lunes, 11 de junio de 2018
Shuumatsu Nani Shitemasu ka? Isogashii desu ka? Sukutte Moratte Ii desu ka? vol5 cap3.2
Las Huellas del Fin
Algunos invitados más bien inusuales llegaron al almacén de hadas: Un Orco vistiendo un traje a la medida y unos hombres bestias musculosos, probablemente sus guardaespaldas.
[¿…Puedo preguntarles a los caballeros quiénes son?]
[Mis disculpas. Tome.]
Naigrat aceptó la tarjeta que le entregaron, dándole un vistazo, y endureció su expresión. [Hablemos afuera.]
[¿Oh? ¿No podemos entrar? Escuché que eres la única encargada de este almacén. No hay nadie que pueda escucharnos, ¿correcto?]
[Hablemos afuera.] Naigrat lo repitió firmemente. Ella lanzó su bata de exteriores sobre sus hombros y camino fuera del vestíbulo, pasando al Orco con sus hombros encorvados. [Caminaremos por la ciudad. Está bien con usted, ¿correcto?]
[Claro, tienes alguna recomendación.]
[No hay mucho que escoger en este país.] Con una cara calmada, Naigrat empezó a caminar, y el hombre la siguió.
[¡…Esto es sospechoso!] Collo, sentada arriba de un árbol que crecía al lado del almacén de hadas, lo dijo mientras los observaba irse, usando su mano derecha como un visor.
[Este es la primera vez que veo a Naigrat haciendo esa cara.] Panival murmuro, sentada al medio del árbol con su espalda contra el tronco.
[No parece que sean tan importante que Naigrat tenga que actuar así de formal.]
[Hm. Siento que es algo más.]
Collon y Panival inclinaron sus cabezas en confusión.
[Bajen ustedes dos… ese árbol es muy peligroso así que no se suban, es lo que dijeron nuestras mayores, ¿no?] Lakish, subida en una gruesa rama más abajo, le imploro al par arriaba.
[¡Naciste como una mujer, tengo una meta alta!] Collo señaló al cielo y puso una pose sin significado.
[Para nosotras las hadas, mantener la agilidad es muy importante. Esta es una parte de nuestro entrenamiento especial.] Panival salió con algo sin sentido.
[Ese no es el problema… si alguien nos encuentra seremos regañadas.]
[Eso sería desfavorable. Si sucede, tendremos que dejar a Lakish atrás y correr.]
[¡Sí, te dejamos la limpieza a ti!]
[Así que eso significa que…] Lakish respondió, medio llorando y medio riendo.
[¡¡Hey, ustedes dos!!] Noft les grito desde una ventana en el segundo piso. [¡No se suban al árbol hasta que realmente estén asustadas! ¿¡Cuántas veces se los he dicho!?]
[Se los dije chicas.] Lakish lo dijo, casi llorando ahora.
[¡Con el fin de conocer el miedo, debemos subir!] Collon lo declaró con su pecho inflado, completamente fuera de cuestión.
[Naigrat salió con algunos invitados.] Panival forzosamente cambió de tema en la misma voz indiferente.
[¿Invitados? ¿Quién?] Pregunto Noft.
[Nunca los había visto antes. Naigrat estaba calmada, con la cara seria, algo inusual en ella.]
[¿Calmada y seria?] Noft, arrugando su frente, se volteó al centro del cuarto en el que estaba parada. [¿En qué piensas, Lan?]
[No vi su cara, así que no puedo decirlo.]
[Cierto, pero ¿el que no recuerdes nada no es algo desagradable?]
[Lo es.]
Pasa que cerca de 7 u 8 años atrás. Quizás Collon y las otras no lo recuerden, o quizás nunca se enteraron, pero Noft y Lantolq lo recordaban claramente.
Al mismo tiempo, había una organización de Orcos criminales. Entonces, una noche, de pronto desaparecieron. Ni Noft y mucho menos Lantolq sabían qué paso en concreto. Ellos les enseñaron que los niños dormían en la noche, y que no tenían el coraje para oponerse a eso. Si ellos profundizaban en sus débiles recuerdos de esa noche, podían arreglárselas para recordar ese lejano rugido de las Bestias que era más alto de lo usual, nada más y nada menos.
Al siguiente día, la forma en que los residentes de la isla veían a Naigrat cambio completamente, en lugar de verla como una querida vecina, la trataron como un feroz depredador. Lo que causo tal drástica transformación, Noft y Lantolq no lo sabían, y tampoco querían saberlo.
Lantolq cerró el libro que había estado leyendo y suspiro. [Mientras la historia no se repita, estoy segura que las cosas estarán bien.]
En el centro de la ciudad, en el restaurante usual. Sin otros comensales a la vista.
Luego que a todos les trajeran sus bebidas que ordenaron, el mesero, temblaba violentamente, echándose detrás del mostrador.
[Para no complicarnos.] El Orco lo dijo, apoyándose hacia adelante con una sonrisa en su cara. [Miss Naigrat. Vinimos para robarla a usted.]
[…Así es eso.] Naigrat respondió tranquilamente y tomó un sorbo del té. Amargo y horrible. Resistiendo la urgencia de escupirlo, ella regreso su copa a la mesa.
[Vi tu trasfondo. Estoy muy sorprendido. El número de aptitudes que obtuviste en la academia a tan joven edad, tus notas… eres un personal de gran nivel, no hay duda. Pero, Orlandri desperdicia a tal preciado recurso en este lugar en medio de la nada.]
[…Gracias.]
Ah, eso es, Naigrat lo recordó. El camino en el que una vez ella estuvo de alguna manera era de élite. Obtuvo unas aptitudes útiles, contrajo un trabajo en una gran compañía de trato, firmemente ganó eminencia, hizo dinero, conoció a una maravillosa persona… ella una vez soñó con una vida deslumbrante, e incluso se dio cuenta de entremedias. Sin embargo, se vio involucrada en una lucha interna de autoridad de la compañía y, como resultado, la enviaron a una posición absurda en la frontera. Luego de eso, su humor se hizo un poco inestable por el shock de descarrilarse repentinamente de su anterior vida estable. Los niños en el almacén al mismo tiempo se asustaron de mí, es lo que pensó con una ligera pista de nostalgia.
[Somos diferentes. Sin más que decir, planeamos darle un trato especial a tus habilidades.]
[Bueno, gracias. Pero ¿por qué yo?]
[Siendo tan sabía cómo eres, estoy seguro que puedes asumirlo. Particularmente valoramos mucho tus habilidades y la experiencia de seguir con las peligrosas armas Leprechauns, las armas definitivas de la Guardia Alada y Orlandri.]
Naigrat concentró su voluntad para suprimir su mano, la cual trataba de atacar en cualquier momento.
[Luego de ver las barracas con mis propios ojos, mi honesta impresión es… ¿en qué puede estar pensando Orlandri? Se ve casi como un establo. Para mí, parece que Orlandri y la Guardia Alada, a pesar de confiarle sus vidas a las Leprechauns, difícilmente le asignarías fondos a todo esto.]
[Estoy segura que tiene sus propias circunstancias allá arriba.] Naigrat respondió con calma.
Desde luego, Naigrat conocía esas circunstancias. Sin embargo, no tenía la intención de explicar los detalles a los hombres al frente de ella. Además, probablemente ya lo hayan visto solos. No había necesidad de hablarlo.
[Sí, es como dijiste.] El Orco asistió felizmente unas veces. [Y debido a esas circunstancias, pronto abandonaran su monopolio en las Leprechauns. Al tiempo que las otras organizaciones además de la Guardia Alada que puedan obtener esas poderosas armas será por nosotros. La compañía que lleve a las Leprechauns a su más grande calidad nos llevara a una nueva era.] Él esparció sus manos, continuando energéticamente. [Nosotros, la Federación Mercantil Elpis, tomará el asiento de Orlandri. Eres necesaria para eso. Nos preparamos para darte la bienvenida con un trato de primera clase.]
[Me alaba mucho. Gracias.] Naigrat respondió casualmente, sin una sonrisa amigable en su cara. [A propósito, si yo rechazara esta oferta, ¿qué planeas hacer?]
[Bueno, hablando hipotéticamente, claro está…] El Orcho tronó su mentón. Los hombres bestias sentados a su izquierda y derecha se pararon. [Ellos son hábiles logrando que una mujer obedezca un deseo. Sin embargo, personalmente no prefiero ese método. Por favor no tomes una decisión tonta.]
[¿Oh?] Naigrat vio a los hombres bestias – entonces, por primera vez durante su plática, sonrió. [Mis disculpas. No puedo soportar a las personas cuya carne no se ve deliciosa.]
[Verdad.]
En un pestañar, la cara del Ogro se puso muerta. A sus órdenes, uno de los hombres bestia empezó a moverse. Pateó la mesa, luego, extendió su brazo derecho, hinchado como un gordo perrito, sujeto el cuello de Naigrat. Tomando esa posición, gradualmente apretó su agarre.
Desde atrás del mostrador, el mesero dejo salir un gritillo.
[Ah, qué descortés de nosotros.] El Orco giró al mostrador y hundió los hombros. [Me temo que hicimos algo de ruido. Le pagaremos el costo de las mesas y sillas rotas al doble del precio.]
[Qué generoso de ti.] Naigrat lo remarcó.
[Las negociaciones importantes se consiguen con los fondos apropiados. Aquellos que rechazan la ayuda nunca obtendrán una vida larga. Somos diferentes a, ¿Orlan… dri?]
La cara de Naigrat siempre se mantuvo calmada. El Orco por fin lo noto. No podía ser posible. ¿Cómo una delicada sin marcas podía mantenerse calmada mientras estaba siendo estrangulada con la fuerza de una persona bestia? Su respiración pronto se detendría, y ella ya no podía hablar. La estupefacta mirada del Orco se cerró a esas objeciones.
[¿Por qué tan sorprendido? Investigaste mi perfil, ¿no es verdad? Sabes que soy un Troll.]
[B-Bueno, sí, pero…]
[¿No sabes de qué tipo de raza son los Trolls? ¿Descubriste que no somos tan asustadizos como la mayoría de sin marcas que tienen débiles cuerpos?] Naigrat no podía decir si la estúpida cara del Orco lo confirmaba o negaba. [Pensé que más bien era un hecho conocido. Solo somos un poco más duros y más fuertes que otros. Si realmente tratas de reclutar a alguien, deberías estudiarlo apropiadamente, ¿de acuerdo?]
Con una sonrisa animada, Naigrat puso una mano en el brazo del hombre bestia que agarraba su nuca. Su dedo gradualmente se hundió en esa masa de músculos de acero. El hombre bestia grito.
[…Oh, dijiste que ibas a pagar por todo lo que se rompiera al doble, ¿cierto?]
[¿Eh? Ah… ¿eh?]
[En ese caso, puedo estar tranquila.] Naigrat se volteó al corredor, al mesero que temblaba violentamente. Por fortuna, él conocía bien del tipo de raza que son los Trolls, por lo que Naigrat descubrió que él lo entendió. [Dile al propietario, cuando el abrió, yo vine a celebrar.]
La confusión se mostraba en los ojos del Orco. ¿A qué se refiere con ‘abrió’? Ellos se lo preguntaban. Sin embargo, esa pregunta nunca se puso en palabras, ni necesariamente salió. La respuesta estaba justo en frente de sus ojos.
Golpe. El Troll ligeramente movió su brazo. No parecía que puso mucho poder en esa acción, pero uno de los hombres bestias salió volando por el aire, colisionando con otro hombre parado a su par dando que volaron juntos. Unas de las robustas y gruesas tablas de madera colapsaron y se hicieron trizas como si fueran frágiles esculturas de vidrio.
[¿Huh?]
Con fieros rugidos, los otros hombres bestia saltaron al Troll. Sus mentes ahora descubrieron que la persona enfrente de ellos no es una mujer asustadiza, sino un terrorífico monstruo. Juzgando que ella no podía derrotarlos a todos en términos de pura fuerza, le tomaron sus brazos y trataron de tirarla al piso. De lograrlo, ella no sería capaz de librarse con pura fuerza.
[Oh, que pasión.] La Troll movió otra vez su brazo.
Otro de los hombres bestia salió volando, esta vez directo al techo, primero la cabeza. Su diferencia en físico. Su diferencia en nivel de artes marciales. Todos esos elementos usualmente producían una drástica diferencia en el campo de batalla pero no parecía ser de utilidad para los hombres.
[A-Ah…] El Ogro se desalmo y cayó al suelo.
Viendo esa figura, la Trol dejo salir una gentil, amable y una encantadora sonrisa terrorífica.
Un grito. Un lamento. El sonido de romper. El sonido de aplastar. Otro grito.
[Escuché el reporte.] La cara del Reptrace que era difícil de leer se veía por el intercomunicador de cristal, pero de alguna manera se veía desagradable. [Parece que hiciste todo un lio.]
[Fue su culpa.] Naigrat respondió despreocupadamente. [Ellos trataron a nuestras preciadas niñas como herramientas. Merecen morir 100 veces. Oh, además, un gran hombre trato de hacer que una mujer lo obedeciera a la fuerza. Si piensas en ello, también se merecen un pequeño castigo, ¿no?]
[Eres la única que piensa de esa forma.] Limeskin resoplo. [Da igual, hay algo que debo decirte, y algo que debo preguntarte.]
[¿…Huh?] Nagrait frunció el ceño. [Si tienes algo que decir, te escucho ahora, y si tu petición es algo que pueda hacer, dalo por hecho.]
[Tenemos una peste.]
¿Peste? ¿…Nos están escuchando? ¿Nuestra conversación en este comunicador de cristal? ¿Por quién? ¿Cómo?
El cristal por el que hablan existe por el específico propósito de facilitar el contacto entre la armada y la compañía de trato. Si otros pudieran escucharla fácilmente, todo sería inútil. ¿Era posible que lo escucharan? Y si es eso, ¿significa que se pudo terminar? Naigrat no podía ver señales de pánico en la cara de Limeskin (probablemente). En otras palabras, que los escucharan en sí no presentaba daños para ellos.
Entonces, Naigrat lo comprendió. Ah, se refería a eso. Como lo pensó, su línea de comunicación no podía ser fácilmente espiada desde fuera. La respuesta, entonces, era simple: alguien más estaba escuchándola internamente. La ‘peste’ pertenecía a la Guardia Alada, y estaba justo a la par de Limeskin. La Guardia Alada no tenía grandes mentes. Especialmente cuando se trataba de las Leprechauns, las opiniones se separaban. Incluso entre sus compañeros en la misma organización, había quienes no podían ser considerados aliados de Limeskin.
[¿Es algo que podemos dejar así?] Naigrat lo pregunto.
[No lo sé. Esta decisión no puede estar mal. Es por eso que te lo pregunto.]
[Entiendo.] Naigrat tragó. [Puedes decir algo. Está bien si no lo entiendes.] Incluso ella, después de conocerlo por un tiempo, todavía luchaba con entender la peculiar expresión de Limeskin. Pero si podían usarlo, podía que fueran capaces de pasar a los fisgones.
[Ven a Collinadiluche.]
[¿Huh?] Ahora, él vio que si petición es de términos extremadamente simples.
[Sí. Además, tráete a las hadas que puedan pelear contigo.]
[E-Espera un segundo. ¿También a las niñas? ¿Por qué razón?]
[…No tengo planeado nada. Te lo dejo a ti.]
[¡Espera!]
Las hadas eran propiedad de la armada y Orlandri. Incluso existía la posibilidad que la situación cambiara pronto, ese era su actual estatus. Las hadas grandes en particular servían como claves de la fuerza militar para proteger Regul Aire. No podían simplemente llevarlas de aquí a allá. Tenía que haber una razón apropiada, usualmente órdenes dentro de una operación militar.
Si Naigrat, una empleada de Orlandri, dejara la isla con Aiseia y las otras sin permiso, eso les daría a los chicos en la Guardia Alada otro argumento contra el almacén de hadas. En esos términos, no había duda que solo acortarían el tiempo de vida del almacén.
[Estaré esperando también.]
…Ah, ya veo.
Por supuesto, Limeskin sabía que ese movimiento produciría un resultado desfavorable. Él sabía que eso e insistirle a Naigrat que se reuniera con él podía significar que su juicio era necesario. ¿Podía la inminente situación ser así de tensa? ¿Ya no había necesidad de pensar a largo plazo? Naigrat no quería creer en eso.
[Entiendo. Haré lo que pueda.] Preguntar por información más detallada ahora sería inútil. Ella decidió esperar hasta que se encontraran en persona. […Por final ya no hablamos de batallas, pero parece que no podemos tener una animada conversación.] Ella lanzó una pequeña queja antes de cortar la transmisión.
[Cuando el enemigo frente a sus ojos desaparezca, las personas buscaran a su siguiente enemigo entre sus conocidos…] Por sorpresa, una queja salió de regreso. [Lo más probable, todos lo saben sin darse cuenta: la paz es lo más terrorífico de todo.]
Ahora, Naigrat estaba con un problema bastante difícil. Llevar a las hadas grandes con una espada… las cuales son Aiseia Myse Valgalis, Lantolq Itsuri Historia, y Tiat Shiba Ignareo. Noft era un hada grande, pero, su afinidad con la Arma Excavadora Desperatio se había perdido, ella no tenía una espada especial. Naigrat no sentía seguro dejar a las pequeñas a su suerte, o quizás sería una buena idea dejar a la vieja Noft con ellas… tampoco se sentía particularmente seguro dejar a Noft, pero decidió apartar sus ojos de ese hecho.
Con eso decidido, todo lo que Naigrat necesitaba era una excusa. Necesitaba algún tipo de justificación para tener una fuerza de reserva para proteger a Regular Aire desde Collinadiluche, no importando lo forzado que sonará.
[Hmm…]
Pensándolo, ella camino por el pasillo. ¿Qué hay que comprar? No, no es eso. ¿Qué tipo de compra requeriría un viaje de la 68ava Isla hasta la 11ava? Si dijera que haría mis compras en algún lugar cercano, no tendría una buena respuesta.
Bien, ¿qué del paisaje? Collinadiluche es una de las más peculiares ciudades antiguas de Regul Aire. Había muchos sitios conocidos allí. Sería imposible hacerlo en alguna otra isla… pero supongo que el permiso para unas vacaciones no va a salir bien.
¿Qué más hay? ¿Un combate de práctica con los soldados estacionarios de Collinadiluche? No, no podría usar esa excusa hasta que la verdadera petición sea aceptada. ¿Tratar de forzar un combate de práctica primero y luego pedir permiso? No, eso nos llevaría a la guerra.
Agh. Qué hacer…
Mientras sacaba ideas en su cabeza, Naigrat andaba en la cocina y se servía algo de té. El sabor era más bien amargo, quizás porque se perdió en sus pensamientos mientras lo hacía, pero, bueno, era mejor del que bebió antes. Decidió calmarse por ahora, empezó a sorberlo, cuando escuchó una voz.
[U-Um, ¿es buen momento?] Un hada de cabello naranja, Lakish, se paró a su par.
[…Ah, perdón. Solo pensaba en algo.]
[Ah… ok, lo siento.] Lakish hundió sus hombros. [Regresare más tarde.]
[Ah, espera. Lo siento. Perdí mis prioridades.] Sintiendo la culpa en su interior la boca de Naigrat se le adelanto. [Pondré a esos chicos de último… ¿qué ocurre?]
[Ah, ¿está bien?]
[Por supuesto. ¿Qué hora es? ¿Collon rompió otra ventana o algo parecido?]
[No, esta vez se trata de mí.]
[¿Oh?]
Es inusual, pensó Naigrat. Las hadas jóvenes eran, como regla general, inocentes y directas, energéticas y nada más. Lakish, sin embargo, era una de las excepciones. Dispuesta a otros y tomaba el papel de controladora… ignorando sí o no en realidad tenía éxito haciéndolo, ella al menos trataba de controlarlas. Naigrat no podía recordar alguna vez que Lakish viniera a reportar algo de ella.
[¿Algo sucedió? ¿Rompiste algún florero o qué?]
[No, um, no es nada de eso.] Luego de murmurarlo evasivamente, Lakish parecía estar dispuesta a todo. [Tuve un sueño.]
[¿…Hm?] Por un momento, Naigrat no comprendió a lo que se refería.
[Lo tuve mientras dormía hace rato. Estaba en un lugar realmente oscuro, rodeada por todo tipo de luces. Esas luces eran libros… podía leerlos, y… ah, no puedo explicarlo bien.]
Umm, oh. ¿Puede que sea un ‘sueño especial’?
[¡Ah, sí!] Lakish habló un poco menos energética. [No hay duda de ello. Cuando desperté, lo supe inmediatamente. Con que eso fue.]
Cuando las hadas crecían a una cierta edad, sin falta, tenían un cierto sueño. En él, estaban en lugares que nunca antes habían estado, viendo cosas que nunca antes vieron, y hablando con personas que nunca antes habían encontrado. Ese tipo de sueño. Dentro de ese mundo de ilusión, sentían un extraño y fuerte sentido de la realidad. Y al momento de despertar, sin razón aparente, estaban convencidas: el sueño era especial, y se conectaban con algo muy importante. Ese sueño señalaba el fin de sus días de juventud y empezaba el camino para convertirse en un hada adulta.
[…]
Un joven tuvo un sueño especial. ¿Qué seguía? Tratarlo. Con el fin de que ella se convirtiera en un hada adulta, se necesitaban tomar datos de su cuerpo.
[Ah.]
[Ah?]
Y con el fin de cumplirlo, Lakish necesitaba ser llevada a una facultad de tratamiento en Collinadiluche. Para acompañarla, obviamente, era el deber de Naigrat como la encargada del almacén de hadas. En otras palabras, ella ahora tenía una justificación.
[¡Eso es!] Superada por la emoción, Naigrat saltó hacia ella y abrazó a Lakish.
[¿¡Hya!?]
Desde luego, una fuerza de abrace terminaría partiendo el cuerpo de Lakish a la mitad, por lo que Naigrat la abrazó gentilmente, como si tocara un algodón, pero firmemente para no que su presa no escapara. El abrazo definitivo, una habilidad la cual Naigrat había adquirido luego de mucha sangre, sudor, y lágrimas.
[¡Lakish, eres una chica realmente considerada! ¡Te amo!]
[¿Eh? ¿Eh? ¿Eh?] Lakish quedó completamente confundida.
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