viernes, 6 de abril de 2018

The Witch’s House The Diary of Ellen 2.1


Capítulo 2 ~ Despertar 






2.1


Mi padre y mi madre

No me amaban.

Así que los X.

He estado en esta casa desde entonces.

Pude ver patrones de belleza.

Curvas negras como la hiedra, o como la serpiente, decoraban el techo. A medida que mis ojos seguían los patrones, notaba lo regulares que eran. Me enterré en una cama blanda, miré hacia el desconocido techo.

Era como estar acostado en un lugar debajo del sol. A pesar de que estaba dentro, podía oler el exterior. El tenue aroma de las flores.

Que reconfortante. Apenas había despertado, y ya me sentía con ganas de volver a acostarme.

Pero ciertamente no haría eso.

En el rincón de mis pensamientos, una tranquila zona me preguntó:

¿Dónde estoy?

Empujada por la curiosidad, a regañadientes me senté en la cama.

Mi cabello color morado claro cayó sobre las blancas sabanas. Si, en lugar de una sucia manta, hermosas sabanas bordadas cubrían mi cama. Eran tan suaves, me resultaba difícil escapar del estado de ensueño en mi mente.

Miré alrededor de la habitación. Un cuarto cuadrado con una puerta. Yo estaba durmiendo en la gran cama en el centro de la habitación.

Era una habitación adorable.

El suelo cubierto por floreadas baldosas me llevó a pensarlo. Las paredes estaban perfectamente alineadas con el armario y las mesas, también. Todo parecía de un tamaño adecuado para mi estatura, eso me hacía pensar que todo estaba preparado sólo para mí.

El color rojo dirigió mis ojos a la mesa, sobre ella vi unas flores. Así que podía olerlas a pesar de que estaba aquí dentro.

“¿Arriba y a ello?”

De repente, escuché una voz familiar desde atrás y me gire hacía ella.

Miré a los rayos de luz que entraban por la ventana.

Había una gran ventana en la pared de color blanco leche, en el umbral se sentó un gato negro.

Vagamente reconocí a la figura del gato negro, y su voz de niño, es demasiado familiar.

Ayer por la noche. El frío callejón. Yo merodeaba con un cuchillo. El gato negro en el cerco. La conversación que tuvimos. Él vino a mí, luego desapareció. Sentía como si eso hubiera sido un sueño y esto era la continuación, hablé con el gato.

“¿Dónde estoy…?”

“Te lo había dicho, ¿No? Es tu casa.”

¿Mi casa?

Sentí que había dicho eso. Regresando a través de mi memoria, no encontré nada luego de haber asentido al gato. Supuse que perdí el conocimiento poco después, pero ¿Cómo llegue hasta aquí?

Me levante de la cama, entonces note que llevaba una blusa blanca con un buen entallado y una pieza roja.

¿Cuándo…?

Sin duda el gato negro no me había vestido, ¿Lo hizo?

Esto se está volviendo muy extraño, pensé. Me bajé de la cama. Mis pies descalzos tocaron el suelo pulido. Sorprendentemente no sentí ningún dolor en mis piernas.

Pise los floridos azulejos, acercándome a la ventana en la que estaba el gato.

Puse mi mano en la ventana. Con sólo esa acción, la ventana se abrió por sí misma. Una calmante brisa soplaba, acariciando mi largo pelo.

Afuera, pude ver muchos árboles grandes, con la luz del sol atravesando entre ellos.

Los pájaros cantaban y tuitean. Miré hacia el cielo.

A través de las densas hojas vivas, apenas podía discernir el claro cielo azul.

Estaba en el profundo bosque.

Lo que es más, esta habitación estaba bastante alto.

El viento era incesantemente, suave contra mi cuerpo. El crujido de las ramas resonaba como una susurrante bienvenida.

“Bienvenida, Ellen. Mi querida bruja.”

Absorbida por el sentir del viento, respondí con un par de segundos de retraso.

“¿… Bruja?”

“Correcto. ¿No te lo había dicho? Quiero hacerte una bruja.”

¿Había dicho eso?

Miré al gato dubitativo y parpadeo. Justo en ese momento, un mechón se balanceo hacía mi ojo.

Ayer por la noche, el gato negro había hablado sobre un montón de cosas anormales como comer almas y demonios, pero en ningún momento sentí que dijo la palabra ‘bruja’.

“¿En cuanto a lo que es ser una bruja? Bueno, ya lo descubrirás muy pronto”, bostezó, dispuesto a explicar o no querer molestar.

No quiero preguntarle mucho acerca de eso, tampoco.

En este limpio aire del bosque, sentí como si las palabras o los pensamientos eran positivos.

El gato negro se veía bastante lindo entonces, sentado en la luz del sol haciendo que su pelaje se vea grisáceo, con el viento soplando en él. Sin embargo su mirada era muy extraña la noche anterior, en la oscuridad, con sus ojos dudosamente relucientes.

Él me observo mientras hablaba.

“Hmm. Ya sabes, tienes una cara muy linda, Ellen. Justo como me gusta.”

Miré al gato, mostrando mi plano disgusto para que lo vea.

¿Qué es lo que está diciendo acerca de este horrible rostro? Tome mi mejilla para comprobar la hinchazón. Sin embargo me sorprendí al encontrar a mis dedos tocando una suave piel.

Continué sintiendo mi mejilla, con una sensación de malestar general que tal vez no debería de haber sentido. No es que tuviera una esperanza de estar equivocada.

Rápidamente miré alrededor de la habitación por ver algo en lo que pueda verme. Encontré un aparador y me asomé en el espejo.

Con mis ojos conocí mi reflejo.

Ella no tenía nada malo en el rostro o en las piernas –– estaba perfectamente sana.

Di unos pasos hacia atrás y miré por encima de mi cuerpo. No podía encontrar ni siquiera un rastro de la horrible, piel irritada. El único color rojo sobre mi cuerpo es de la gran cinta, mi única pieza, y mi boca colgando media abierta por el shock.

“Una especie de privilegio para las brujas”, dijo casualmente el gato negro.

No podía quitar los ojos del espejo. Toqué mi mejilla que siempre había estado hinchada y adolorida. Podía escuchar a mi corazón latir con fuerza.

¿Es esto un sueño? Está bien si lo es. Entonces no quiero despertar, si ese es el caso.

Sabiendo o no como me sentía, el gato negro agitó la cola, como si quisiera borrar a la soñadora niebla.

“El asunto es, que no puedes salir de la casa. Porque eres una bruja.”

Sus palabras pronto me arrastraron de vuelta a la realidad. La boca de mi estómago se sintió fría, y yo tímidamente pregunte.

“¿Yo… no puedo salir afuera?”

El gato ladeó la cabeza, con la mirada perdida.

“¿Entonces que puedes hacer? Estoy seguro que no es una casa aburrida, puedo decirte. Vamos, sígueme.”

Una vez que hablo, de repente oí el desbloqueo de la puerta. Me gire hacía la puerta abierta por la sorpresa, y el gato negro ya estaba sentado allí. Rápidamente miré nuevamente a la ventana. Sin embargo a pesar de que el gato había estado sentado allí, ya no lo estaba.

“¡Ahora, por aquí!”

Habló desde la puerta, a mis espaldas. Giro su cabeza y sacó su cola tentadoramente.

Parpadeé un par de veces, y luego seguí por detrás al gato negro.

Fuera de la habitación había un largo pasillo.

El sol transitaba desde las ventanas, calentando el suelo de madera.

Caminé varios pasos detrás del gato negro, cuyos pasos no hacían ruido.

El vestíbulo tenía pedestales colocados con intervalos fijos, decorados con flores rojas. Ellos son iguales a los que están en la habitación en la que dormía.

Los floreros llenos, tienen una forma de recipientes anchos. Los pétalos eran de un color que parecía apropiado llamarlo un profundo carmesí, plegado sobre sí para formar a de cada flor.

Sentí que el agua había sido sustituida recientemente. Los pétalos y tallos parecían tan vivos, cubiertos por el rocío.

Me tocó suavemente un pétalo, y mi dedo chupo un poco del agua.

“¿Qué estás haciendo?”, el gato negro se detuvo y hablo.

Corrí tras él y lo encontré en unas escaleras que bajaban al final de una sala. Alegremente se retiró, y yo lo seguí.

En la parte inferior de la escalera había una puerta.

Al abrir la puerta, me encontré con un gran comedor con una chimenea.

Sobre la mesa había cubriéndola un paño blanco, y sobre ella destacaban dos velas de oro. Las Teteras y tazas de té estaban bien ordenadas e iluminadas por la luz de las velas.

Las ardientes llamas de las velas rojas envían su calor a través de la habitación.

Al percibir un color vivo, mi mirada se dirigió a la esquina, y una vez más me encontré con esas flores rojas.

“Ahora, toma asiento.”

Después de que el gato negro hablo, la silla más cercana a la chimenea se deslizó sola.

Me senté en la silla mientras me insistió. A continuación el asiento de al lado se acerco solo, y el gato saltó sobre él.

Una vez que el gato y yo estábamos sentados, una tetera sobre la mesa comenzó a temblar. Entonces floto en el aire, y se inclino para verter su contenido en una taza de té. Un líquido de color marrón rojizo lleno la copa con un sonido agradable.

Simultáneamente, un terrón de azúcar salió de una recipiente transparente y cayó en la taza como si fuera sorbida. Luego de esperar una cuchara de té se levantó y agito el contenido de la taza.

Una vez que la cuchara se acomodó en su lugar, la mesa quedo silenciada, como si nada hubiera pasado. Me quede mirando la humeante taza de té delante de mí, estupefacta.

Me sorprendió, pero no fue nada terrorífico. Mi corazón estaba extrañamente tranquilo, probablemente a causa del olor de la bebida.

“Bebe”, insistió el gato.

Vi mi rostro en el reflejo de la bebida. Tomé la taza de té con mis manos y lentamente tome un sorbo.

“Esta bueno…”

Cálido. Dulce. Parecía que se filtraba por todo mi cuerpo. Aunque para ser honesta, antes de beberlo, el agradable aroma había abrumado mis pulmones –– pero eso era todo. Nunca había estado tan satisfecha por una bebida antes.

El gato negro parecía satisfecho con mi reacción y habló con orgullo.

“No te preocupes por pasar hambre aquí. Tampoco por congelarte, ‘por supuesto’.”

Como si trabajara al unísono con el comentario del gato negro, la chimenea detrás de mí se iluminó.

Mi mente seguía confusa. Como si tomara aquellas palabras, su sabor rodaba alrededor de mi boca.

“¿Cómo se llama esto?”

Le pregunté el nombre de la desconocida bebida.

“Es té negro.”

“Té…”

Miré hacia abajo a la taza de té que calentaba mis manos.

Todo lo que había tenido para beber antes era agua impura y sopa diluida. Ni siquiera sabía de la existencia de tal deliciosa bebida.

Mientras yo preguntaba, miré a las flores en la esquina de la habitación.

“¿Cómo se llaman esas flores?”

“¿Cuáles?”

“Aquellas.”

Señale a las flores rojas.

El gato se dio la vuelta para enfrentarse con ellas, y luego se volvió.

“Oh, son rosas. ¿No las conoces?”

“¿Rosas?”

Al igual que antes, repetí esa palabra en mi boca.

Rosas. Tenía un sonido maravilloso.

… Hay tantas cosas que no sé, pensé.

Todo ante mis ojos era coloridos. Era una extraña sensación. Llegue a conocer algo que no sabía. Por alguna razón, le agradó a mi corazón.

Estaba aturdida por todos y cada cosa feliz que se me presentaba. Y también empecé a aceptar la forma de vida en esta casa.

Click.

De repente, se abrió una puerta que no era por la que yo había venido. Me gire a mirarla con sorpresa y vi a alguien entrar, empujando un carro de cocina.

Cuando lo vi, casi se me cayó mi taza de té.

Era un hombre grande, fácilmente tenía unos seis pies y medio de altura. Lo preocupante era que no tenía cabeza. Su piel estaba cubierta con remiendos, como puntos de sutura en todo su cuerpo. Vestía un pantalón negro en sus piernas que apuntaban a su espantosamente grande parte superior.

“¡Rayos, no la asustes! No puedes venir de esa manera.”

Fui capaz de calmar mi miedo gracias al gato negro que hablaba sin preocupación con el hombre. El hombre se encogió de hombros a modo de disculpa, se veía bastante patético.

“Este es nuestro cocinero”, explicó el gato, y lo miré de nuevo.

El pequeño trapo sucio que llevaba puesto era un delantal, me di cuenta. No parecía apropiado en absoluto para un gigante musculoso.

“¿La comida está lista?”

El cocinero hizo un gesto a la pregunta del gato y empujó el carro de cocina hacía mí.

Había un plato en el vagón con una cubierta de plata en la parte superior. El cocinero coloco cortésmente el plato y la cubierta sobre la mesa frente a mí.

Quitó la cubierta de plata. Y cuando lo hizo, algo llego a mis ojos y oídos ––

“¡E–espera! ¿Qué demonios es esto?”

–– El gato negro esta histérico, había una sopa de un verde fangoso.

No era sólo el color de la sopa, lo que era extraño. Los cubiertos grises, también tenían una forma irregular, y parecían estar hechos de piedra.

De repente, una figura negra saltó sobre la mesa perfectamente ordenada.

Me quedé mirando fijamente a la sopa con burbujas apareciendo y desapareciendo en ella.

“¡Caray! ¿Qué estás tratando de servirle? ¡Te dije que la recompensaras y todo!”

El gato se quejó, y el cocinero torció su grueso cuello.

“¿Huh? Eso es raro. ¿Pensé que le gustaría esto?”

No sé de dónde venía la voz, pero era baja y difícil de descifrar.

Los bigotes del gato se movieron hacía arriba.

“Ugh. ¿En serio te confundiste como la última vez? Este tipo… sólo asegúrate de que sea algo normal. MUY normal. ¡Otra vez!”

Torció el cuello todo el tiempo, el cocinero recogió el plato y empujó el carro de cocina hacía atrás.

La puerta al cerrarse hizo un eco, y el gato habló por medio de un suspiro.

“Hombre, ya salió con algo raro… lo siento, espero que puedas perdonarme.”

¿Perdonarlo? Negué con la cabeza en silencio. Mi estómago estaba bastante satisfecho con el té, y no sentía mucha hambre. Pensé que inclusive podría haber comido esa extraña sopa, pero no dije nada.

El gato continuó murmurando quejas.

“Ese tipo es un inútil, te lo digo. La última lo dejó atrás, después de todo.”

… ¿La última?

–– Le pregunté, eso había despertado mi curiosidad.

“¿Alguien vivió aquí antes?”

“Así es.”

“Y… ¿Era una bruja, también?”

“Sí”, el gato asintió. Luego parecía haber recordado algo con sus ojos mirando a la distancia.

“Nadie ha vivido en esta casa desde hace micho tiempo. Realmente, reaaalmente mucho tiempo.”

¿Era así?

Miré alrededor de la habitación.

Incluso si nadie hubiera vivido en ella, parecía muy bien preparada para aceptarme.

Se sentía como si las moquetas en todas las habitaciones y el mantel no eran nuevos, pero se habían conservado y utilizado con mucho cuidado durante muchos años. Y esas flores rojas parecían tener el agua cambiada, también.

Recordé el toque de la gota de agua en mi dedo.

“Así que la casa está realmente contenta de que estés aquí, también”, dijo el gato, saltando en su lugar.

Una casa que revive cuando alguien vive en ella. ¿Hay casa como esas? Aunque absolutamente no es normal, me parecía una descripción apropiada.

A medida que iba pensando bebía el té, el gato negro de repente alzó la voz, como si tuviera una gran idea.

“Oh sí, hay un lugar mejor. Déjame que te lo muestre.”

Sin esperar a mi respuesta, saltó de la silla. Rápidamente me bebí el resto del té y lo seguí.

Le pregunté mientras subíamos las crujientes escaleras.

“¿No es por aquí por dónde venimos?”

“Sep. Pero todo está bien.”

El gato negro había abierto la puerta por la que entramos al comedor, y subió por las escaleras que habíamos bajado. Estaba un poco confundida, pero lo seguí.

En la parte superior de las escaleras, me encontré con un pasillo que se sentía totalmente diferente a los anteriores. Me di la vuelta y de repente no había más escaleras, sólo una pared blanca.

“¡Por este camino!”, el gato me llamo desde el pasillo. Había viajado bastante lejos mientras yo observaba la distancia.

¿Simplemente era precipitado, o él en tenia poderes extraños?

Puse mi mano en la pared que antes era una escalera, luego me apresuré hacía donde está el gato.

El gato negro se detuvo frente a una gruesa puerta.

Ábrela, dijo con mirada. Tomé el mango de oro macizo y lentamente la empujé.

La puerta se abrió con una agradable sensación de pesadez.

Dentro de la habitación había largas filas continuas de estanterías. Una fila tras otra, no podía ver el final de ellas. Las paredes estaban llenas de estantes, llegando tan alto como el techo.

Muchos libros abiertos de diversos colores yacían en el suelo. No estaban envueltos en polvo, se sentía como si alguien los hubiese usado hace poco.

Era una habitación que llevaba a la quietud del interior en un día lluvioso.

Me convertí en una aficionada a esta habitación con solo una mirada.

Quizás notando esto, el gato negro hablo como un guía turístico.

“Tenemos un montón de libros aquí. Historias de una gran cantidad de tierras, historias de muchas personas. Historias de interés e inútiles. Nuestras historias, y sus historias.”


Caminé entre las estanterías como si estuviera entrando a un laberinto.

Los estantes tenían los libros grandes y pequeños perfectamente alineados, esas cubiertas abarcan el espectro del libro. Y todos los libros parecían estar esperando por mi llagada en cualquier momento.

Mientras corría sobre las encuadernaciones con el dedo, me sentí tentada. Antes de que pudiera expresar mi preocupación, el gato negro habló a mis pies.

“Ellen. ¿No puedes leer?”

Bajé la vista hacía él, sorprendida.

Estaba en lo cierto.

“Te voy a enseñar. Ven conmigo.”

Rozó su cola contra mi tobillo y se dirigió hacia la parte trasera de la sala. Lo seguí.

En el fondo de la habitación había una larga mesa de madera y una silla.

Sobre el escritorio había un papel de color claro, un frasco tapado de tinta, y una pluma; todos los implementos necesarios para escribir.

Me senté en la silla que salió por sí misma.

“Bueno, vamos a ver, que debo enseñarte primero…”

El gato saltó sobre la mesa y comenzó a tararear. Él parecía estar disfrutando más que yo.

Sentí el olor de la tinta en el área, y encontré a las rosas en el alféizar.

Esas flores otra vez. ¿Están en todas las habitaciones?

–– Pregunté, sin apartar los ojos de las rosas, “Acerca de las persona que vivió aquí antes...”

“¿Hm?”

“¿Le gustaban las rosas?”

Él siguió mi mirada hacía las rosas.

“Sí”, y luego se giro hacía mí, él dijo “Vendrás, también.”

“Está bien”, asentí con la cabeza.

En verdad, ya estaba empezando. Sentí algo que venía de esas rosas que se grabaron en mi corazón y no lo dejaban ir. ¿Me pregunto por qué hacían que mi corazón lata tan rápido?

No sabía en ese momento. Esas rosas, para una bruja, son como la carne y la sangre. Y que sus viñas sirven como armas para tomar la vida de las personas.

“Vamos con ‘Ellen’.”

Rompiendo con mis pensamientos, miré al gato.

“Va a ser tu primera palabra. Aquí, así es como se escribe tu nombre.”

Mientras hablaba, la pluma se levantaba. Tocó la tinta, luego giro y bailo alrededor del papel, dibujando letras lisas.

“Ellen.”

Miré mi nombre como si fuera a comerlo. La pluma llegó a mi mano derecha y perdió la fuerza para moverse.

Particularmente no estaba sorprendida por una aparición más.

Agarré la pluma y escribí las letras. Mi mano temblaba un poco. Seguramente, pensé, porque esto era un primer paso memorable en mi aprendizaje.

En la esquina de mi visión, un pétalo cayó de la rosa.

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