar sola por la noche, ¿sabes?
—Si es así, ¿por qué no le has pedido a tu madre que te recogiera, o preguntado a cualquier otro entre los demás, o contactar la policía?
Como siempre, parece que no tienes ni idea de cómo funciona el corazón de una chica. Quería que tú me acompañaras a casa.
Ella rió como si estuviera canturreando y unió su brazo en el mío. ¿Sería el champú? Me preguntaba en silencio como podía percibir una dulce fragancia de flores de ella.
—Vámonos.
De mis experiencias hasta ahora había aprendido que uno no podía liberarse tan fácilmente una vez Tsukimori había tomado la iniciativa, pero también era un hecho que yo, sólo a regañadientes aceptándolo, sin duda no tenía naturaleza sumisa.
Por lo tanto, los pocos metros durante los cuales mi brazo estuvo presionado contra su pecho de lleno fueron la más pura humillación para mí.
Me encontraba desesperanzado porque por solo un segundo pensé que mientras Youko Tsukimori en su esencia era la mujer con más mal carácter del mundo, su suave pecho era perfecto.
—No voy a huir, así que por favor, detén esto— le supliqué suspirando y finalmente se soltó.
—Muy mal. Ahora que habíamos conseguido crear tal buen ambiente.
Tsukimori estaba siendo hosca, pero sus pasos seguían siendo ligeros.
Mientras miraba su cabello negro bailar detrás de ella, solté un fuerte suspiro.
Podría imaginarse sin decirlo, pero mis pasos eran pesados.
Nos subimos a un tren que salía de la ciudad que además durante cuatro estaciones dio un buen traqueteo. Cuando bajamos a nuestro destino llegamos a una zona residencial de las afueras.
—Vivo por allí. A pocos minutos a pie de aquí.
Tsukimori señaló una colina. Vi inmediatamente que nos costaría mucho subir, mirando todas las pendientes y escaleras que se podían ver allí. La vista solo me había desanimado.
—No frunzas el ceño. Salir conmigo significa ir hasta allí con todo lo que comporta ¿sabes?
—Mis condolencias a tu novio.
—No te preocupes, te acostumbrarás después de un tiempo.
Tsukimori se alejó sin preocuparse por mis pocos espíritus.
—Mira, las estrellas están preciosas esta noche— dijo, sonando tranquila.
Ya que había llegado hasta aquí desde tan lejos, la seguí a regañadientes.
Estábamos en una tranquila área residencial más bien acomodada.
Las calles estaban iluminadas con brechas relativamente cortas, pero seguía habiendo un aire misteriosamente oscuro a nuestro alrededor. Tenía que admitir que el escalofrío que había mostrado antes podría haber sido algo más que una actuación.
Como era de esperar, me encontraba completamente agotado en el momento en que paramos. Tsukimori, que estaba acostumbrada, no mostró ningún indicio de tensión, haciéndola parecer más irritante que nunca para mí.
—Ya hemos llegado— proclamó Tsukimori y se paró frente a la entrada.
Era un gran edificio blanco. El término "mansión" podría ser apropiado.
Ya que su padre había sido el director de una empresa de diseño de construcción, contaba con un diseño bastante elegante, construida con tetraedros sistemáticamente reunidos, dándole una sensación geométrica en general. Habría asentido con la cabeza si alguien me hubiera dicho que era la casa de un físico.
No había luz en el interior, por lo que su madre aparentemente estaba ausente.
Mientras curiosamente miraba hacia la casa, Tsukimori tiró de mi manga.
—Ya que estás aquí, ¿por qué no entras?
Su propuesta era muy sospechosa y casi clamaba a ser puesta en duda.
Sabía que sería un problema si alguien se enterara de esa visita. Si, además de eso, los chicos de la escuela se enteraran de que nadie más había estado en la casa en ese momento, los rumores que podrían surgir de tal cosa superaron mi imaginación. Especialmente en el caso de Kamogawa... Ni siquiera quería pensar en ello.
A estas alturas estaba seguro de que todo había sido un acto suyo para hacerme entrar en su casa. Sin duda me llevaría al camino equivocado si su plan tuviera éxito.
—Buena idea, ya que tengo mucha sed, ¿puedo beber algo?
Sin embargo, acepté su oferta porque era una oportunidad muy rara.
Aunque de hecho había suspendido la duda por falta de progreso, no me había detenido en absoluto. La sospecha debido a la receta del asesinato seguía ardiendo en mi mente.
Originalmente yo esperaba que el nuevo progreso viniera de asociarme con ella y aprender más sobre ella, pero todos mis intentos habían permanecido infructuosos. Cuanto más estaba me acercaba a ella, menos comprendía su verdadera naturaleza. No tenía ni idea de cómo distinguir entre sus bromas y sus declaraciones serias. En otras palabras, era tan resbaladiza como una anguila.
Por lo tanto, había llegado a la conclusión de que sería mejor acercarse a su madre. Por lo que había visto en el funeral, no era una persona tan complicada como Tsukimori. No debería ser necesario sondear a Tsukimori para averiguar sobre su relación con su padre.
Seguí a Tsukimori hasta la casa. No se oía ningún sonido en el interior.
Mientras me quitaba los zapatos en la entrada, le pregunté:
—¿A qué hora regresa tu madre?
—¿No me digas que tienes un punto débil por las mujeres mayores?— se burló Tsukimori con una carcajada.
—Por lo menos más que por ti— respondí, con un rostro serio como tiesto.
—Esto es muy fuerte, aunque se quiera decir como broma.
Tsukimori sacudió la cabeza mientras sacaba algunas zapatillas para nosotros.
Parecía que yo había tomado la iniciativa.
—Mi madre ha salido y volverá tarde. ¡Hoy es tu oportunidad!
—.. ¿A qué clase de oportunidad te refieres, me pregunto?
Empujé su cabeza lejos, ya que se había acercado a mirar mi cara.
Y el liderazgo volvió a Tsukimori.
—Solo quería presentarme a ella ya que estoy aquí.
—Oh, eso me agrada oír, ¿finalmente te has abierto a mí?
—No sé cómo te has tomado mis palabras, pero déjame asegurarte que estás equivocada.
La seguí hasta el salón.
—Voy a traer algo de beber, así que ponte cómodo en el sofá.
Tsukimori desapareció en la habitación vecina, encendiendo la luz allí. La mitad de una cocina de sistema bien equipada se dejó notar en mi vista.
Dejé que mi mirada recorriera la sala de estar.
Al igual que el exterior, la residencia de los Tsukimoris parecía bastante respetable desde el interior: había un sofá de cuero con un brillo ámbar y una mesa de vidrio de forma rara que incluso un aficionado podría identificar como una mesa de diseño. Además, me pareció ver una televisión LCD aterradoramente grande, lujoso equipo de alta calidad. Los rumores eran ciertos: eran una familia muy rica.
Para mi decepción, sin embargo, no había nada especial aparte de eso, como un objeto que me hubiera servido como pista para saber acerca de la relación de Tsukimori con su padre.
Bueno, era natural que nada extraño estuviera colocado en la sala de estar donde mucha gente entraba y salía. Por desgracia, sin embargo, no tenía ningún pretexto que me permitiera registrar las otras habitaciones tampoco. No pude evitar sentir que había perdido la rara oportunidad de entrar en su casa.
Todavía estaba tambaleándome de decepción cuando Tsukimori regresó con una bandeja de bebidas.
—¿Espero que vaya bien té negro?
—Perfectamente.
Tenía la intención de salir después de vaciar mi taza. No había ningún motivo para permanecer por demasiado tiempo. Sin embargo, Tsukimori aparentemente había leído mis intenciones:
—¡Como si estuvieras en tu casa! Mañana es sábado, así que no hay necesidad de apresurarse, ¿verdad?
—¿Estás loca? Soy un hombre, ¿sabes?
Para librarme de mi frustración mis palabras se volvieron un poco ásperas. Me di cuenta de que estaba actuando muy egoístamente, ya que ella no tenía la culpa de que yo hubiera establecido mis propias expectativas tan altas.
—Eso sólo soporta mi argumento! Un hombre nunca debe dejar a una mujer ansiosa detrás sola.
Pero esta es tu propia casa.
—¿Crees que los acosadores se preocupan por estos obstáculos?
—¿Cómo podría saber cómo un acosador piensa? En primer lugar, esa historia me suena muy sospechosa de todos modos.
—Lástima, — Tsukimori suspiró ligeramente— ciertamente haces todo lo posible para que no me salga con la mía, Nonomiya-kun.
—Esa es mi línea, ¡me has llevado de la nariz todo este tiempo!— me opuse con prontitud.
Naturalmente, era incapaz de aceptar que mi oponente me impedía decir lo que había estado constantemente en mi mente. Un momento después, susurró con una voz demasiado fuerte para ser un monólogo:
—... Me pregunto si debería consultar a Mirai-san sobre Nonomiya-kun...
Casi escupí mi té negro.
—¿Es eso una amenaza?
Miré con ojos hostiles a Tsukimori.
—Es inevitable. Deseo simplemente recibir un buen consejo de una persona que es un poco mayor que yo, como podría ser Mirai-san. No hay nada extraño en ello, ¿verdad?
Tsukimori cubrió la mitad de su cara bajo un cojín como si quisiera bloquear mi mirada.
—Consultar a Mirai-san sobre problemas de amor es como pedirle al diablo el camino al cielo.
—Esa fue una buena.
Tsukimori enterró la nariz en el cojín y soltó una risita.
—No es para reírse. ¡Es un asunto de vida o muerteǃ
Casi me dolió la cabeza imaginarme una alegre Mirai-san molestándome. Sin duda le tendría que decir adiós a mi ocupada pero tranquila vida laboral, porque me estaría preguntando sobre Tsukimori sin parar todo el rato.
No me importaría que nuestros colegas de la cafetería supieran un poco más sobre nosotros, no me gusta tener secretos.
—A tí no te importa.
Tsukimori podría haber estado acostumbrada a ser el centro de atención, pero yo no lo estaba. Sólo la idea de ser el centro de atención de todos me dio escalofríos.
Un cómodo papel como espectador me convenía mejor. Cada uno tiene sus propias cualidades.
—Para ser franca, me encantaría intentar abiertamente que cayeras en mis redes.
—Después de todo, pareces ser buena para conseguir que todos los demás estén a tu lado, ¿verdad?— dije lleno de sarcasmo.
—¿Una virtud innata mía?— contrarrestó a Tsukimori sin problemas.
—No lo digas. Eres manipuladora, una actriz y, si nos vamos a la esencia de tu personalidad, eres perversa. Lo único que pasa es que todo el mundo está siendo engañado por tu belleza y no se dan cuenta de tus mortíferas espinas.
—¿Crees que soy bella? ¡Estoy en el cieloǃ
—¿Adónde han ido a parar las mortíferas espinas?
—Prestar atención a cosas que no son ciertas va en contra de mis principios.
A juzgar por su seria faz, no estaba en absoluto bromeando. Lo más probable es que incluso se escandalizara, de hecho.
Pero extrañamente, también me di cuenta de que una chica tan "llamativa" como ella realmente necesitaría nervios de acero.
—¿Quieres otra taza?— sonrió Tsukimori, como las damiselas harían, y ligeramente inclinando su cabeza con una tetera de porcelana en la mano.
—Por favor.
Le tendí mi taza de té, agitando la bandera blanca en mi mente.
Elegí contemplar su diabólico plan por un poco más de tiempo.
Treinta minutos después.
—Tu madre está tardando mucho— le dije a Tsukimori, que estaba sentada frente a mí.
—Sí, ella dijo que tardaría bastante.
—¿Cuándo volverá entonces?
—Mmmm... ¿En algún momento alrededor de las diez, supongo?
—Eso hace que sean treinta minutos a partir de ahora, eh.
Estaba empezando a sentirme incómodo compartiendo el mismo tiempo y la misma habitación, sólo nosotros dos, pero estaba dispuesto, debida la causa, a soportar por otra media hora y descansar en el sofá.
Tsukimori murmuró:
—Bueno, dentro de veinticuatro horas, para ser exactos.
Me senté derecho en el sofá y la miré fijamente. Estaba leyendo tranquilamente una revista de moda.
—¿A qué te refieres?
—Ha salido en compañía y volverá mañana.
—¿Me has engañado?
Me sorprendió lo profundo que fue mi tono.
—He dicho honestamente que llegaría tarde.
—¿Cómo puede ser esto honesto? Me voy— declaré, levantándome y dirigiéndome hacia la entrada. La mayor parte de la irritación se concentró en mi por picar tan fácilmente en su cebo.
De repente, algo suave envolvió mi brazo. Tsukimori lo había agarrado.
—...Por favor, no me dejes sola. ¡Estoy asustadaǃ
Su actitud mendizante y el tacto suave contra mi brazo me hicieron vacilar.
La inusual fragilidad que me estaba mostrando fue más que suficiente para activar mis instintos protectores, aunque fuera una acción deliberada suya para seducirme.
Pero mi racionalidad me enfrió y la abrumadora realidad impidió que tomara la decisión equivocada.
—¡Tu encanto no funciona en mí! Además, eso no es justo, no he aceptado salir contigo.
Dos adolescentes solos bajo un mismo techo era un escenario seductor. Siendo un chico en su adolescencia, naturalmente estuve interesado en lo que podría haber sucedido en tal situación, y todavía más si la chica en cuestión era Youko Tsukimori.
—No me importa si eres tú...
Como era de esperar, intentó seducirme con ojos atractivos y dulces palabras.
Si hubiera conocido a Youko Tsukimori en cualquier otra circunstancia, no habría tenido ninguna posibilidad contra su seducción.
—Me siento honrado, ¡pero no tengo tales intenciones!
Sin embargo, a diferencia del Nonomiya de ese mundo hipotético, el real se enfrentó a ella. Porque, a diferencia del desarrollo atractivo, me estaba empezando a asustar.
Fue la cautela lo que sustentó mi racionalidad.
¿Qué era lo que Youko Tsukimori planeaba?
Fue entonces cuando sentí que había visto la verdadera intención detrás de su petición de salir con ella.
Tal vez, Tsukimori no tenía en mente deshacerse de mí, sino más bien ¿ternerme bajo su control?
Era muy consciente de su propio atractivo y sabía cómo usarlo eficazmente. Había sido capaz de observar ese hecho más que suficiente últimamente. Así que, tal vez estaba tratando de hacer de mí un títere fiel que siguiese sus órdenes? Podría estar segura de que no diría nada en ese caso, ¿no?
Por supuesto, todo eso siempre que ella realmente hubiese notado que yo sabía la receta del asesinato.
De cualquier manera, tenía que salir de allí lo más rápido posible. Incluso si mis suposiciones fuesen ciertas y confirmadas por Tsukimori en eso, era solamente una cuestión de tiempo hasta que yo cediera a ella.
Porque sus palabras podrían haber sido mentiras, pero su atractivo era un hecho.
Iba a ser víctima de su veneno. Sabía con certeza que tan pronto como eso sucediera, el veneno se extendería lenta pero seguramente y paralizaría mi voluntad de resistir.
La sacudí y corrí hacia la entrada, pero Tsukimori corrió detrás de mí al mismo tiempo. Esta vez se aferró a mí desde atrás, restringiéndome la movilidad.
Su calidez, su suavidad, su fascinante fragancia se mezclaban en un encanto que engañaba los sentidos y me atacaba por detrás.
—...No importa lo que sientas por mí...
Su suave aliento tocó la nuca de mi cuello. Sabía que tenía que escapar, pero no podía mover un músculo.
—... Tócame ... Haz lo que quieras conmigo...
Sus deliciosas palabras entraron en mi cabeza a través de mis tímpanos y se convirtieron en paralizantes señales eléctricas parpadeando por todo mi cuerpo. Mis piernas envenenadas ya habían perdido la fuerza para resistir a una sola niña de escuela secundaria.
Me empujó suavemente al sofá, apoyándose contra mí. La lámpara detrás de Tsukimori creó un contraste místico en su rostro. Colocó su cabeza en mi hombro y puso sus manos ligeramente en mi pecho, como si lo hicese para sentir mi latido. Su cuello blanco y delgado me fue expuesto directamente un poco por debajo de mi barbilla.
Mientras todavía estaba desprovisto de palabras, me susurró al oído:
—Por favor, quiero que lo hagas.
Me sonaba como la absurda enigmática absolución de un santo.
Un momento después, mordisqueó la indefensa nuca de mi cuello.
La suave sensación de sus tiernos labios rojos hizo que mis hombros saltaran. Nunca había experimentado tal impulso antes, era similar a cosquillas, pero aun así, diferente.
Mi cuerpo estaba a punto de estar fuera de control. En un intento por empujarla lejos, deslizé mis manos entre nosotros y las empujé hacia el techo. Al no querer ser separada, se resistió y retorció su cuerpo. Mis manos rozaron levemente sus suaves senos, acariciaron los lados lisos y se perdieron en un espacio en blanco.
En ese momento, Tsukimori soltó un gemido suprimido y se retorció, todavía a mi lado.
Fue impactante. Mi racionalidad quedó enteramente impresionada por su reacción inesperadamente sensible.
Dejando que mis instintos se hicieran cargo, intercambié lugares y me senté a horcajadas sobre ella. Coloqué una mano en la nuca blanca de su cuello y repasé sus exuberantes labios rojos con mis dedos. Inhalé su intenso aroma floral, besé su clavícula y puse mi rodilla entre sus muslos.
Reaccionó exquisitamente a cada una de mis acciones. Era consciente de que la sangre que circulaba en mis venas estaba fascinada por el placer.
En ese momento———Youko Tsukimori estaba bajo mi control.
Ese sentimiento de alegría sobrepasaba mucho el normal. Incluso yo, persona de fríos pensamientos, me hubiera agradado gritar según mis emociones me dictaminasen. Mientras frenéticamente suprimía el impulso de correr, seguí acariciando a Tsukimori. Quería que el placer se mantuviera el mayor tiempo posible.
Sin embargo, de repente me quedé en shock, haciendo que mi corazón se parara por un segundo. Me había dado cuenta de su inusual reacción.
—Estás temblando.
Tsukimori parpadeó unas cuantas veces con los ojos, que debido a la pasión, habían perdido el enfoque.
—¿Lo estoy?— preguntó ella con suaves movimientos de labios y una voz llena de calor.
Ella no lo sabía, pero temblaba por todas partes.
Los sentimientos de culpa que había dejado de lado cuando mi racionalidad salió por la ventana repentinamente surgieron de mí como el agua que brolla en una fuente.
—... Realmente no deberíamos estar haciendo esto. Paremos— dije mientras me incorporaba.
El "temblor" de Tsukimori me pareció como un "rechazo".
Ciertamente no me detuve porque fuera una buena persona, pero, por otro lado, tampoco disfrutaba subyugar a las chicas contra su voluntad para mi propia satisfacción.
Estaba asustado, simple y llanamente. Temía que asumir un pecado contra ella que no podía ser enmendado.
Ella todavía estaba acostada en el sofá, mirándome con ojos maravillados. Detrás de su uniforme arrugado, pude ver su abultada piel blanca como la nieve. Evité mi mirada automáticamente.
—¿Por qué? ¿No te dije que estaba bien?
—Pero si estás temblando.
—¡Eso es por la emoción!
—No lo creo.
—¡Lo es!
Al momento siguiente, Tsukimori dijo algo que no podía creérmelo.
—¡Al fin y al cabo, es mi primera vezǃ
.. Así que no puedo evitarlo— agregó.
Sin palabras.
La rechacé y me levanté como para retirarme.
—¡¿Por qué?!— grité, canalizando toda mi perplejidad en una sola palabra. Fue lo único que pude hacer.
—Todo el mundo tiene una primera vez— respondió Tsukimori con ojos muy femeninos.
—¡Pero así no es como uno debe hacer las cosas!
—Eso es diferente para todos.
—...Haz lo que quieras, siempre y cuando sea tu propio problema, pero esta vez soy yo quien habría sido tu pareja, ¿entiendes eso?
—Sí, tienes razón, no sé si hubiera podido satisfacerte dado que era mi primera vez...— se preocupó.
Tenía que estar bromeando.
—Ah, pero estoy segura de que desarrollaré habilidades excelentes cuanto más lo hagamos. Ya sabes que soy buena aprendiendo, ¿verdad ?, sea en la escuela o en el trabajo.
Sin embargo, Tsukimori parecía mortalmente seria.
—¡Ese no es el problema!"
¿Cuándo fue la última vez que me había vuelto tan agitado? No me podía acordar. Muchas gracias por tal valiosa experiencia, Tsukimori.
—¿Por qué siempre eres tan... tan imprudente!
—Estoy sorprendida.
—¡No actúes tan despreocupadamente!
—Alguien dijo una vez que las chicas enamoradas son invencibles, pero ahora que lo pienso, podría haber más verdad de lo que pensaba, después de todo me siento capaz de cualquier cosa en estos momentos— asintió con aprobación.
—Por favor, no sólo pienses en ti misma...— solté un gran suspiro—. En primer lugar, ¿qué pasa con los rumores sobre ti? ¿No has salido con muchísimos chicos hasta ahora?
No es como si la creyera sin dudar siquiera un poco.
Una chica como Tsukimori debería haber tenido innumerables oportunidades de perderlo en su vida. ¿No estaba jugando conmigo?
—... No quiero decírtelo— desvió su mirada a un lado.
—¿No puedes decirme esto después de arrastrarme hasta aquí? Tengo el derecho a saberlo.
No me importa.
No seas una niña.
—¡Apuesto a que me ves como si fuera una perra!
Tsukimori frunció los labios.
Ahora sonaba extrañamente como una niña precoz. ¿Dónde fue a parar la hechicera que me sedujo?
—Muy bien, no te lo preguntaré si no quieres decírmelo.
Pensé que sería inútil cuestionarla en aquel estado.
—... ¿De verdad quieres que te lo diga?
—... ¿Pero a ver, en qué quedamos?
Cielos. Como siempre, era difícil de leer.
Tsukimori respiró hondo y tomó una decisión.
—Para ser honesta, ya he salido con varios chicos.
—Como pensé.
—Oye, eso no es agradable, sabes. Te aseguro una cosa: puede que haya salido con varios chicos, pero ni una vez me he entregado a alguien. Ni siquiera dejé que me tocaran como, en cambio, tú has hecho. Honestamente.
—¿Quieres que me crea eso?
—Eran gente buena y amable y realmente me querían.
—...Bien por ti...
—Pero cada vez que estaba con ellos algo pasaba, de alguna manera sabía que ninguno de ellos era mi compañero destinado— me dijo con los ojos ligeramente abatidos, revolcándose en reminiscencias.
—Entonces, ¿por qué yo?
—¡Porque parecías diferente a los demás! Al principio fue una intuición sin fundamentos, por supuesto. Quería salir contigo sin pensarlo demasiado, como solía hacer con los otros chicos. Conseguir alguien para que salga conmigo es fácil.
—Eso no suena como algo que alguien de mi edad diría... ¿Qué edad tienes en realidad?
A Tsukimori le pareció que mi actitud apática era divertida. Se rió en gran diversión.
—Pero no habría soñado que me rechazarías.
—Siento mucho no estar a la altura de tus expectativas.
—No, de ninguna manera, gracias a eso, gané un estallido repentino de entusiasmo, así que el resultado es absolutamente bueno!
—... Así es como va la vida, supongo, nunca de la manera que quieres.
La alegría triunfante de Tsukimori tuvo el efecto contrario en mi estado de ánimo. Me hizo recordar que todo lo que le hacía a ella siempre terminaba en contra mía.
—De hecho... Me pregunto por qué las cosas nunca funcionan de la manera que tú quieres en la vida.
Esta vez fui yo quien no pude evitar reírme, viéndola decir con una expresión solemne.
—Si tú de todas las personas no se sale con la tuya, nosotros, los plebeyos, estamos acabados.
Las preocupaciones de alguien que tenía todo me parecían increíblemente ridículas.
—En realidad, solo me estás sobreestimando.
—Pero mereces ser sobreestimada, desde un punto de vista neutral.
—¿Por qué no puedo hacerte mío, entonces?
Ella entrecerró los ojos como si quisiera mirar mi corazón.
—...¿Quién sabe? Es un enigma incluso para mí— respondí vagamente, mirando hacia otro lado. Por razones obvias, nunca podría haberle dicho que era porque la receta del asesinato estaba en mi mente.
—Malo.
Llámame como quieras.
—Pero de todos modos te quiero, Nonomiya-kun, aunque seas cruel y malo conmigo —se rió Tsukimori mientras se cepillaba el pelo. Era un comportamiento magnífico—. ¿Cómo puedo explicarlo...? Es tan agradable hablar contigo.
Escogió cuidadosamente sus palabras, lo que me hizo comprender que estaba haciendo todo lo posible para expresar sus sentimientos con precisión.
—...¿Podríamos decir que estamos tratando de sobrepasarnos? Nuestras conversaciones se sienten tan emocionantes y agradables para mí porque son impredecibles.
Sus palabras me silenciaron y me hicieron mirarla. Me sorprendió que ella pensara igual que yo en ese aspecto.
La simpatía fuerte puede cambiar ridículamente fácilmente en sentido de cercanía.
De hecho, en ese mismo instante, Youko Tsukimori se convirtió en una chica especial para mí.
—Cuando me imaginé lo estimulante que sería el día a día si salía contigo, me di cuenta de que tenías que ser mi compañero predestinado, así que en realidad no necesité vacilar, eres el único al que consideraba mi media naranja, así que te quería para tener mi primera vez.
Para empeorar las cosas, se veía aún más atractiva ahora que me había hecho consciente de ella. He oído que la subjetividad incorpora una función que aplica un filtro al cerebro que te hace interpretar las cosas a tu favor.
—No sabía que yo fuera tan audaz.
—Y ojalá no supiera que tenías la lengua tan afilada.
Me encogí de hombros sin necesidad. Aun así, no estaba en absoluto compuesto. Más bien era todo lo contrario: estaba perturbado. Se podría decir que me costó mucho lidiar con el cambio radical de mis sentimientos.
Había considerado previamente cualquier situación objetivamente con mis mayores esfuerzos para hacer frente a Tsukimori y su presencia asombrosa. De lo contrario habría caído víctima de su encanto como todos los demás.
Sin embargo, ahora que la subjetividad se había mezclado en mi punto de vista, ya no podía permanecer tranquilo. Mis instintos despertados me decían que saborears el fruto indefenso ante mis ojos.
—Me voy.
Esta vez, en serio tenía que irme o terminaría por odiarme a mí mismo.
—¿No quieres comprobarlo?
Oí la voz de Tsukimori detrás de mí cuando caminaba hacia la puerta de la sala.
—¿Comprobar el qué?
—Si realmente es mi primera vez o no.
Sentí la necesidad de dar la vuelta, pero decidí seguir en el camino.
Seguramente me habría mostrado una sonrisa diabólica que satisfacería mucho mi preferencia y arruinaría mi nueva determinación.
—Por favor, olvídate de lo que pasó hoy, no estaba siendo yo mismo.
—No quiero— dijo.
—Es de interés mutuo.
—Es un valioso recuerdo del 'compañer predestinado' que finalmente he encontrado.
—Estoy sorprendida de que puedas decir esa frase tan descuidadamente, atrévete a repetir eso en diez años.
—No estoy usando estas palabras descuidadamente, ¿no sabías que cada chica busca a su "compañero predestinado" desde el momento en que nace?
—Bueno, mis simpatías por todos los problemas que acarrea eso.
Con ese disparo de despedida abrí la puerta. En ese instante, oí pasos que corrían hacia mí resonando en el suelo.
—¿De verdad me vas a dejar?
... De nada sirve usar esas palabras solitarias.
—Por supuesto.
—¿Aunque quiero que te quedes fuertemente?
... De nada sirve usar esas palabras de súplica.
—Bueno, sinceramente quiero volver a casa lo más rápido posible.
—Realmente eres difícil de tratar, Nonomiya-kun— dijo, suspirando.
Me volví espontáneamente y la miré.
—¡Eres la última persona de la que quiero oír decir eso!
Tsukimori se echó a reír de buen grado al ver mi actitud contrariada.
—... Por favor, déjame ir ya.
—Adiós.
—Te estaré observando.
A pesar de que intencionalmente pisoteé el suelo para expresar mi mal humor, se me pasó al ver su triste y débil adiós. Sería mentira decir que no sentí nada mientras cerraba la puerta principal.
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