viernes, 6 de abril de 2018

The Witch’s House The Diary of Ellen 4.5



Después de eso, lo mismo continuó durante todo el verano.

En los días soleados, visitaba la casa de Ellen. En los días lluviosos, miraba por la ventana en dirección al bosque.

Sin importar cuantas veces venia, nunca conocí a la persona que cuidaba de ella. En verdad era un misterio cómo nunca ni siquiera dimos tropezamos el uno con el otro.

¿Se escondían cuando venía? A ella no parecía agradarle mucho su doctor, así que ella no le daba mucha importancia.

Hasta donde sabia, sus padres no habían mostrado señal alguna de visitarla. Aunque estaba segura de que se llenaría de alegría si lo hicieran.

Si yo no estuviera cerca, Ellen estaría verdaderamente sola.

Cada vez que la veía, mis sentimientos por ella se fortalecían.

Empecé a ver que el cuerpo de Ellen no estaba mejorando desde cuando nos conocimos, sólo empeoraba.

Últimamente no podía ni siquiera salir de la cama, a menudo postrada en cama todo el día. Esos hermosos ojos bien abiertos estaban desconsolados. Incluso su vista parecía estar empeorando.

¿Qué haría yo cuando no fuera capaz de leer más— no, peor que eso, cuando perdiera incluso la luz?

Ella estaba bien antes de que empezara a visitarla. ¿Fue porque comencé a visitarla?

Tal vez se presionó a sí misma para hablar conmigo, y eso hizo que empeorara.

–Eso definitivamente no es cierto, –dijo Ellen.

–Así que por favor, no digas que no vendrás a visitarme, –dijo ella al borde de las lágrimas.

Mis ojos ligeramente se abrieron en sorpresa. Susurré amablemente para calmarla.

–No lo hare.

Ellen sonrió, con gran alivio por mi confirmación.

Esa sonrisa dolió a mi corazón.

Ella podría haber gritado. Ella podría haber llorado.

Pero esta pequeña niña siempre obstinadamente me sonreía. Ha soportado el dolor de su enfermedad.

Algo, cualquiera pus o sangre, comenzó a formarse en sus ojos. Lo limpié con un pañuelo, queriendo llorar.

¿Qué más seria tomado de Ellen? ¿Sería incluso la luz?

Yo aborrecía a su enfermedad desde el fondo de mi corazón. Al mismo tiempo, sabía que no había nada que pudiera hacer –me canse pensando en ello como a un oponente contra el que no podía luchar–.

Ese sentimiento de pérdida invitó a una callada tristeza en mí. Mi corazón roto lloraba desde lo más profundo en mi pecho, vino a mi garganta, y se empujó hacia fuera como palabras.

–Si tan sólo pudiera tomar tu lugar...

Murmure a mí misma.

Las palabras se fueron por el aire y volvieron a mis oídos.

…Sí. Si tan sólo pudiera tomar el lugar de Ellen.

Si tan sólo ella pudiera ir a jugar afuera en mi lugar. Correr libremente bajo el sol, rodeada de flores. Mientras que yo podría sonreír en la cama y dormir mientras tanto.

De repente, oí un susurro de ropa y levante la vista. Ella alzaba la mano hacia mí.

La tomé. Estaba fría. Sorprendida por su frialdad, puse ambas manos alrededor de la suya.

Ella me miró y me sonrió con los ojos.

No sé por qué me sorprendió.

Ella no había dicho nada. Sólo me miraba. De alguna manera, no me parecía que estaba siendo mirada por una chica más joven que yo.

–¿…Ellen?

Pregunte también en un sentido de «¿Qué pasa?» Porque pensé que ella podría no estar entrecerrando sus ojos en una sonrisa, sino porque ella estaba a momentos de perder el conocimiento.

Debí de haberme visto preocupada.

Ellen sonrió en su forma habitual, entonces dijo– Gracias.

Su sonrisa me alivio.

Ella dijo tranquilamente–, eres tan amable, Viola.

Preguntándome lo que quiso decir, pensé en lo que diría.

…Si tan sólo pudiera tomar tu lugar.

Las palabras de alguna forma se escaparon, pero no era una mentira. Sonreí y sostuve su mano con más fuerza.

Sus ojos comenzaron a nublarse al momento. Pensé que la había tomado con demasiada fuerza y afloje mi agarre.

Pero su expresión no cambió, y supe que algo más estaba haciendo humedecer sus ojos.

Ella me miró con ojos distantes y dijo incomprensiblemente:

–Es como un sueño que tú vayas a ser amiga con la pequeña y vieja yo...

Ella parpadeó lentamente. Empujó una gran lágrima de su ojo, que pronto fue absorbida por las vendas envueltas alrededor de su cara.

La escena parecía aferrarse de mi pecho. Tomé su mano e hice que me mirara.

–No digas cosas como «pequeña y vieja yo». Estás enferma, Ellen, pero eso no es todo lo que eres. Eso no te hace diferente de otros niños.

–…Viola...

Ella junto sus cejas.

–Así que no hables tan bajo de ti misma. Creo que eres amable por ser también mi amiga, Ellen. Y estoy segura de que mejoraras pronto. Un día tú serás capaz de caminar y jugar afuera.

Ellen escuchaba cada una de mis palabras. Entonces ella sacudió la cabeza. Fue muy leve.

–No.

–¿Quieres decir?

–Porque voy a morir pronto.

Las palabras congelaron la boca de mi estómago.

¿Morir? ¿Ellen? ¿Morir, como en irse de aquí? No. Como en dejar de moverse.

Mis manos agarrando las de ella temblaban.

Mi pulso se aceleró. Mi garganta estaba seca, y no podía hablar bien.

–…¿Por qué tu... dices eso...?

Al contrario de mí, ella estaba tranquila.

–El doctor lo dijo. Él dijo que iba a morir pronto. Como si supiera con certeza. Y se le escuchaba feliz. ¿Por qué sonaba tan feliz? Pero yo sé por qué. Yo... Una vez que muera, el doctor no tendrá que volver a molestarse conmigo. No tendrá que de mala gana reemplazar mis vendas, hacer todo por mí... todas las cosas que atraviesa para cuidarme otra vez.

Sus palabras no parecían tener ninguna emoción en ellas.

Sacudí mi cabeza, mirando a Ellen con incredulidad. Me llene de odio por el doctor que diría cosas tan crueles a una niña enferma y pena por la niña que se rindió y aceptó todo.

Ella prosiguió.

–…Mi padre y mi madre desean que me vaya lejos, también. Así que ellos van a estar felices cuando esté muerta.

–¡¿Qué estás diciendo?!

Casi grité. Ella me miró en sorpresa. Me sentí incómoda al verlo y por reflejo baje mi cabeza. Pero la levante otra vez, armándome de valor, y me mordí el labio.

–Eso no es verdad. No lo es. Feliz de que estés muerta... ellos no podrían. No conozco a tu padre y tu madre, Ellen, pero... no hay manera que puedan estar felices de que su propia hija muera. …No quieren que mueras, quieren que vivas... Es por eso que te trajeron a mejorar aquí, ¿no? Ellos te pusieron en esta casa para que mejoraras, ¿no?

Miré a su cara, esperando su expresión cambiara en lo más mínimo. Pero ella solo me dio una pequeña sonrisa.

Era una cara que había renunciado a todo. No parecía estar mirándome a mí, sino atreves de mí a la distancia.

–Así que mi padre y mi madre no vendrán a verme, ¿o lo harán? No vendrán porque estoy enferma. Ellos no me miran. Ellos me abandonaran. …No me pusieron aquí por mi bien. Ellos están...

Tal vez doliéndole más mientras hablaba, ella traga saliva, y luego continuó.

–Escondiéndome.

Era una voz baja.

Escondiéndola.

Sentí que eso tenía muchos significados.

–Porque... los adultos en el pueblo, todos me conocen. Pero fingen no hacerlo y me esconden en el bosque.

¿Todo el mundo conoce de Ellen?

Ese inesperado comentario agitó mi corazón.

–…tu no me conocías tampoco, ¿verdad, Viola?

Era cierto.

Cerré mi boca como si la hubieran golpeado.

Nunca había oído de una casa en el bosque.

Espera. La voz de padre vino a mi mente. No vayas demasiado profundo en el bosque, él siempre me dijo. ¿Era para mantener a esta niña escondida?

Había un zumbido en mis oídos.

…Un problemático niño enfermo. Sin embargo no podían simplemente abandonarla. Así que la aislaron en lo profundo del bosque, donde la gente nunca la vería.

Los aldeanos fueron pagados para mantenerlo en secreto. Podía sentirme rastreando el proceso de pensamiento de los adultos.

Entonces, ¿estaba padre entre ellos?

Una sensación desagradable se extendió por todo mi cuerpo.

Como si adivinara mis pensamientos, ella me miró con ojos profundos.

–…Tu padre no tiene la culpa, Viola. Porque yo solo soy una niña enferma. Todos tienen miedo de mí. Creen que podría ser contagioso. …yo no querría estar con tal chica. No la querría cerca. …Sólo quiero esconderla lejos.

–No digas eso, –le rogué, sosteniendo sus manos más fuerte.

No lo dije por lástima.

No quería saber nada más. Acerca de cómo mi padre, con los otros aldeanos, quizá han trabajado juntos para ocultarla. Pero no me di cuenta que esa era la verdadera razón.

Yo estaba confundida.

Por otro lado, Ellen estaba tranquila.

Ella había pensado las cosas más de lo que imaginaba. Viviendo sola por tanto tiempo, ella había llegado a entender algunas cosas, y había llegado a aceptar el estar sola.

Hice lo que pude para despejar a padre de mi mente.

Por el momento, tenía que pensar sólo en ella.

–Si eso es cierto... Aun si todos apartan la vista de ti, Ellen, y desean que simplemente mueras... yo estaría triste. Yo estaría muy triste si murieras, Ellen.

Esa era la pura verdad.

Mis sentimientos sinceros, brotando desde el fondo de mi corazón.

–Hm...

Ella bajo los ojos y asintió con la cabeza levemente.

Tal vez mis sentimientos la habían alcanzado; sentí a la niebla oscura en sus ojos irse.

–Sabes...

Ellen murmuró. No sonaba deprimida, sino que era su lindo tono habitual.

–Aun si no puedo salir de aquí, y... aun si nadie se fija en mí. Aun si nadie juega conmigo. …Y aun si no soy curada...

Ellen me miró.

Con sus habituales ojos honestos.

–Sólo tenerte aquí es suficiente para mí, Viola.

–Ellen...

Sentí que había sido salvada por esas palabras. Sabía que mis ojos irradian un poco de luz.

De repente, Ellen arrugó las cejas y la cara. Mientras me preguntaba qué hacía, ella se sentó.

Y entonces, como si cayera, ella débilmente me abrazó. Realmente carecía de energía, así que la cogí y firmemente la abrace de vuelta.

Sentí su sedoso cabello y su temperatura. Las yemas de sus dedos eran muy frías, pero su pecho estaba cálido.

Ellen enterró su rostro en mi cuello como un niño aferrándose a su madre. Y con todo su cuerpo temblando, ella susurró.

–Te amo, Viola.

Esas palabras vibraron no en mis oídos, sino en mis huesos, sacudiendo lo más profundo de mi ser. Sentí calor detrás de mis ojos y en lugar de responder, sostuve sus hombros.

Que niña más honesta.

Te amo también, Ellen.

Pero, ¿por qué no pude expresarlo directamente? Tal vez estaba avergonzada. O tal vez todavía estaba preocupada por padre.

En cualquier caso, aunque no podía decirlo, eso no cambió que le amaba. Así que en lugar de eso, continúe abrazándola con ternura.

Olía la medicina, la sangre y pus, pero no estaba asustada. Porque era todo Ellen.

Ella aceptó la corta vida que le restaba, pero yo no podía. ¿Qué es lo que haría?

Ella estaba llorando, sentí. Solo que sin mostrarlo.

Siempre fue así.

Siempre estaba desesperada por soportarlo. Ella nunca me molestaba con su llanto. Ella mantenía la tragedia pasando en su pequeño cuerpo toda dentro de ese cuerpo.

…Oh, Dios.

Cerré mis ojos con fuerza. Sentí una lágrima brotar y caer por mi mejilla.

Si tan sólo pudiera tomar a una fracción del dolor de esta niña.

Si tan sólo pudiera compartir la mitad de ese dolor y caminar con ella.

Los adultos ante Ellen que alentaban su muerte. Qué gente más horrible deben ser.

Los Padres de Ellen. Ya debieron de haberla abandonado completamente.

Ella traba de actuar como si se hubiera resignado, pero debió de haberlos amado insoportablemente.

Si tan sólo ellos vinieran de visita. Un solo abrazo salvaría el corazón de esta niña. ¿Por qué ellos ni siquiera podían hacer eso por ella?

Sentí un distanciamiento del mundo de los adultos.

No estaba segura si era lo suficientemente fuerte para llamarlo odio.

Quizás estaba más cerca a la decepción.

Sentí que los adultos estaban del otro lado de una pared alta separándonos.

Y sólo nosotras sabíamos la verdad.

Temblamos abrazándonos mutuamente. Pensamos en la otra y lloramos.

Este espacio entre la silla y la cama era mi lugar sagrado y de Ellen, nunca a ser interrumpido.

Meeoh.

Como si rompiera el momento, el gato negro maulló bajo.

Odio...

Las mujeres que no saben que son amadas.

Odio...

Las mujeres que no aceptan cuando son amadas.

Yo...

En el camino a casa ese día.

Pensé que dejé la casa de Ellen con tiempo de sobra, pero para el momento que salí del bosque, el sol ya se había puesto.

Hoot hoot, llegó la voz de los pájaros distantes.

No sentí que el camino de noche, que generalmente encontraba inquietante, no daba miedo en absoluto. Sentí que mi corazón se había fortalecido.

Mi pecho dolió cuando la abrace. ¿Por qué? Me sentí como si hubieran pinchado un hueco en mi corazón.

Cuando llegué a casa, padre estaba apoyado contra la puerta, viéndose asustado.

Desde que empecé a ir a la casa de Ellen, ha habido muchos días que volvía tarde a casa. Parecía estar llegando a los límites de padre.

Cuando vi su cara, sus palabras me vinieron a la mente.

…Los aldeanos me están escondiendo.

Llenándome con amargura, no lo miré a la cara.

–¡Oye! ¡Viola!

Ignore a padre y forcé mi camino al interior.

Una mesa de cena silenciosa.

La comida que padre preparó se había enfriado.

Estaba solamente el sonido del tintineo de los cubiertos y el masticar pan.

Padre fue el primero en romper el silencio.

–Haz estado llegando tarde a casa.

–…

–¿A dónde vas?

–…

No quería hablarle de Ellen. Abrí mi pesada boca y dije el nombre de otra chica de la que era amiga.

–A la casa de XXXX.

–XXXX dijo que no sabía nada.

Levante la vista de inmediato.

–¿Le preguntaste?

Mi cara probablemente mostró desdén. Mi padre brevemente flaqueó, luego frunció el ceño como si dijera «bien, entonces».

Sentí a mi rostro calentarse.

No fue porque habían visto a través de mi mentira. Sólo me avergonzó imaginarme a mi padre yendo a casa de mi amiga y preguntando.

Él era tan sobreprotector. Esa vergüenza gradualmente se volvió irritación.

Padre preguntó otra vez.

–¿Adónde vas?

–A visitar a alguien.

–¿Entonces quién?

Mis palabras fueron momentáneamente atrapadas, y dudé si debería decirlo. Finalmente, lo escupí.

–Una chica llamada a Ellen.

Después de decirlo, busqué rápidamente un cambio en la expresión de padre.

Él bajó las cejas y pensó.

–¿Ellen...? ¿Existe tal chica?

Estaba decepcionada.

¿Así que no lo sabía?

Pero pronto me prepare a mí misma.

Porque tal vez él solo estaba fingiendo que no lo sabía.

Tal vez los aldeanos habían olvidado incluso el nombre de la niña enferma en un intento de ocultarla.

Estaba mirándolo fijamente, así que me dio una mirada rara.

–¿Qué pasa?

Parecía algo antagónico, y me sentí desagradable.

Aunque fue sólo porque estaba mirando a mi padre con la sospecha.

–Padre, ¿estas ocultando algo?

–¿Ocultando qué?

–Todos en el pueblo están ocultando algo, ¿no es cierto?

Padre bajo la cuchara y guardó silencio. ¿Había recordado algo? O quizás no lo había hecho y estaba pensando.

El silencio sólo duró unos segundos, pero se sintió como la eternidad.

–¿De qué estás hablando, Viola? ¿Por qué sería así?

Padre finalmente dijo con un suspiro.

El parecía un poco preocupado.

Yo también lo estaba. Acerca del hecho de que no podía creer en padre. Odiaba esta sensación. Yo quería llorar. Pero si lo hiciera, no podría hablar.

Recordé a Ellen y lo soporte.

Mire a padre y le pregunte.

–Entonces ¿por qué dices que no vaya demasiado profundo en el bosque?

–Bueno, porque...

Padre parecía desconcertado, perezosamente rascándose su barbilla peluda.

–…… Porque es peligroso. Los caminos no son claros, hay bestias... Por supuesto es peligroso.

Sentí algo escondido en los espacios de sus palabras.

Mientras guardaba silencio, padre de repente afila sus ojos.

–¿Podría ser que vas a lo profundo en el bosque? ¿Es ahí donde está la casa de esa chica?

Mis hombros se pusieron tiesos. Porque pensé que era yo quien se lo reprochaba. De repente pase a ser reprochada yo misma, estaba desconcertada.

–¡Oye! Viola! …¿Es verdad?

Bueno, lo era. Pero, ¿por qué estaba enojado? Seguramente, entonces, los aldeanos la estaban escondiendo. Ellos no decían esa advertencia por preocupación por mí, sino que era para ocultar a esa niña enferma— ¿tenían miedo de que los niños fueran a descubrir eso?

Aun mirando a padre, sacudí mi cabeza.

–No voy allí. La casa de Ellen esta...

Miré hacia abajo.

–Cerca del bosque, –mentí.

–Ya veo...

Padre parecía que quería decir algo más. Pero él no presiono el tema más. Tal vez puso confianza en mí, o tal vez era demasiado problemático.

Desearía que solo me lo dijera. Pero estaba agradecida de que no se volvió a una discusión. Parece contradictorio que estaba satisfecha con eso.

Tic, tac, el reloj resonaba en silencio.

Sin decirnos nada el uno al otro, un aire caliente fluyó entre nosotros. Pero hoy, fue un poco tenso.

Yo no me sentía con ganas de comer más y salí de mi silla, volviéndome hacia mi habitación.

–…¡ Viola!

Dudé brevemente cuando él me llamó. Pero no me di la vuelta, entré en mi cuarto y cerré la puerta.

Oí a padre suspirar, ahora solo en la mesa, a través de la puerta.

Llegue a mi cama y me desplome sobre ella.

Recordé lo que había dicho.

…Está bien. La casa de Ellen es cerca del bosque.

Había mentido.

Mi pecho dolía con culpa.

La verdad era, que estaba en el bosque. Y tal vez sería más exacto decir que era en lo profundo del bosque.

Pero no lo dije.

Tenía miedo de que él supiera la verdad.

No quería ver la reacción de padre cuando le dijeran dónde realmente estaba su casa. Tal vez él me hubiera detenido de hablar con ella. Tal vez desesperadamente me hubiera detenido de volver ahí.

Ellen dijo que iba a morir muy pronto. Ella me dijo que me amaba. Era todo lo que ella tenía. No quería dejar de ir a verla, o que me detengan de hacerlo.

Pensé que mi padre daba miedo cuando me castigaba. Sin embargo él siempre fue muy amable. Quería creerle. Pero él no entendía.

Abrace mi almohada con fuerza y empuje mi nariz a ella.

Lo siento, Ellen. No era lo suficientemente valiente para decirlo. Pero no pude confirmar que existías.

No pude ni siquiera decírselo a padre. No tengo el coraje para condenar a los aldeanos.

Pero es por eso— es por eso que estaré contigo hasta el final. A tu lado, siempre siendo tú amiga. No te dejaré estar sola.

Determinada a hacerlo, la culpa de mi mentira parecía desvanecerse.

Dejé de agarrar mi almohada tan fuertemente y me dormí.

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