Violet Evergarden Volumen 2 Capítulo 7
Me
gustan las flores. Me gustan los poemas Pero de lo que más me gusta
escribir es de las representaciones de batalla. Quiero ser fuerte. Tomé
el nombre de Violet de un poema que amo, “Las Rosas son Rojas”. Los
nombres de las personas siempre tienen algún tipo de significado.
Akatsuki Kana
¿Cuándo brotó esa sensación dentro de él? No tenía idea cual había sido
el catalizador. Si alguna vez le preguntaran qué le gustaba de ella, no
sería capaz de expresarlo adecuadamente con palabras.
“Mayor”. Antes de darse cuenta, estaba feliz cada vez que ella lo
llamaba. Él creía que tenía que protegerla mientras ella lo seguía desde
atrás. Su pecho latía con devoción inmutable.
¿Para quién y con qué propósito es esa devoción? Suponiendo que la
suya sea por mi bien... sus labios automáticamente dirán palabras que me
parezcan agradables. Como ella busca servilismo y órdenes, tener la
aprobación del Señor al que se sometió es su motivación. Entonces...
¿qué hay de mi propia vida? ¿Qué hay de mi amor? ¿Por el bien de quién
son?
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CAPÍTULO 7
EL MAYOR Y SU TODO
Ojos esmeraldas se abrieron. Pertenecían a un niño pequeño. Las órbitas
bien abiertas de un niño que aún no había cumplido seis años y que
acababa de despertar de su sueño reflejaban el mundo que lo rodeaba.
Mientras saltaba del carruaje en el que había estado durmiendo a lo
largo del camino, un paisaje veraniego se extendía frente a él. Lo
primero que llamó su atención fue la belleza de los árboles alineados en
el camino hacia un bosque verde. Estaban acurrucados el uno al lado del
otro, desde los viejos hasta los renuevos, se paraban dignos. Las
sombras formadas por una luz suave y pura que caía en cascada a la
tierra desde los huecos entre sus hojas casi parecía que bailaban.
Dichas hojas se balanceaban en el viento, sonando como las risas de
niñas pequeñas.
Durante esa temporada, las flores blancas agitadas en una tormenta de
pétalos eran un rasgo notable de Leidenschaftlich. Casi como las
ventiscas de los países del norte, las flores flotaban en el aire. Sus
viñedos, que podían encontrarse plantados en todo el país, estaban
asociados con héroes que habían protegido a la nación contra una
cantidad significativa de invasiones. Hermosas flores se apreciaban en
ellos durante el cambio de la primavera al verano.
— Es la flor de nuestra familia—. Su padre susurró esa frase, caminando delante de él.
Sus ojos, que se habían estado moviendo en muchas direcciones mientras
era dirigido por la mano de su hermano mayor, cayeron sobre la espalda
de su padre. Tal vez sintiendo la mirada de su hijo, el padre dio media
vuelta una vez, y aunque no podía decirlo, podría haber sido para
confirmar si él estaba siguiéndolo correctamente. Al igual que su yo
joven, los iris de su padre eran verdes, excepto que eran de un tono
ligeramente diferente, y tenía una mirada estricta.
Solo por el hecho de que su padre había volteado, estaba tan feliz que
quería bailar. Lo más probable, es que eso fuera idolatría. Sin embargo,
aunque su corazón estaba contento, su expresión era rígida. Todo lo que
le preocupaba era si había hecho algo para ser regañado en ese
instante.
— ¿Qué es eso... sobre “la flor de nuestra familia”?— Su hermano mayor
imitó pobremente las palabras de su padre en un tono muy bajo.
El padre y los hijos siguieron por el camino verde. Más allá de la
escena creada por la belleza de la naturaleza estaba lo que parecía ser
un área para instalaciones de entrenamiento militar. En ella había
varias personas que vestían el mismo uniforme negro violáceo que su
padre. El pequeño actuaba como si explorara algo peculiar, y lo que se
extendía ante sus pupilas, que centelleaba con estrellas de curiosidad,
era la figura de los soldados en una marcha en perfecta armonía.
El padre llevó a sus hijos a lo que parecían asientos para personas
autorizadas para presenciar algo que estaba por comenzar. Dejándolos en
sillas dispuestas al aire libre, el padre se alejó de ellos.
Además de los que vestían el uniforme del ejército, también había
soldados que llevaban el uniforme blanco de la marina. Alrededor de los
aviones de combate y de reconocimiento, conversaban entre sí, divididos
claramente en dos bandos. Aunque ambos eran de las fuerzas de defensa,
parecían ser reservados y antipáticos entre sí. A los ojos de un niño,
era una visión extraña.
Poniéndose nervioso por no poder ver a su padre por ninguna parte, agitó
sus brazos y piernas, sin poder dejar caer su mirada hacia sus pies. Un
pétalo de buganvilia cayó, a la cual su padre había llamado su “flor
familiar”. Mientras estiraba su brazo en un poderoso intento de
llevársela a la palma de la mano mientras permanecía sentado, su hermano
mayor a su lado mantenía su cuerpo hacia abajo.
— Gilbert, compórtate—. Ya que su hermano le dijo con tono hosco, Gilbert dócilmente obedeció.
Él era un niño obediente. Su hogar era Leidenschaftlich, y él era
descendiente de los bien conocidos héroes de una nación militar
meridional.
Para los hombres Bougainvillea, era costumbre enlistarse en el ejército.
No era la primera vez que su padre, que tenía una posición de alto
rango en él, había llevado a su hermano y a él a eventos similares.
Su hermano agarró su mano y la sostuvo fuertemente. Incluso si él no lo
hubiera hecho, Gilbert no era el tipo de chico que repetía una acción
después de ser regañado por ello.
— Si deshonras el nombre Bougainvillea, seré castigado por descuidar mi deber de supervisarte.
Que su hermano recibiera un sermón de parte de su padre junto con un
puño para reprenderlo, era algo que a menudo se observaba en su rutina
diaria, solo se esperaba que él mostrara una respuesta bien armonizada
para no estropear el humor de su padre. Gilbert lo entendía.
En la Casa Bougainvillea, donde vivían Gilbert y su hermano mayor, cada
persona tenía que conducirse con sumo cuidado; de lo contrario, se
sentía como si las paredes de la casa, de las que salían agujas, clavos,
espadas y espinas de rosa, perforaran sus cuerpos y extrajeran su
sangre. En vez de ser un lugar cómodo, era como si los juzgara
constantemente. Ese era su hogar.
— Tan aburrido—. dijo su hermano, haciendo una rabieta. Sus ojos no
estaban dirigidos a los soldados del ejército, sino a los de la marina—.
Este tipo de cosas... parece aburrido, ¿verdad, Gil?
Aunque le solicitó a Gilbert que coincidiera, no encontraba una respuesta. Él no podía estar de acuerdo.
¿Por qué dices eso?
Él creía que sentimientos como el aburrimiento debían descartarse en esa
situación. Independientemente de lo tedioso que pudiera ser, tenían que
soportarlo. Por eso había dejado de actuar como un niño inquieto que
era fácilmente influenciado por otros. Se suponía que su hermano también
era consciente de eso, así que ¿por qué llegó tan lejos como para
buscar concordancia?
Como Gilbert aún era un niño, respondió de manera infantil:
— No puedes decir cosas como esa.
— Está bien. Está bien que tú y yo hablemos de esto en voz baja. Como
si dejara que incluso mis pensamientos sean controlados. ¿Sabes?, Gil...
esto definitivamente es... algo que han hecho papá y el padre de papá, e
incluso el padre del papá de papá. Es lo peor, ¿verdad?
— ¿Por qué es malo?— Preguntó Gilbert.
— ¿No es como si ellos no tuvieran voluntad propia? Escucha, la razón
por la que papá nos trajo aquí hoy es para decir: “van a ser como yo”.
— ¿Por qué es malo?— Preguntó Gilbert.
— Es para hacernos entender que no podemos elegir nada más que esto.
— ¿Por qué es malo?— Preguntó Gilbert.
Como no comprendía los sentimientos de su hermano, no importa qué, este
último parecía frustrado y molesto, cerrando ligeramente el puño y
golpeando fuertemente el hombro de Gilbert con la mano que había estado
sujetando la suya.
— Quiero ser un marino. No cualquier marino. Un capitán. Dirigir a mis
camaradas y me aventurarme por todo el mundo. También quiero mi propio
barco. Gil, aprendes bien así que también puedes convertirte en un
viajero. Pero... yo... nosotros nunca podremos convertirnos en lo que
queremos.
— ¿No es obvio?— Dijo Gilbert—. Ya que somos de la familia Bougainvillea.
La Casa estaba perfectamente compuesta por una jerarquía piramidal donde
el padre estaba en la parte superior; debajo de él estaban la madre, el
tío y la tía, y debajo de ellos estaba el hermano mayor, Gilbert y sus
hermanas. En la casa en la que Gilbert había nacido, era natural que la
gente menor bajara la cabeza a sus mayores, y oponerse a ellos no era
tolerado. Gilbert y su hermano eran pequeños engranajes destinados a dar
continuidad a la familia Bougainvillea al proteger su honor heroico.
¿Podían los engranajes proclamar lo que deseaban hacer? No, no podían.
— Te han... lavado el cerebro por completo, eh—. Con una voz que insinuaba compasión, su hermano susurró con desdén.
Me pregunto qué es un... “lavado de cerebro”.
Mientras estaba perdido en sus pensamientos, los aviones de combate
volaban. Para observar a los pájaros de hierro reunirse y dibujar arcos
en el cielo, Gilbert miró hacia los cielos. Los aviones se cruzaron con
el Sol y desaparecieron por un momento. Fue increíblemente deslumbrante.
Sin embargo, le dolían los ojos como si estuvieran ardiendo, lo que le
hizo cerrar los párpados lentamente.
Tal vez debido a la estimulación de la luz solar, se habían formado lágrimas.
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Ojos esmeraldas se abrieron. Pertenecían a un joven sabio. Los orbes que
tenían una severidad tomada no solo de su padre, sino también de su
propia personalidad, así como de su bondad y soledad, miraban fijamente a
una muñeca. Más bien, una niña que parecía una muñeca. En las esquinas
de su campo de visión estaba la figura de su hermano mayor, que había
crecido igual que el propio Gilbert.
La habitación estaba llena de refinadas decoraciones. Eran arreglos
caros. Sin embargo, el hecho de que la buena calidad de los adornos era
el criterio para decidir quién podía permitirse quedarse en ese lugar
era ridículo.
Todo era un desastre. La habitación se había convertido en la escena del
asesinato de cinco hombres a la vez. La niña, manchada de sangre, era
la culpable. Incluso con su ropa y su aroma cubiertos de sangre, su
belleza permanecía intacta. Ella era la asesina más hermosa del mundo.
— Oye, la llevarás contigo, ¿verdad, Gilbert?— Poniendo una sonrisa amistosa, su hermano mayor empujó la espalda de la chica.
Dio un paso hacia Gilbert. Automáticamente, Gilbert dio un paso atrás.
Su cuerpo se movió inconscientemente en rechazo y miedo. Ella era
espeluznante.
No me mires.
Su hermano insistió implacablemente en que la chica que tenía enfrente
era una “herramienta” y la entregó por la fuerza. De hecho, ella era
tratada y actuó como una herramienta. Sin embargo, su respiración
todavía era pesada.
Mientras le limpiaba la mano con su gemelo, pegajosa con sangre y grasa,
ella lo miraba fijamente como preguntándole cuál sería la siguiente
orden.
¿Por qué me miras?
Comprendió las expresiones inhumanas de su hermano mayor hasta cierto
punto. La jerarquía piramidal existía no solo en su hogar sino también
en la sociedad. Para que los niños, que estaban en el fondo de la misma,
asciendan a su cima, se requería esfuerzo Y no simplemente el poder de
cada uno. Para vivir, para tener éxito en la vida, era necesario hacer
uso de una gran variedad de cosas. No era algo digno de alabanza, sin
embargo, era algo que Gilbert deseaba. Sin lugar a dudas, si aprendiera a
usarla correctamente, ella podría convertirse en el mejor escudo y
espada.
¿Por qué estás... mirándome?
La muñeca asesina automatizada también deseaba a Gilbert.
Al final, todo había ido como su hermano había planeado, y el joven
Gilbert, que todavía tenía rasgos que podrían considerarse como los de
un joven, estaba parado en medio de una calle del centro de la ciudad.
Sus dos orbes de un tono misterioso miraban a unos que estaban en sus
brazos. La muñeca, envuelta en su chaqueta, olía a nada remotamente
dulce, en cambio estaba envuelta en el olor de la sangre en la que
acababa de bañarse. Si ella tuviera rasgos de monstruo, él habría
esperado eso, pero su apariencia era similar a esa de un duendecillo de
algún cuento de hadas.
— Tengo miedo de ti.
La chica no reaccionó ante las sinceras palabras que se filtraron de sus labios. Sus ojos azules simplemente lo observaron.
— Tengo... tengo miedo de... utilizarte—. Gilbert continuó mientras la
abrazaba con fuerza—. Eres aterradora. En este momento, de hecho... es
posible que en realidad se suponga que debo matarte—. Murmurando
dolorosamente, nunca dejó ir a la niña. Tampoco intentó soltarla y
dejarla en el camino, dispararle en la cabeza con la pistola en su
bolsillo o apretarle el esbelto cuello con las manos—. Pero... quiero
que vivas—. Él la abrazó a pesar de sus temores. Sus palabras eran
francas—. Quiero que vivas.
Era una verdad que brillaba débilmente en medio de un mundo cruel. El
problema era si serían capaces de soportar su dura realidad. ¿Podría él
hacerlo?
Lleno de dudas, Gilbert cerró los ojos. Rezó por el pensamiento
idealista de que sería maravilloso si todo se resolviera una vez que los
abriera de nuevo.
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Ojos esmeraldas se abrieron. Se desarrollaba ante ellos una situación
mucho peor que cuando él había estado rezando. La niña procedió a
asesinar a hombres que ya eran incapaces de moverse golpeándoles la
cabeza con una porra. Ella los golpeaba. Sangre volaba. Gritos se
escuchaban. Ella los golpeaba. El que lo había ordenado era el propio
Gilbert.
Algo más que la vida se estaba perdiendo en ese espacio. La violencia
estaba dando nacimiento a algo en lugar de razonamiento, conciencia y
otros valores a los que alguien les había dado nombres. Era…
Suspicaz. Esto no es por justicia. Por el bien de ella, el mío y el del país... para eso estaba destinado esto.
Un poco de placer nació dentro de Gilbert en medio de la culpa
suficiente para quererlo hacer vomitar, junto con un ansia de conquista
de tener en sus manos un poder abrumador, el cual era una niña que no
escuchaba las órdenes de nadie más que de él, y un sentido de
superioridad como si hubiera conquistado el mundo.
Con la justificación de acompañarla a una habitación vacía que le habían
dado a ella, se excusó temporalmente y escapó del círculo de oficiales
superiores que venían a hacer preguntas sobre la niña. Al pisar el
charco de sangre de las personas que había matado, se dirigió hacia
ella.
Era como si ella hiciera salir sangre de cualquier cosa que tocara. La
sangre de sus víctimas. Nunca la suya. Sin embargo, su imagen actual
parecía ser una copia de una que Gilbert probablemente volvería a ver
algún día, de ella completamente cubierta de sangre. Eso era lo que él
estaba intentando hacer.
Los sentimientos que habían surgido bruscamente dentro de él habían
desaparecido, como una vela que se había extinguido. Su respiración era
pesada una vez más.
No se puede evitar. No hay forma de evitarlo. Gilbert se dijo a sí mismo.
De hecho, fue una decisión que no pudo ser evitada. No había nada que se
pudiera hacer, ya que se esperaba de él que deseara mantener a su
alcance el arma aterradora que había adquirido, que poseía conciencia.
Temía que ella dañara a los demás. En tales circunstancias, era mejor
usarla mientras la mantenía a su alcance, y la herramienta también lo
deseaba.
No se puede evitar... para que nosotros... podamos estar juntos. Para que ella se mantenga viva.
Aun así, el interior de sus ojos dolía exactamente como la vez que había mirado directamente al sol.
Gilbert llevó a la niña a un pasillo desierto.
Ella era una herramienta. No su hija o hermana pequeña. Ella era alguien
que pronto se convertiría en su subordinado. Sería problemático si
otras personas percibieran su relación peculiar. A menos que mantengan
la distancia, no podrían vivir uno al lado del otro.
Pero…
Él la hizo caminar, caminar y caminar. Una vez que nadie más estuvo a la vista, se dio vuelta y estiró su mano hacia ella.
— Ven.
No pudo contenerse. El hecho de que su uniforme estuviera manchado de
sangre no pasó por su cabeza. Tenía que abrazarla en ese mismo momento,
moviéndose automáticamente para hacerlo. Cuando se conocieron y cuando
la llevó con él, también terminó haciéndolo.
La niña tuvo la misma reacción. Tembló agitadamente, pero a diferencia
de las otras veces, sus diminutos dedos se aferraron a su uniforme,
firmemente, como para decir que no lo soltaría.
Ella era un ser vivo con temperatura y peso. Cuando sus hermanas eran
bebés, solía cargarlas y calmarlas a menudo. La sensación de esos días
se superpuso. Era suave, como si pudiera romperse, hasta el punto de
hacer creer a Gilbert que tenía que protegerla sin importar nada. Ella
se ajustó en sus brazos más perfectamente de lo que había pensado al
principio.
Su rostro, distorsionado por una tristeza extrema, se reflejaba en los ojos azules de la niña. Con gravedad, Gilbert susurró:
— ¿De verdad quieres... un Maestro como este?
No podía enfrentar directamente el brillo excesivamente inocente de los ojos de la niña, y cerró los suyos como si huyera.
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Ojos esmeraldas se abrieron.
— No puedo comprender... lo que dices.
A pesar de que todavía estaba en una edad en la que sería felicitado por
su juventud, sus precoces orbes mostraron exasperación mientras miraba
fijamente el equipo de telecomunicaciones.
Estaba lloviendo afuera. El sonido de las gotas que caían sobre el
edificio interfería con la conversación. En todas partes era demasiado
ruidoso.
Gilbert, al mando de la Fuerza Especial de Ataque del Ejército de
Leidenschaftlich, tenía el deber de viajar por todo el país para
terminar los diversos conflictos que ocurrían en él. Además, tenía el
papel de criar a la que se convertiría en la fuerza de la Unidad de
Incursión en la próxima batalla final. Además de eso, de repente había
recibido un trabajo más.
— Acerca de la ubicación, se ha conseguido un conductor para llevarla
allí. Prepárala y ordénale matar. Eso será suficiente. Eliminar a todos
los que viven en ese edificio. Ella no debe preocuparse por nada más y
debe regresar tan pronto como haya terminado.
Habiendo recibido un inesperado mensaje de un oficial superior durante
su estadía en la base de las divisiones del ejército, se opuso al
contenido de la operación.
— ¡Pero...!— Aunque había esperado su turno para hablar, cerró la boca
después de alzar la voz—. Si esto pretende poner a los elementos
preocupantes bajo control, toda mi tropa debería participar. ¿Por qué
está imponiendo esta misión solo a Violet? No es algo que un solo
soldado pueda hacer—. No pudo contener la desaprobación que se insinuaba
en su tono.
— Es porque entre menos gente sepa de esto mejor. El objetivo es un
traficante de armas nacional que firmó un contrato de exportación para
una organización antigubernamental. Esto ha sido informado por un espía
que se infiltró en ella. No podemos dejar que el asunto se resuelva
solo. Después de todo, son muy conscientes de nuestros defectos. El
momento es oportuno. Debemos resolver esto. Es lamentable llamarlo un
derrocamiento, pero ciertamente hay muchas personas que lo tomarán de
esa manera. Si terminamos exponiendo al mundo incluso los dudosos
ideales que adoptamos, esto será de importancia.
— Si ese es el caso, entonces hay más razones para reunir personal capaz de llevar a cabo la misión.
— Lo cuál es tu muñeca. Un arma asesina que solo desea tus órdenes sin
cuestionarlas. No hay nadie más capaz que ella, ¿verdad? No he olvidado
ese espectáculo que nos presentaste. ¿A cuántos asesinó ella en ese
entonces? ¿Qué edad tenía? Con tu guía, la precisión de sus asesinatos
debería haber mejorado aún más. No te dejaré decir que no puede hacerlo.
Por el contrario, si tuvieras que elegir entre que lo haga o no, ¿cuál
sería?
— Eso es…
— ¿Podría el símbolo más prominente de la defensa nacional que es de los Bougainvillea ser falso?
Incapaz de hablar correctamente, Gilbert se agarró la ropa en el área
cercana a sus pulmones. Durante los pocos segundos de silencio, una
imagen apareció en su mente, de sí mismo al mando de Violet para
completar la tarea antes mencionada. Ella seguramente respondería con un
obsequioso “sí”. No habría dudas. Ella no era alguien que vacilaba. Si
fuera algo que Gilbert ordenó, si fuera por el Señor que la cuidaba,
ella haría cualquier cosa. Y lo que angustió más a Gilbert era que
Violet probablemente ejecutaría su papel sin dificultades.
Luego se imaginó el futuro que había predicho en su cabeza. Dentro de
él, podía verse incapaz de dormir en el cuartel, simplemente esperando
su regreso.
— Ella puede hacerlo—. Su voz finalmente salió—. Ella puede hacerlo,
pero Violet necesita instrucciones específicas en el lugar. Si ha sido
testigo de la matanza de aquel entonces, lo entiende, ¿verdad? Ella no
puede funcionar como un arma a menos que yo dé las instrucciones.
Permítame acompañarla.
Finalmente habían salido las palabras, pero no lo que había querido decir.
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— Violet, ¿estás lista?— Vestido con su uniforme militar negro
violáceo, Gilbert miró a la chica con sus ojos verde esmeralda. Parecían
intensos en el oscuro interior del vehículo.
Además de los suyos, el único otro par de orbes que relucía
brillantemente era el de la chica. Para expandir su campo de visión, su
cabello dorado, que complementaba a sus hermosos ojos de un color más
claro que el azul del mar y más profundo que el azul del cielo, estaba
atado dentro de un sombrero militar idéntico al que usaba Gilbert.
— Sí—. Su respuesta cortante era desapasionada pero llena de confianza. La chica que no podía hablar ya no estaba allí.
Gilbert le entregó un cuchillo y una pistola a la soldado de una rara belleza.
— Vamos allí con el pretexto de solo hablar, pero esa no es nuestra
intención. Lo que estamos a punto de hacer... servirá como ejemplo para
todos los traficantes de armas involucrados con Leidenschaftlich.
— Estoy al tanto.
— El interior no es lo suficientemente espacioso para peleas grandes.
Quiero que te adaptes a las condiciones de este campo de batalla lo más
rápido posible. No puedes usar a Brujería. Pero entraré también. Te
protegeré. Piensa solo en derrotar a los enemigos.
— Sí, Mayor—. Mientras asentía, no importaba cómo la mirara, no daba la
menor impresión de que estaba a punto de matar gente. Sus hombros
delgados y su delicado físico indicaban que estaba en la mitad de la
adolescencia o tal vez ni siquiera eso.
Gilbert la miró con desaliento y dejó el automóvil. Era de un tono
completamente negro afuera. Un cielo nocturno sin estrellas creaba una
atmósfera serena.
— No tomará más de treinta minutos. Espera aquí.
Después de informar al conductor, los dos entraron en la propiedad que
se interponía entre dos callejones. Frente al lugar que no parecía tener
ninguna irregularidad, había un hombre de cara dura protegiendo las
puertas, sosteniendo un rifle claramente para mostrarlo.
Había varias casas cerca, pero ninguna de ellas tenía luces encendidas.
Parecía ser un área residencial abandonada en la parte posterior de un
distrito de viviendas en lo profundo de una ciudad suburbana. Había una
razón por la que ya nadie vivía en ella: ninguna familia normal desearía
estar en un vecindario que apestaba a sangre y violencia.
— Soy afiliado del ejército de Leidenschaftlich, mayor Gilbert
Bougainvillea. He venido a ver al traficante de armas. Sé que él está
aquí. Dile que tengo algo que discutir.
El portero evidentemente mostró una cara de disgusto ante los repentinos visitantes.
— ¿Aah? ¿Qué pasa con ustedes? No estén jodiendo. ¿Con quién creen que están hablando?
Ante la actitud impropia de menospreciarlos, Gilbert permaneció inexpresivo mientras murmuraba:
— También deberías cuidar tu lenguaje.
Con una acción rápida, sostuvo el rifle del portero con una mano, al
tiempo que hundía un puño en su estómago. Luego apuntó con el rifle a la
parte superior de la cabeza del gimiente portero, golpeándolo con él.
No terminó allí; en el instante en que este último cayó de rodillas,
Gilbert le propinó una patada en un lado de la cara con sus zapatos
militares. Una gran cantidad de sangre y un diente coronado se salieron
de la boca del portero. Gilbert lo miró con frialdad mientras éste
gritaba en agonía con aullidos y gruñidos. Su crueldad se había
incrementado al golpear el perfil del hombre.
— Desaparece. Usaré el arma la próxima vez.
La orden era que mataran a todos los que estaban en el edificio. Aún no
estaban dentro de éste. Él había dejado que viviera debido a
misericordia. Sin embargo, unos segundos después de que el hombre huyó,
la chica le disparó con precisión en la cabeza con su arma mientras
huía. La mano del hombre que recibió el disparo tenía un revólver
oculto.
— Violet.
— Mayor, él le apuntaba con un arma.
Unos minutos después de que los dos entraron al edificio, disparos y
gritos profanos resonaban como piezas de música. Sonidos de carne
reventada y vidrios rotos, gritos de agonía mortal. Sonaban en una
armonía cronometrada y continuaron en repetidas ocasiones, hasta que por
fin, la brutal persecución llegó a su fin con un grito particularmente
espeluznante. El edificio que era la única fuente de luz en el área
finalmente perdió su brillo y su interior se volvió completamente
silencioso.
El mundo finalmente había recuperado su verdadera forma. Era un tiempo
de silencio donde los seres vivos caían en un sueño profundo.
— Qué aburrido.
Cargando su pistola, que se había quedado sin balas, Gilbert suspiró y
se sentó en un sofá. Las piernas de los cuerpos tirados en el piso
estaban en el camino, pero él los ignoró ya que no había nada más que
pudiera hacer.
Era Violet a la que los oficiales superiores habían nominado para
hacerse cargo del traficante de armas. Se suponía que ella debería haber
venido sola a este lugar.
Ella ya se encarga de soldados enemigos, pero ahora tiene que hacer
incluso este tipo de trabajo sucio. Los altos cargos la tratan como una
herramienta de asesinato.
Si la eliminación de elementos problemáticos fuera por el bien de su
país, podría hacerlo sin pensamientos oscuros. Si hubiera estado solo,
no habría pensado esas cosas.
— Mayor, ¿pasa algo? La misión ha sido cumplida. No hay
sobrevivientes—. Incluso en esa situación, la chica en cuestión revisó
los cadáveres con una cara tranquila.
Gilbert sabía mejor que nadie que no había necesidad de acompañarla.
— No—. Mientras dejaba que su mirada divagara por el piso, los pies de
un hombre que había matado aparecieron a la vista. Perturbado, desvió la
mirada—. Estoy bien. Estás cansada, ¿verdad? Toma asiento también.
Mientras señalaba hacia el sofá, ella vaciló ligeramente, pero
obedientemente se sentó. Era una escena extraña: un hombre y una niña
descansando tranquilamente en una habitación llena de cadáveres. La luz
de la luna maravillosamente llamativa se derramó desde la ventana e
iluminó a los dos delincuentes. Violet observó a su superior, más bien, a
alguien a quien ella consideraba mucho más que su superior, mientras él
se negaba a mirarla. ¿Qué pensaba la dueña de esos ojos azules? Era
como si ella no viera nada más que él; ese era el tipo de mirada con la
que ella lo veía.
— ¿Está bien no irse de inmediato?
— Solo un minuto más y nos vamos. Una vez que estemos fuera de aquí,
regresaremos al cuartel y a nuestra rutina. Vamos a exterminar a las
unidades enemigas como nos dicen los superiores, viajar de nuevo y
exterminar.
— Sí.
— Hay... muy poco tiempo extra para pasar... solo contigo.
— Sí.
— A pesar de que hemos estado juntos desde que eras pequeña, últimamente, es solo en momentos como estos que...
— Sí.
Sintió como si su garganta se obstruyera con dolor. Era el producto de
sentimientos que no coincidían con su perfil genial. Todos eran traídos
por la chica sentada a su lado. Eso era porque el que crió y estuvo a
cargo de esta mujer soldado de sangre fría era el propio Gilbert. Él,
que la usó directamente como herramienta de asesinato no estaba en
condiciones de reprender a los demás.
— Hum, Violet... lo siento, pero ¿podrías abrir la ventana? El olor a sangre es terrible.
Después de los sonidos de sus pasos sobre los charcos de sangre en el
suelo, se abrió la ventana. Aunque era una noche oscura y sin estrellas,
la luna había salido. Expuesta a la luz de la luna, la figura de Violet
se reflejaba vagamente en los ojos de Gilbert. Sus hermosos rasgos
faciales ya estaban completamente desarrollados, a pesar de que todavía
era tan juvenil. Las gotas de sangre salpicaban sus blancas mejillas,
manchando su apariencia pura.
— ¿Mayor?— Tal vez incómoda de ser observada tan intensamente, Violet inclinó su cuello hacia Gilbert.
— Violet, ¿te has vuelto más alta otra vez?
Su voz salió ronca. Se cubrió la cabeza con los brazos cruzados sobre
las rodillas. Cuando miraba su figura cada vez más hermosa, un dolor
indescriptible hervía en su pecho.
— ¿Es así? Si el Mayor lo dice, podría ser cierto.
— ¿Tienes alguna herida?— No fue fácil para él hablar sin tartamudear.
— No. Mayor, ¿está bien?
— ¿Me desprecias?— Mientras hablaba como si escupiera sangre, la chica
parpadeó sorprendida. Ella debe haber estado realmente conmocionada.
Después de un momento de silencio, ella respondió en voz baja, como si susurrara:
— No entiendo la pregunta—. Para Gilbert, esa había sido una respuesta
predecible. Una sonrisa seca naturalmente vino a él—. ¿He... fallado en
algo?
— No, no es eso. No hay nada por lo que tengas la culpa.
— Si hay algo que esté haciendo mal, por favor dígame. Yo lo arreglare.
Su silueta al adoptar la postura de una herramienta sin importar qué, era difícil de soportar para Gilbert.
Sin embargo, no tengo derecho a pensar que esto es triste o que ella da lástima.
Era difícil, pero no tenía medios para escapar de este sufrimiento.
— Violet, no hay nada de lo que tengas culpa. Es la verdad. Si hay algo
que criticar, es el hecho de que por mi bien estás a mi lado, matando
gente sin vacilación. Y el culpable de todo esto soy yo.
Desde el principio Violet no poseía el sentido de bueno y malo. Ella no
“sabía” lo que podría considerarse justo o injusto. Ella simplemente
perseguía al adulto que le daba órdenes.
— ¿Por qué? Soy el arma del Mayor. Es obvio que me use.
Debido a que las palabras de Violet no contenían mentiras, cada nota de
esas palabras atravesaba todo el cuerpo de Gilbert. Ella era simplemente
una herramienta para la masacre, carente de emociones.
— De todos modos... yo soy el único a quien culpar. No quiero que hagas esto. Aun así, te obligo a hacerlo.
Independientemente de lo hermosa que era, independientemente de lo mucho que el hombre a su lado la atesoraba...
— Para mí, no eres una herramienta...
... ella era una muñeca sin sentimientos...
— No una herramienta...
... que solo deseaba órdenes.
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Gilbert quería gritar. Probablemente lo había querido desde que era un
niño, si se lo hubieran permitido. Si le hubieran permitido la libertad,
sin tener que preocuparse por comportarse bien, la verdad es que él
siempre, siempre, siempre, siempre, siempre quiso gritar: “Como si
pudiera conformarme con algo como esto”.
Como si pudiera conformarme con algo como esto, como si pudiera
conformarme con algo como esto, como si pudiera conformarme con algo
como esto, como si pudiera conformarme con algo como esto, como si
pudiera conformarme con algo como esto, como si pudiera conformarme con
algo como esto, como si pudiera conformarme con algo como esto, como si
pudiera conformarme con algo como esto, como si pudiera conformarme con
algo como esto, como si pudiera conformarme con algo como esto, como si
pudiera conformarme con algo como esto, como si pudiera conformarme con
algo como esto, como si pudiera conformarme con algo como esto, como si
pudiera conformarme con algo como esto, como si pudiera conformarme con
algo como esto, como si pudiera conformarme con algo como esto, como si
pudiera conformarme con algo como esto, como si pudiera conformarme con
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algo como esto, como si pudiera conformarme con algo como esto, como si
pudiera conformarme con algo como esto, como si pudiera conformarme con
algo como esto, aah, ahh, como si pudiera conformarme con algo como
esto.
¿Cuándo brotó este sentimiento dentro de él?
¿Por qué en este momento?
No tenía idea de cuál había sido el catalizador.
¿Por qué ella?
Si alguna vez le preguntaran qué le gustaba de ella, no sería capaz de expresarlo correctamente con palabras.
Alguien más estaría bien.
"Mayor". Antes de darse cuenta, estaba feliz cada vez que ella lo llamaba.
Aun así, mis ojos te persiguen y te buscan.
Él creía que tenía que protegerla mientras ella lo seguía desde atrás.
Mis labios…
Su pecho latía con devoción inmutable.
... siento que van a dejar escapar “Te amo”.
Después de reconocer que la amaba, dejó de intentar arrastrarla a la guerra.
¿Para quién y con qué propósito es esta devoción? Suponiendo que la
suya sea por mi bien... sus labios automáticamente dirán palabras que me
parezcan agradables. Como ella busca servilismo y órdenes, tener la
aprobación del Señor al que se sometió es su motivación. Entonces...
— Yo... tú…
¿Qué hay de mi propia vida?
— Tú…
¿Por el bien...
— Tú…
…de quién es mi amor?
— Violet.
¿Por el bien de quién… estoy viviendo ahora?
-----------------------
— ¿Qué es el “amor”?
— Violet, el amor es...
En ese momento, él entendió todo.
Ah.
Gilbert no estaba interesado en esa frase.
Fue el destino.
Después de todo, negaba todos los esfuerzos que había hecho hasta el
momento. No podía conformarse con el hecho de que las experiencias
acumuladas desde sus años más tiernos, cuando era un niño con el
objetivo de ascender a la punta de la pirámide, habían sido por el
destino. Todo debería haber sido el resultado de un gran esfuerzo. Sin
embargo, al llegar a las puertas de la muerte, Gilbert lo entendió.
Fue el destino.
La razón por la que había nacido en la familia Bougainvillea...
Fue el destino.
La razón por la cual su hermano lo había abandonado y cortado los lazos con su familia...
Fue el destino.
La razón por la cual dicho hermano la había encontrado y traído a casa con él...
Fue el destino.
La razón por la cual Gilbert terminó amándola...
Fue el destino.
— Violet.
Enseñarle… lo que es el amor... a esta chica que no lo sabe. Ese es el propósito de mi vida.
— No entiendo. No entiendo. No entiendo...... las cosas de las que
habla el Mayor. Si así es como es, ¿por qué razón he estado luchando?
¿Por qué me da órdenes? Yo soy... una herramienta. Nada más. Su
herramienta. No entiendo el amor... solo... quiero salvarlo... Mayor.
Por favor no me deje sola. Mayor, por favor no me deje sola. Por favor,
¡deme una orden! Incluso si me cuesta la vida... ¡por favor pídame que
lo salve!
Te amo, Violet. Debería haberte... dicho esto... usando palabras
adecuadas. Los muchos gestos que mostrabas, la forma en que tus ojos
azules se ampliaban cada vez que descubrías algo nuevo... Disfruté
viéndote así. Flores, arco iris, pájaros, insectos, nieve, hojas caídas y
ciudades llenas de linternas temblorosas... Quería mostrártelos todos a
una luz más hermosa. Quería darte un momento para apreciarlos
libremente, no con los míos, sino con tus propios pensamientos. No sé...
cómo hubieras podido vivir sin mí allí. Pero, si yo no hubiera estado
cerca, ¿no hubieras podido... ver el mundo de una manera ligeramente más
hermosa, de la misma manera que lo vi a través de ti? Desde que
llegaste a mi lado, yo... mi vida... fue casi destruida, pero... he
encontrado un significado para la vida que no sea apuntar a la cima de
esa pirámide. Violet. Tú te has... convertido en mi todo. Todo. No
relacionado con los Bougainvillea. Solo... todo para el hombre llamado
Gilbert. Al principio, te tenía miedo. Sin embargo, al mismo tiempo,
creí que quería protegerte. Aunque pecaste sin darte cuenta, aún deseaba
que vivieras. Después de que decidí hacer uso de ti, un criminal,
también me convertí en un criminal. Tus fechorías fueron mis fechorías.
Me encantó ese pecar mutuo. Así es, debería... haberte dicho esto. Es
algo muy raro. Tengo muy pocas cosas que me gustan. De hecho, hay una
cantidad mucho mayor de cosas que detesto. Simplemente no lo digo, pero
no soy aficionado a este mundo ni a este estilo de vida. Sí, protejo mi
país, pero en verdad, no me gusta este mundo. Las cosas que me gustan
son... mi mejor amigo, mi familia inevitablemente retorcida... y tú.
Violet, solo tú. Mi vida consistió en eso. Querer protegerte... y tratar
de mantenerte con vida... fueron las primeras cosas en mi vida que
quise hacer sin importar qué, por mi propia voluntad. Con resignación,
hago este deseo. Violet. Quiero... protegerte... más, más y más.
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Un ojo esmeralda se abrió. Era un mundo de oscuridad. Los ruidos de los insectos podían escucharse desde lejos.
¿Era ese el mundo real o no?
Cuando percibió el olor a medicina, inmediatamente supo que estaba en un
hospital. Gilbert confirmó su situación. Estaba acostado en una cama.
Su memoria regresó gradualmente. Suponía que había muerto en el campo de
batalla. Sin embargo, tal vez porque había estado rezando tan
miserablemente, aunque Dios nunca había concedido ninguno de sus deseos
hasta ahora, lo había dejado vivir.
Solo uno de sus ojos esmeralda se había abierto. Independientemente de
lo duro que lo intentó, el ojo del lado que estaba envuelto en vendas no
se movió. Quería mover sus brazos para tocarlo, para comprobar lo que
le había sucedido. Sin embargo, nuevamente, solo una de las extremidades
se movió.
Se preguntó quién lo habría hecho. Ahora tenía un brazo mecánico.
Gilbert giró su rostro hacia un lado. Se encontró con los ojos de alguien en la oscuridad. Era un hombre pelirrojo.
— Eres... bastante resistente.
El único hombre en la vida de Gilbert a quien llamaba “mejor amigo”
estaba allí. Parecía exhausto. ¿Qué le había pasado a su uniforme?
Estaba vestido con una camisa y pantalones.
— Lo mismo... para... ti—. Mientras él respondía roncamente, su amigo se rió.
Él rió, pero se transformó en sollozos inmediatamente después. Gilbert
pensó que era una lástima que no pudiera ver correctamente el rostro
lloroso de su amigo con solo un lado de su visión.
— ¿Qué pasa con Violet?
Su amigo definitivamente sabía de antemano que le haría una pregunta
así. Cambió la silla en la que estaba sentado y le mostró la cama junto a
él. La chica que amaba Gilbert yacía allí.
— Si... ella está... muerta... entonces por favor mátame también.
Con los ojos cerrados, parecía una escultura, por lo que era imposible
discernir si estaba viva o no. Su amigo le dijo amablemente que había
sobrevivido, pero su brazo ya no era utilizable.
— ¿Solo... uno... de ellos?
— No, ambos. Ambos lados... ahora tienen brazos artificiales.
Gilbert intentó por todos los medios ponerse de pie. Mientras su amigo
se apresuraba a advertirle que no lo hiciera, Gilbert tomó prestada su
mano, caminando la distancia insignificante a la cama de la chica con
piernas temblorosas. Cuando quitó las finas mantas, sus suaves brazos de
porcelana ya no existían. En su lugar había prótesis especializadas en
combate, aunque no se podía decir si volvería a pelear.
¿Quién los había puesto en ella?
Gilbert tocó la prótesis de Violet con su mano de carne. Estaba fría. Lo
que se suponía que estaba allí se había ido. Más que su propia
condición, tenía que soportar eso.
— Mayor. ¿Qué debería hacer con esto... ahora que lo tengo?
Los brazos con los que ella le había mostrado el broche de esmeralda habían desaparecido.
— Mayor.
Las manos que habían agarrado el gemelo de Gilbert para no separarse de él habían desaparecido. Nunca regresarían.
— Quiero... escuchar... las órdenes del Mayor. Si... tengo las órdenes del Mayor... puedo ir... a cualquier parte.
Lo que había perdido nunca volvería a ella.
La visión de Gilbert se desdibujó con lágrimas al punto en que ya no podía ver a su amada niña.
— Hodgins, tengo un favor que pedirte.
Derramando una sola lágrima, un ojo esmeralda se cerró.
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