Capitulo 1 – Reunion del callejon trasero
Me quedé aturdida.
Mi brazo derecho era pesado, como si estuviese tomado por un espíritu demoníaco. Sangre –– la cual se dé quien es ––escurría del extremo del cuchillo, creando manchas en el suelo.
Padre se derrumbó encima de mi madre. Vi a los dos cadáveres superpuestos sin que dejaran espacio para interponerme entre ellos, y eso me irritaba.
Se aferro a mi madre en sus últimos momentos.
Padre no veía nada más que a mi madre. Una vida sin ella era demasiado dolorosa para él. Cierto. Así que esto era lo mejor.
Me alejé poco a poco. Entonces me di cuenta que la puerta de la otra habitación había quedado entreabierta.
La habitación de mi padre. Para ser exacta, la habitación de mi padre y la mujer que una vez fue mi madre.
No podía apartar los ojos de la rendija de la puerta. Mi corazón latía con fuerza, constantemente.
Había un olor dulce diferente al de mi madre que venía de la habitación. Como si fuera empujada por detrás, abrí la puerta con el cuchillo en la mano y entre.
Todo lo que podía oír era el crujido de la puerta. La sala se llenó de un dulce olor. Lo suficiente como para hacer que te ahogues.
Era muy oscuro dentro.
Había una cama individual a lo largo de la pared del fondo. Una vela en una mesa lanzaba una luz poco fiable en el interior de la estrecha habitación.
Sobre la mesa habían platos y cuencos, así como un delgado objeto cilíndrico. Humo se formaba por una de las salidas, y yo sabía que era una pipa para fumar.
De mi padre, supuse.
Aquí era de donde provenía el dulce aroma.
Me la acerqué lentamente a la cara. Cosas estaban esparcidas por todo el suelo, por lo que podía tropezar si no iba con cuidado.
Llegué a la cama y me senté. Era más dura que mi cama, e incómoda para sentarse. ¿Me dieron la mejor cama para mí? Pensar me hacía difícil el respirar.
Yo no podía saber más con seguridad.
Contemplé el humo de la pipa. Al poco tiempo, sentía como si tuviera una visión a través del humo. Un sonriente padre, madre y yo. Parecíamos una familia feliz.
Ahh…
Sollocé.
¿Por qué tiene que pasar esto?
Yo sólo buscaba ser amada.
Yo sólo buscaba amarlos.
Pero nadie me amaba.
Me duelen los ojos. Tal vez el humo se filtraba dentro de ellos. Cada vez que pestañeaba, mi visión parecía volverse más borrosa.
Nadie me amaba.
¿Por qué?
¿…Por qué estaba enferma?
Toqué las vendas en mi cara, hechas un revoltijo por el sudor, lágrimas, y la rociada de sangre. Como si comprobara algo, toque mi agrietada piel.
“Uuugh…”
Rasqué la piel semejante a la de un reptil. Me dolió. Sin embargo como si estuviera poseída, no dejaba de rascarme.
Debido a que estaba enferma –– debido a eso ––.
Nadie me amaba. Todo el mundo salía corriendo.
Mi padre no me miraba.
Mi madre me abandono.
¿Qué soy?
Ellen. Ese es mi nombre. Pero, ¿Qué es Ellen?
¿Una fea, horrible, hija enferma? ¿Una muleca que sólo mira al callejón? ¿Una niña, que nunca, nunca será querida?
"¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!"
Incapaz de detenerme con solo mi rostro, comencé a desgarrar mi pelo. Mi cabello fue a mi boca, quedando cubierto de baba. Me dolió. Me dolió. Pero mi corazón gritaba aún más fuerte.
Juste entonces, oí el estruendo de la ventana abierta, y regrese a mis sentidos.
Un fuerte viento soplaba desde la ventana. Justo en ese momento, la pipa encendida cayó de la mesa y empezó a quemar una pieza de tela en el suelo.
Unos segundos más tarde, mi cerebro reaccionó. Se iba a provocar un incendio. Me apresuré a ponerme de pie.
… Tiene que desaparecer.
De repente, mis pensamientos se detuvieron.
¿Desaparecer?
¿Por qué?
… No hay nada en esta casa, ¿Verdad?
Me aparté del fuego que se calentaba poco a poco, y luego acelere hacía fuera de mi casa.
En un callejón en medio de la noche.
Yo estaba sin aire, y ni siquiera podía correr más de dos casas de distancia.
Mis pies descalzos golpeaban el frío pavimento.
Eso fue teñido de rojo por mi sangre, y la sangre de otros. Sin duda, dejaba huellas. Tal vez había nacido con zapatos rojos. Caminaba al igual que reflexionaba.
El cuchillo que tenía agarrado se fundió en la oscuridad y se convirtió en una parte de mi cuerpo.
No habían farolas públicas en los barrios pobres. Estaba en medio de la noche, así que no había siquiera una luz de las casas.
Todo lo que me iluminaba era la tenue luz de la luna. No había nadie alrededor para echarme la culpa de mis acciones. Aquellos que juzgaban habían guardado sus balanzas y se fueron a dormir.
En el camino, tropecé y caí en un lugar lleno de basura.
Había montones de basuras en bruto, chatarras y otros desperdicios.
Mi pecho y estomago dolían, y me acosté con la cara hacía el suelo. No tenía energía para levantarme, solo para voltear la cabeza a un lado.
Dejé escapar un frío suspiro blanco y de repente estaba abrumada por la fatiga.
En mi mano derecha, aun agarraba el cuchillo.
La sucia cuchilla débilmente brillaba, y mis agotados dedos temblaron.
“¿Quieres morir?”
Parecía que el cuchillo me preguntaba.
Negué con la cabeza débilmente.
No puedo hacerlo. Porque tú eres mis colmillos. Un gato no puede morder su cuello con sus propios dientes, ¿puede ser posible?
Cerré los ojos.
¿Qué iba a hacer ahora? Me despertare mañana, antes que todo. ¿Pero qué pasara después de este día? ¿O el día después de ese?
Temblaba de frío, lloraba por el dolor de mis piernas, frente a las noches de insomnio con el estómago vacío, el cual no tardaría en dejar de funcionar, sin duda.
Y entonces tal vez alguien me entierre.
Tal vez una mano amable me guiara a una cama en el suelo.
Sabía que no iba a suceder.
Enterré al gato negro porque era una pequeña, frágil criatura. Porque ella era lo suficientemente fugaz como para llevarla en mis brazos.
Y sabía de la hermosa figura del gato. Sabía de su hermosa vida. Así que quería abrazarla.
En mi caso, ¿Quién va a conocerme? ¿Quién me miraría? E incluso si fuera vista, ¿Quién pensaría que soy hermosa?
Nadie podía echarme una mano. Incluso si alguien lo hiciera, sería neciamente tirada lejos.
Me imaginaba a mí en el lugar de aquel gato negro en ese callejón.
Ah…Tal vez no me adaptaría después de todo.
Dejé de pensar en ello.
Justo en ese momento ––
“Yo.”
Una repentina voz me arrastró de nuevo a la conciencia.
Sonaba como un niño, sin embargo tenía un tono extrañamente sereno. Me sentí de alguna manera estimulada y levante mi cuerpo.
Mire a mi alrededor buscando al dueño de la voz, pero no vi a nadie.
“Por aquí, Ellen.”
La voz dijo mi nombre como si lo supiera desde hace mucho tiempo.
Naturalmente, recordé al gato negro que había enterrado. Sus ojos eran oro como los de ella.
Pero era diferente. No era ella. Debido a que ella era un ‘gato’.
La cosa delante de mi no era un ‘gato’. Los gatos no pueden hablar como los humanos.
“Realmente eres de ayuda. Creí que iba a morir, estaba tan hambriento.”
Se lamió la pata delantera con satisfacción. El movimiento era igual al que un gato real haría.
Me froté los ojos. No fue una ilusión.
“Yo…” murmuré distraídamente.
“¿Te di algo?”
Tal vez feliz de que yo respondiera, el gato saltó al hablar.
“¡Sip! La melodía de dos sabrosas almas.”
Levanté una ceja a su declaración.
¿Qué fue lo que dijo? ¿Almas?
“Sí, los seres humanos están hechos de cuerpos y almas. ¿Lo sabías?”
Negué con la cabeza ligeramente.
El gato se aclaró la garganta –– “¡A–hem!” –– Y habló.
“Un ser humano se compone de un cuerpo y un alma. No puedes comerla mientras están con vida. Pero cuando mueren, puedes chupar toda el alma y comerla. No es fácil para nosotros venir. Es por eso que hacemos esto, teniendo a alguien para que mate por nosotros podemos comer. ¡Qué vas a hacer hoy, seguro vas a salvar mi culata! Pero si no hubieras estado allí, no sé qué haría… Hey Ellen, ¿Qué pasa?”
Me puse de pie, con las piernas todavía temblando. Mi cara estaba probablemente tan pálida como el aire de la noche.
“¿… Te comiste a mi padre?”
No sabía que era esto llamado alma. Pero parecía algo importante para las personas.
¿Y él se la comió?
Me sentí de forma extraña por como la criatura ante mí había contaminado a mi padre. Curiosamente, la mujer que alguna vez fue mi madre no se me vino a la mente.
“Bueno, sí, pero…”
Se mostró con una apariencia preocupada. Pero sin duda era sólo la apariencia. No lo hacía porque en realidad estuviera preocupado.
“Ellen. Sí, puede parecer egoísta que hacemos lo que queramos con lo que esta fuera del alcance de chicos y chicas como tú. Pero incluso si te dijera que no me los comí, ¿Cómo lo sabrías a ciencia cierta? ¿Y porque te importaría si me los comí o no?”
El gato pasó su larga cola.
No pude decir nada.
Era justo lo que el gato dijo.
El gato negro me miró en silencio. Sus ojos tenían una frialdad como la de una muñeca, y yo estaba inquieta. Inconscientemente mire hacia otro lado. Mis labios temblaban de frío o miedo.
¿Qué es exactamente de lo que me está hablando?
Suspiré para alejar la sensación de no tener ningún refugio.
Sentí el dolor regresar a mis piernas. A mi brazo derecho le dolían los latidos de mi corazón. Pensando acerca de cómo estaba de pie en el frío y duro pavimento, quería llorar.
¿Qué iba a hacer ahora?
Pensé mientras miraba a la luna detrás del gato negro. La luna parecía haberse vuelto un rojo misterioso, tal como si le pasaran vasos sanguíneos.
“Así que hey, quiero darte las gracias.”
“¿Eh?”
Ligeramente la alta voz del gato me trajo de vuelta.
“Los demonios como nosotros podemos conseguir almas de parte de niños como tú. Y entonces les podemos dar magia como agradecimiento. Estaba pensando que podría darte un encanto muy especial, Ellen.”
“…”
Levanté una ceja, no me moleste en hacer nada más.
Ni siquiera tenía ganas de hablar.
“Ellen, te voy a dar una casa.”
… Una casa.
Me hizo abrir un poco los ojos.
El gato negro pareció darse cuenta.
“¿Tú no tienes ningún lugar al cual volver, sí? ¿Puedes seguir viviendo de esta manera? Sólo arrastrar tus podridas piernas y morir en este viejo pueblo sucio. Un poco chupada y fruncida, ¿Huh? No quiero ver eso para ti. Ven conmigo. Voy a darte la bienvenida.”
Las palabras del gato sonaron agradables en mis oídos, floreciendo una flor en mi cabeza. Un lugar cálido. Eso es lo que mi frío cuerpo quería más que nada en este momento...
“¡Fuego!”
De repente, escuché un grito.
Me voltee hacía él y vi las llamas de lo que había sido mi casa.
Las llamas se alzaron, apartando las nubes a su alrededor, incapaces de ser detenidas, quemaban con un atronador rugido.
Vi al fuego con asombro.
La casa a la cual no iba a volver.
La casa que nunca me amó.
Mi padre y el rostro de mi madre vinieron a mi mente. Ellos se tiñeron de un color rojizo en mi memoria, como una superposición con el fuego en la distancia.
Me duelen los ojos, y no es a causa del humo.
“¿Qué te parece?”, preguntó el gato negro.
Voltee hacía él.
No me preocupaba acerca de la magia que, tenía este demonio. Sólo sabía que si le contestaba que no, me convertiría en un frío cadáver en este callejón trasero.
… No me gusta el frío.
Así que asentí.
Fue una acción débil, y probablemente sólo se veía como si bajara la cabeza.
Pero el gato lo tomó como una aceptación, y mis sentidos se cortaron como un chasquido de cuerdas.
La gente iba y venía, apresurándose a apagar el fuego o viendo desde la distancia.
Pero nadie se dio cuenta, afuera en el callejón, una chica y un gato negro se fugaron como si fueran tragados por la oscuridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario