viernes, 6 de abril de 2018

The Witch’s House The Diary of Ellen 3.5





Paz llegó al bosque.

Parecía extraño decirlo.

Como dijo el gato negro, menos gente entró en el bosque después de que el hombre que me cortó la cabeza saliera.

Había parecido tan ocupado afuera del bosque antes, pero ahora nadie decía rumores de mí.

En cambio, el rumor de que la bruja había sido asesinada se propago.

Ningún humano entró en el bosque específicamente por mí.

Eran cazadores y hombres de negocios, niños jugando, y en ocasiones gente que solo pasaba a través del bosque y se perdía.

Mientras dormía, me los comí en un capricho. Sólo dormitaba. No pude conseguir un sueño decente.

Puesto que mi enfermedad empeoró, empecé a escuchar un zumbido en los oídos. No pude dormir ni un parpadeo.

Incluso bajo la protección de la casa de la bruja, estaba durmiendo en la cama todo el tiempo. Cuando no me molestaba en volver a la cama, a veces dormía en los fríos pasillos.

Así era cómo esperaba a las presas.

El demonio cuervo dijo que sería difícil impedir que mi enfermedad avance aún más.

Tal vez porque mi corazón había sido herido.

Efectivamente, yo era el paciente de un médico que se había dado por vencido en tratarme. No estaba particularmente deprimida. Durante mucho tiempo supe que tenía una enfermedad que no podía ser curada.

Es verdad, me reí.

Los ojos del cuervo me consultaron entonces... No sé si eran compasivos o cansados. Él tenía su habitual mala actitud, dejó la medicina, y partió.

No cerré la ventana de inmediato, contemple en blanco las plumas que dejó bailando alrededor de la habitación.

¿Cuándo tendría suficiente esta casa?

¿Cuándo me daría el gato negro el hechizo para curar mi enfermedad?

Dejé de pensar en esas cosas.

Porque era algo que alcanzaría mientras no me rindiera.

Alguien gritó en mi oído. Agujas me apuñalaron detrás de los ojos. Mis pies parecían haber sido mordidos por los colmillos de una bestia, los dedos de mis pies parecían como si hubieran sido devorados por ratas.

No te resistas tanto. Es molesto. Tal vez sí es doloroso.

O tal vez no es realmente un dolor en mi cuerpo. Es sólo mi corazón herido mostrándome un sueño.

Realmente quería gritar. Quería llorar.

Pero ¿Cuál es el punto de un grito que nadie escucha? ¿Cuál es el punto de lágrimas que nadie ve?

Mi visión se volvió borrosa y doble. El techo giraba.

Cuando alce la mano, sentí que alguien me llevaba a un mundo de sueños. Pero era sólo una ilusión, y mi brazo cayó como una marioneta cuyas cuerdas fueron cortadas.

Yacía allí y me hundí en un mar de agonía.

Mientras me hundía en mi cama, pensé en cuando llegué.

Esos ojos que querían dormir, envueltos en la luz del sol.

El aire del bosque no ha cambiado en todo ese tiempo.

Pero los tiempos habían cambiado considerablemente.

La ropa de gente se había vuelto muy ordenada y limpia. Difícilmente había tantos niños hambrientos como hace mucho tiempo.

En lugar de personas que cazaban animales con arcos, ahora había gente que cazaba con esos tubos largos.

¿Podría algo como eso utilizarse como un arma?

Mientras pensaba en eso, un cazador apuntaba a un pájaro, y con un ruidoso sonido, cayó al suelo.

Wow... increíble. Qué arma más interesante. Enséñame eso.

Hice a algunos conejos silvestres aparecer y les ordene perseguir al cazador.

Se lo comieron, y me sentí un poco mejor. Me senté y cuidadosamente inspeccione el arma.

Al parecer era llamada un «arma de fuego». Una pequeña bala salió del final del tubo, destruyendo el cuerpo de la presa.

–Hmm, –dije y apunte al gato negro. El gato saltó por la sorpresa.

Me reí. Sólo fue una broma.

Después de reír por primera vez en mucho tiempo, el cuarto volvió a ser silencio, y me hundí en la cama otra vez.

Esta casa no se movía. Su estómago estaba lleno de huesos humanos, demasiado pesados para moverlos.

Yo era igual. Sentí un peso en todo mi cuerpo; quería hundirme hasta el fondo del mar.

Sin embargo esta casa todavía quería comer, exigiendo más, más, más.

Muy bien. Cerré mis ojos y explore.

Ambos, ahora cuando estaba atrapada en mi cama, y antes cuando vagaba libremente, la casa se sentía invariablemente como una prisión.

Y era su prisionera.

Mis brazos y piernas estaban atados por enredaderas espinosas de rosas. No podía moverme.

Pero yo era quien lo quería.

Anhelaba estar atada por cadenas de vendas en lugar de ello, en alguna casa que sentí había habitado.

Tal vez prefería eso. Tal vez me pareció más fácil rendirme y ser atada.

Pero ahora era diferente.

Mientras estaba prisionera, era también una carcelera. Podía mantener mi propio encierro, o podía escapar.

Las mismas enredaderas que restringían mi cuerpo eran también mi arma contra los intrusos.

Fue todo acorde a mi propia intención.

Era una bestia en la oscuridad. Los ojos del mismo color que la brillante luna llena, mis colmillos expuestos. Yo estaba en la cima de una pila de cadáveres, mi boca y manos rojas.

Una soga colgaba en mi cuello, preparada para mi ejecución en cualquier momento. Pero la cuerda estaba floja, y tras una detallada inspección, era simplemente la cola de un gato negro.

Quién sabe cuánto tiempo pasó después de eso.

Vinieron innumerables primaveras, veranos, otoños e inviernos.

El mundo del bosque estaba tranquilo.

Más que nada dormí en cama.

Abría la boca como una planta carnívora, esperando a que venga una presa. Cuando alguien llegaba, cerraba la boca y los masticaba. Una vez que había conseguido todos los nutrientes que podía, abría la boca otra vez.

Fue otro día cualquiera, atrape mi presa y cerré la boca. Y entonces el gato negro, forzándola a abrirse de nuevo, habló.

–Felicidades, Ellen. Te daré el hechizo.

Lentamente abrí los ojos.

Los mantuve cerrados por tanto tiempo, que mis párpados estaban pegados y no se abrieron rápidamente.

¿Dónde estaba? No estaba usando la visión mágica. Esta era mi habitación. Y mirando mi cara, brillando en la luz del sol, estaba un gato negro con hermoso pelaje.

–Voy a darte el hechizo para curar tu enfermedad.

Las palabras llegaron a mis oídos unos segundos tarde.

Curar mi enfermedad.

Cuando comprendí esas palabras, campanas de alegría sonaron en mi cabeza. Vi la luz del sol por la tarde como polvo de oro cayendo a mí alrededor.

–Este hechizo, ves...

Las palabras del gato sonaban como un himno.

La luz volvió visiblemente a mis ojos vacios.

Mis relucientes ojos de oro vieron a través del gato, lejos a la distancia. Tome un poco de magia. Salí de casa, a través del jardín de rosas, a través del bosque. Los árboles verdes susurraban en el viento.

…Y entonces la encontré.

Una solitaria niña con trenzas doradas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario