jueves, 22 de marzo de 2018

Iris en Días Lluviosos 2.4




DÍA 83

El día de hoy comenzó como cualquier otro.

Despertamos porque el inspector tocó a la puerta en la mañana, salimos del almacén como hormigas, formando una fila para realizar nuestro trabajo monótono y mundano.

El incidente sucedió en la tarde. Cuando sonó la sirena que indica el final de la hora del almuerzo, Lilith y yo estábamos a punto de detener la conversación.

— Iris.

La mirada de Lilith se aguzó de repente.

— ¿Qué pasa?

— Mira eso.

Hizo una seña con sus ojos entrecerrados.

— Ah...

Siguiendo la mirada de Lilith, observé la estación de monitoreo, y vi a "ese hombre" parado allí. Es un "VIP de los cuarteles generales" que ese día estaba dando órdenes al inspector. Sostenía un teléfono.

— ¿De qué está hablando?

— Quién sabe…

Después de que el hombre terminó su llamada telefónica se produjo el sonido de un ruidoso escape de motor en el sitio de construcción. Después de mirar a detalle, vi un auto mucho más grande que el camión utilizado para mover los materiales de desecho, estacionado en la cuesta frente al sitio de construcción en los "intestinos". Una extraña atmósfera rodeaba al auto negro, su estructura sólida recordaba los autos blindados de la policía.

— ¡Deténganse!

Sonó el grito del inspector, y los más de cien robots detuvieron sus movimientos al mismo tiempo.

— ¡Ahora, a los que nombre, que se reúnan en los "intestinos"! Números Dos, Seis, Siete, Nueve…

El inspector dijo los números como si estuviera leyendo una lista de admisión.

— Trece, Dieciséis, Diecisiete…

— El número Quince, Volkov, fue omitido.

— ¿Qué está pasando…?

Miré a Lilith, mientras que ella negó con la cabeza. Después de eso, el número de Lilith, "Treinta y Ocho", también fue omitido.

Observé con calma el repentino incidente.

— Noventa y Seis, Ciento Dos, Ciento Cinco, Ciento Once… —Mi número de identificación: "Ciento Ocho" fue omitido igualmente. No sé lo que significa eso.

— Ciento Quince, Ciento Dieciocho. ¡…Eso es todo! ¡Reúnanse de inmediato a quienes nombré!¡No pierdan el tiempo!

El número total de robots nombrados fue de cuarenta y uno, casi un tercio de los presentes.

En menos de cinco minutos, cuarenta y un robots se alinearon frente al auto grande. Parecía una fila de espera delante de una tienda popular.

— ¡Bien, vamos a empezar!

Gritó el inspector, entonces la puerta del auto negro se abrió. Después de que ésta fue levantada, el enorme "rodillo" giró en ella mientras hacia un ruido de golpeteo. La escena me recordó a los camiones de recolección de basura moviéndose por la ciudad. Es sólo que el auto frente a nosotros era unas cuantas veces más grande que esos.

El primero en ser llamado fue el número Dos. El robot cuadrúpedo parecía un caballo dando zancadas, moviendo su cuerpo con ritmo hacia al frente del inspector.

— Entra.

Después de que terminó de decir eso, el inspector apuntó con su pulgar al auto detrás de él. La mandíbula de metal estaba haciendo sonidos de golpeteo y esperaba al robot sin dejar de girar. Por un instante, pareció que el número Dos no sabía qué hacer, miraba silenciosamente al inspector.

— ¡Apresúrate! ¡Es una orden!

Al escuchar sus gritos furiosos, el cuerpo del número Dos se congeló como si hubiera sido golpeado por un rayo. Después de eso, sus cuatro patas caminaron de manera poco natural hacia el rodillo.

— ¿…Estás bromeando?

No pude evitar decirlo, y en ese momento, el número Dos dio su primer paso hacia el rodillo.

Justo en ese instante.

Se produjo el sonido chirriante de los metales en contacto, y las cuchillas del rodillo amputaron la pata anterior del número Dos. Después de eso, ésta fue cortada en pedazos y succionada dentro del

auto. Como una placa de metal procesada a presión, la parte superior de su cuerpo fue aplanada lentamente. La cruel mandíbula de acero hizo un ruido chirriante, haciéndolo pedazos.

Conmocionada, miré la sentencia de muerte que no tuvo aviso previo. Todos se detuvieron.

Finalmente, el rodillo tragó la parte superior del cuerpo del número Dos, mientras parecía que estaba cabeza abajo, sus patas posteriores apuntaban hacia arriba. Entonces, éstas también hicieron ruido, el sonido chirriante que era como alguien masticando grava se comprimió, unos cuantos tornillos y tuercas salieron de un salto, como si estuvieran siendo tragados por un demonio negro. Pasaron menos de diez segundos desde el momento en que el número Dos dio su primer paso hacia adelante y hasta que su cuerpo desapareció completamente. Pero a mis ojos, fue como si la escena hubiera sucedido en cámara lenta.

Nunca hablé con número Dos.

Aun así, lo veía andando en estos tres meses, es por eso que al menos sé que, entre los más de cien robots, "su" número de identificación es el Dos. Es del tipo de cuatro patas, producido en masa y viejo modelo HRP006.

Había desaparecido por completo. No podremos encontrarnos otra vez. Ese miedo patético causó que mi cuerpo comenzara a temblar.

— ¡El siguiente, número Seis!

Cuando el inspector gritó, el cuerpo del número Seis se estremeció.

También conozco al número Seis. Es del tipo de canal continuo como yo, sin cabeza, pero tiene ajustes visuales parecidos a un telescopio instalados en su pecho, es un robot de un modelo bastante viejo. Nuestro único punto de intersección fue la vez en la que tropezó con un montón de fango, chocando conmigo. Esa vez, me dijo reflexivamente "lo siento", y su voz electrónica era bastante parecida a la mía.

Esa ocasión fue la única vez en la que nuestros caminos se cruzaron.

Sin embargo, aunque nuestra relación termine de este modo…

— ¡Entra! ¡Es una orden!

Número Seis extendió sus brazos como si estuviera presentando un tributo. Al instante en que sus dedos tocaron el rodillo, toda su mano fue hecha girar hacia dentro de una sola vez, aplastándose en el golpeteo metálico y los sonidos chirriantes. Cuando su brazo fue enrollado hasta el hombro, su cuerpo se levantó de un salto, como el de número Dos hace un momento, con la postura inclinada y girando su canal continuo dentro del auto. No mucho tiempo después, pequeñas partes fueron arrojadas del automóvil como si estuviera escupiendo semillas al comer una fruta.

Luego de unos cinco segundos, número Seis desapareció.

— ¡El siguiente, número Siete!

La sentencia de muerte continuó. Aunque no lo dijeron, sabemos que este es el proceso para convertir en chatarra a los robots viejos e ineficientes. El número Dos de cuatro patas, el número Seis del tipo de canal continuo, y el número Siete que acaba de ser llamado, últimamente no lo estaban haciendo muy bien. Sus movimientos eran lentos y soltaban los materiales de desecho, por lo que el inspector les gritaba con frecuencia.

— ¡El siguiente, número Nueve!

El demonio negro rugía con fuerza, tragando continuamente a los robots. Aplastaba sin piedad sus cuerpos y miembros, y a veces escupía fragmentos de ellos. Pedazos de "comida" estaban acumulados en el fondo del auto.

La sentencia de muerte lamentable continuó hasta que quedó el último robot.

— ¿¡Qué pasa!? ¡Apresúrate y entra!

El último robot, número Ciento Dieciocho, se paró frente al auto. Llegó incluso más tarde que yo al sitio de construcción, era muy lento y del tipo de dos piernas, paseaba con miembros como los de una persona enferma. Incluso si los otros robots lo tocaban ligeramente, caía al piso. Sin embargo, no era su culpa, obviamente era debido a su falta de mantenimiento antes de esto.

— ¡Oí, número Ciento Dieciocho! ¿¡Qué pasa contigo!? ¡Es una orden!

Al escuchar la voz impaciente del inspector, el cuerpo del número Ciento Dieciocho se sacudió violentamente.

Después de eso, todo su cuerpo convulsionó, y se puso en cuclillas mientras abrazaba su cabeza con sus delgados brazos.

— ¡Oye! ¿¡Qué estás haciendo!? ¡Ponte de pie, número Ciento Dieciocho! ¡Es una ord…!

En ese momento.

Número Ciento Ocho saltó como una pelota de goma y comenzó a huir rápidamente.

—¿¡Qué…!?

El inspector quedó estupefacto. De acuerdo a lo que sé, es el primer robot que se atrevía a ignorar las órdenes y huir en público. Probablemente a causa de que su circuito de seguridad estaba funcionando mal, número Ciento Dieciocho se rebeló contra los humanos y se alejó corriendo de nosotros con inestabilidad pero rápidamente. Bajó corriendo la pendiente por su libertad.

Sin embargo, el inspector no lo persiguió ni ordenó que los otros robots lo hicieran. Fue porque el número Ciento Dieciocho ya había escalado la valla de acero que rodeaba el sitio de construcción.

—¡Ahh, no funcionará por ese lado!

Número Ciento Dieciocho escaló la tela metálica de cinco metros de alto. En el instante en que su mano tocó la valla de acero con púas, emitió humo y volaron chispas, entonces número Ciento

Dieciocho cayó de la parte superior de la alambrada. Una corriente de alto voltaje embistió su cuerpo.

Al caer en el suelo, maldijo mientras se levantaba frenéticamente. Sin embargo, su cuerpo temblaba como si estuviera paralizado, obviamente a causa de un corto circuito interno, causando que no pudiera mover bien su cuerpo.

Finalmente, un robot lo hizo acatar las órdenes del inspector. Entonces, lo cargó como si estuviera llevando material de desecho, trayéndolo de vuelta en silencio. Esta es una escena que se repetía miles de veces. La única diferencia era que esta vez, número Ciento Dieciocho, que estaba siendo cargado, gritaba “¡No, no, no quiero morir!”.

Al ver su expresión, no pude evitar pensar en las locas acciones suicidas que intenté en el laboratorio de investigación de la residencia Umbrella. El miedo abrumador y el nerviosismo que atacan a una persona en el momento de enfrentar a la muerte. “¡No, no quiero morir!”— ese es un fuerte deseo por sobrevivir.

— ¡E- erm!

Cuando entré en razón, grité fuertemente. Yo no estaba segura en absoluto de si quería salvar al número Ciento Dieciocho. Es sólo que no podía evitar gritar después de verlo sollozar.

Aun así…

Cuando estaba a punto de mover mi canal continuo y avanzar, alguien me agarró por detrás con una fuerza sorprendente, haciéndome caer con brusquedad.

— ¿Eh?

Levanté la cabeza sólo para ver a Lilith de pie ante mí. Alzó las cejas con sus ojos redondos, tenía una expresión aterradora que no había visto antes y decía con voz con aguda:

— ¡No te muevas! — Estando derribada, la miré sin comprender. Una expresión de tristeza apareció en su rostro rápidamente, y añadió con voz temblorosa: — Te lo ruego, por ahora, sólo quédate en silencio… — después de eso, no hablé de nuevo.

Número Ciento Dieciocho fue llevado frente al auto y arrojado en él. El ejecutor de metal abrió sus fauces, masticando lentamente la parte inferior del cuerpo del robot, como si estuviera probando un manjar. Durante el proceso, los gritos de agonía hicieron eco en todo el sitio de construcción, perforando los tímpanos de las personas. Finalmente, número Ciento Dieciocho murió.

Después de que el demonio tragó a los cuarenta y un robots, sólo quedó una gran cantidad de residuos.

Después de eso, el inspector nos ordenó que continuáramos nuestro trabajo. Lo primero era limpiar las entrañas y los restos de nuestros compañeros.

Trabajamos sin hacer ruido. Lilith y Volkovse agachaban silenciosamente, recogiendo lo que quedaba de nuestro compañeros y que apestaba a aceite de máquina.

Recogí los lentes visuales de número Ciento Dieciocho. Éstas se hicieron polvo repentinamente y sin realizar ningún sonido, desapareciendo en el viento.

Esa noche, decidimos escapar.






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