viernes, 6 de abril de 2018
The Witch’s House The Diary of Ellen 4.4
Al día siguiente.
No pude ir a la casa de Ellen.
Me senté en mi cama, abrazando mis rodillas.
¿De qué tenía miedo? ¿La casa en lo profundo del bosque? ¿Cómo se sintió que alguien merodeaba allí? ¿Las rosas en el jardín que florecían sólo para ella? ¿Sus asquerosas, piernas hinchadas?
El cielo estaba nublado, reflejando mi corazón. Como si finalmente dando una excusa para no ir al bosque, lluvia comenzó a caer.
Observé la lluvia durante un rato, y luego finalmente, como si ahora estuviera aliviada, cerré las cortinas sin delicadeza.
Me recosté en la cama y cerré los ojos.
No sabía si era un sueño o mi imaginación.
La imagen de Ellen postrada en cama vino a mi cabeza.
Era Ellen después de que había renunciado a ir a su casa.
Sola en su habitación, Ellen esperaba por mi llegada.
Ayer no lo hubiera hecho ya que llovía. Pero estaba despejado hoy, así que probablemente vendría, ella pensó.
Así que esperó. Pero día tras día pasaban y no venía.
A Ellen le preocupaba que tal vez que me había pasado algo.
Pero después de días de espera, una semana, un mes. Yo todavía no venía.
Pronto, Ellen se dio cuenta de que la había abandonado.
Ya veo, Ellen sonrió, resignándose. Y ella en silencio lloraba a sí misma.
Me desperté sobresaltada.
Temblé. No fue por miedo. Era del shock, al darme cuenta de cómo la estaba lastimando.
Salí de la cama.
Salí corriendo de mi cuarto, de la casa.
La lluvia no era mucha, pero no había terminado. Aun así, corrí a lo largo de la tierra mojada.
–¡¿Viola?!
Padre, quien estaba ajustando un rifle de caza dentro de la casa, me llamo detrás por la sorpresa. Pero no me doy la vuelta.
Corrí, empapada por la lluvia. Mientras corría, recordé lo que dijo Ellen cuando nos conocimos por primera vez.
«¿No tienes miedo?», preguntó.
Ella dijo eso porque había visto personas que temían su apariencia.
Hasta ahora, ella había sido temida. Toda la gente mantuvo su distancia. Cada vez que esto sucedía, ella se desesperaba.
Le dije que no tenía miedo. Tal vez fui la única que le ofreció una mano.
…fui una tonta.
Pensar que temería a la enfermedad de Ellen incluso ahora.
Me mordí el labio, llena de vergüenza y del deseo de pedir disculpas a Ellen.
No recuerdo cómo llegué a su casa ese día.
Mientras corría, de repente me encontré en el jardín de flores rojas y azules. Para cuando llegué al jardín de rosas, la lluvia había parado.
Los pétalos empapados tomaban la luz del sol después de la lluvia, brillando.
Era tan hermoso, la depresión que sentí en este jardín ayer parecía como una mentira.
Cuando abrí la puerta del frente, el aire caliente en el interior se escapó. Respire el aroma, y mi tensión pareció evaporarse.
Subí las escaleras y abrí la puerta de su habitación.
Ellen alzo la vista con sorpresa.
–¿Viola?
Cuando vi su rostro, la niebla en mi corazón se disipo de una vez. Mi hundido humor volvió a la normalidad, y me senté en la silla a su lado.
Ellen miró mi ropa mojada con preocupación.
–¿Por qué? A pesar de que estaba lloviendo...
–Bueno... um...
No estaba segura de cómo expresar lo que sentía. Sentí que era diferente de una disculpa o vergüenza.
Yo no podía articularlo bien, pero pensando que era lo que realmente sentía, le dije:
–Porque te extrañé, Ellen.
Los ojos de Ellen se abrieron por la sorpresa. Pero pronto, sonrió como el florecer de una flor.
Ahh. Mira esa sonrisa.
Porque yo soy su amiga.
Porque soy el único amigo que ella tiene.
Fue entonces cuando juré:
Pase lo que pase, voy a estar con ella.
El gato negro se sentó junto a la ventana como es habitual, mirando fuera de la casa.
Afuera había una tela de araña, en la cual una mariposa fue atrapada.
Una hermosa mariposa con las alas de doradas.
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